Llegábamos a la tarde más interesante desde el punto de vista ganadero, con los afamados toros de Palha, si bien don Joao Folque no consiguió lidiar la corrida completa, que hubo de ser remendada con dos toros de El Torreón, dos tíos con toda la barba que con su buen comportamiento han rematado una gran tarde de toros.
Jesús Millán desaprovechó un primer toro que cumplió en varas, causó muchos problemas en la brega a Casanovas, y que se dejaba por ambos pitones. El cuarto fue el toro de peor nota, le pusieron una vara de dos en una y acudió sin humillar en el segundo tercio; comenzó con un susto al caer Casanovas y levantarlo y encampanarlo Cesguno; sacó su casta el banderillero y colocó un par con decisión; tampoco se arrugó Arruga y puso uno bueno por el derecho; cerró el tercio Casanovas jugándosela de verdad hasta el punto de que el pitón izquierdo del toro golpeó el pecho de Casanovas; saludaron en medio de una ovación clamorosa ¡olé por dos toreros de una pieza! Millán se dejó enganchar la muleta y el toro fue de menos a nada.
Alto y poco ofensivo era el segundo, al que cuidó Bernal en el caballo y con el que se animó Corpas a un quite de verónica y media; se complicó en palos porque no le sujetaron ni cortaron cuando perseguía; fue pronto y noble para la muleta, pero Robleño desaprovechó estas cualidades y fue incapaz de dar un natural sin la ayuda del estoque; lo mató de un bajonazo yéndose. Cuajado y con mucha leña era el quinto de El Torreón , muy templado en lances de saludo; Robleño se desentendió del toro en los medios y Bonoloto se vino al de puerta que le dio trasero sin rectificar, se fue sólo al picador de tanda y empujó (fue una pena no poder ver cómo acudía a un tercer encuentro, porque prometía, pero qué se va a esperar de un presidente tan mediocre como don Trinidad); tuvo buen comportamiento en el segundo tercio; Robleño le planteó la batalla en las rayas de sol (suele recurrir a este pobre recurso) y, por desgracia no lo sacó de allí, dejandolo tropezar en la tela, sin dar salida, ahogándolo y sin sacar más que medios pases (que le aplaudieron), el toro acabó entregándose humillado y facilitando una buena serie que demostró cómo había despilfarrado el tesoro que albergaba este gran toro de César Rincón; murió de estocada fulminante. ¡Lástima que no se nos permitiera ver a este toro en los medios!
Francisco Javier Corpas quiso dejar clara su disposición desde el principio, yéndose a portagayola a recibir al tercero. Y lo que acabó dejando también cristalino es la falta de justificación de su inclusión en la feria. Lezirio empujó en el caballo, pero sin excesiva codicia; anduvo pronto y alegre en banderillas, poniendo en aprietos a los banderilleros; fiero en la muleta, desplazándose mucho y desbordando a Corpas, un toro que tuvo la desgracia (y nosotros también) de caer en estas manos, pero, pensándolo bien, nunca caerán estos toros en mejores manos porque las figuras no quieren ni olerlos. Murió de un metisaca en los bajos. El sexto de El Torreón era otro pavo al que metieron al relance en las dos entradas al caballo; lo banderilleó bien Miguel Martín; y Corpas incurrió en los mismos defectos que Robleño con el quinto (incluso llevándoselo también al sol), sin ser capaz de aprovechar la humillada embestida de Descarado, que por único defecto tenía un leve cabeceo. Murió aculado en tablas, tras pinchazo y descabello.
Nota: Publicado originalmente en el blog estrapicurciela
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