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domingo, 23 de octubre de 2011

¡Adiós, maestro!

Ayer el maestro Antoñete le dio distancias a la vida.

Hay sobredosis de semblanzas de Chenel en la red y en la prensa. Yo me limitaré al recuerdo de la tarde más grande que pude verle: la del 7 de junio de 1985 con toros lisardos de "El Viti" y de Garzón en Las Ventas, junto a Curro Romero y dos extraordinarios subalternos: Manolo Montoliú y Juan Martín Recio.

El ABC de Sevilla le dedicó esta página (08/06/1985):


Y así lo contó Joaquín Vidal en "El País", bajo el título "El toreo, un clamor":
Las faenas de Antoñete eran de una autenticidad irreprochable. Las faenas de Antoñete, dos lecciones magistrales de la mejor tauromaquia, tenían sobre todo una carga de torería que aromatizaba, no ya las suertes, sino cada uno de sus movimientos. La soledad trágica que viven el toro y el torero, frente a frente en el centro del ruedo, curvos horizontes difusos a su alrededor, emanaba ayer una emotividad máxima. Crecido el maestro en su arte, transfigurado, a ritmo procesional, iba creando una obra hermosisima que se remontaba a sí misma en cada pasaje. El entramado de la faena era el toreo fundamental, por naturales principalmente, luego por redondos, y la ligazón de los pases de pecho instrumentados con hondura. (...)

Si el toreo es ciencia, ahí estuvo ayer Antoñete. Si el toreo es poesía, ahí estuvo ayer Curro Romero.
Y remato con un párrafo de Alfonso Navalón en su artículo "Molés pudo escribir la biografía de Antoñete"
Antoñete debió retirarse millonario después de aquella gloriosa reaparición cuando ya debería estar con zapatillas de felpa, butaca de orejas y batín de seda. Volvió con más categoría y más gloria que cuando era joven y despilfarró su carrera entre la golfería, la indecisión y esos huesos de cristal que se le rompían cuando tenía encarrilada una buena temporada. Antonio llenaba todas las tardes la Plaza de las Ventas, donde se crió al amparo de un humilde corralero. Antonio acabó en Madrid con todas las figuras de jóvenes poderosos que al lado del esplendor de su arte eran simples jornaleros. Paquirri, Capea, Manzanares, Espartaco y todos los demás quedaban convertidos en una caricatura cuando Antoñete se centraba en una de sus inolvidables faenas. Cuando ya la barriga no le cabía en la taleguilla y estaba asfixiado por el tabaco. Su secreto fue la colocación, el temple y un valor sereno que no tuvo cuando era joven. Junto a Manolo Vázquez demostró lo poco que valían las figuras jóvenes, cuando dos segundones de los años cincuenta les dejaban en ridículo, cuando le daba la gana a Manolo Vázquez solo había sido "el hermano de Pepe Luís" y Antoñete nunca pudo sacar la cabeza junto a Ordóñez y Luís Miguel. Pero 20 años mas tarde Paquirri y compañía eran vulgares artesanos del toreo.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Herederos de don Celestino Cuadri Vides: historia de una ganadería de bravo



Ayer sábado, don Fernando Cuadri compensó con creces el decepcionante juego que sus novillos dieron en la pasada feria de Cadalso de los Vidrios. A la salida del coloquio, la opinion era unánime: hemos asistido, como públicamente le dijo Miguel Moreno, a una lección magistral impartida por un humanista y ganadero enamorado de su profesión. Así, 17 años después, Miguel volvía a felicitar a don Fernando Cuadri, desde aquella pletórica tarde en las Ventas del 30/05/1993, con aquellas palabras que recogió Joaquín Vidal en su crónica de El País, titulada Así se viene a Madrid:

"¡Enhorabuena, ganadero!", gritó alguien desde los tendidos de sol [en realidad, desde la delantera de la andanada del 4, donde Miguel tiene su abono], ya avanzada la corrida. Y el resto de la plaza se unió a la felicitación. El ganadero merecía todos los parabienes por el esmero con que seleccionó sus reses, por la casta que exhibieron a lo largo de la lidia, e incluso por la bravura, que tuvo su mejor exponente en el quinto toro ["Clavellino"].

El coloquio se prolongó durante dos horas intensas, en las que el silencio absoluto de la concurrencia era una prueba evidente del interés con que se siguió el cautivador discurso de don Fernando.

Tan buen recuerdo me ha dejado la disertación, que me propongo dedicar una extensa entrada a la ganadería de Cuadri. En ésta me limitaré a reproducir los apuntes tomados a vuela pluma:

Los pilares de una ganadería son 4:

1º. La selección. En la selección se busca el carácter, el temperamento. Y el día de la tienta pueden influir factores que alteran ese carácter: la meteorología (dirección del viento, temperatura, lluvia, luna, etc.) o el estado de celo de la becerra. Es muy significativo lo que ocurrió con dos corridas de Jandilla que se lidiaron el mismo día (14/08/2006), una en Mont de Marsan que fue un fiasco total, con seis toros que se pararon, y otra en el Puerto de Santa María, de gran éxito. Los toros suelen comportarse mejor con llovizna.

La casta no es estable; tiende a desaparecer (si se dejase una ganadería sola, al cabo de unos años los animales estarían a la defensiva). ¿Por qué? No lo sabe; pero puede ser por instinto de defensa. Así, cuando la vaca va a parir se come la placenta (tanto por las proteínas, como para eliminar el olor a sangre, que atraería a depredadores) y lame al choto (para limpiarlo y también para eliminar ese olor a sangre). Es decir, para eliminar el riesgo.

Cuando en una especie animal surge una rareza, tiende a desaparecer. Por ejemplo, cuando los canarios se trajeron a la Península en cautividad cambiaron el color verde, con el que se mimetizaban en Canarias, por el amarillo. Si los canarios volvían a su estado anterior, desaparecía la mutación y ese color amarillo desaparecía y de nuevo tornaba el verde. En cambio, si se apareaba al padre verde con la hija amarilla, la rareza se fijaba. O sea, era la consanguinidad la que permitía mantener la rareza. Aunque esa consanguinidad mantenida deriva en problemas de degeneración.

El problema del toro de lidia es que, a diferencia de otras especies, no hay un modelo a seguir para la selección. Hay que seguir un criterio, pero, una vez elegido hay que mantenerlo firmemente, sin dudas.

En los años 80 abandonó la tienta de machos. Esto es posible cuando ya se tienen 30 o 40 años de ganadería y están perfectamente definidas las familias, porque un macho, puede no comportarse bien en una tienta, pero ser portador y transmisor excelente de los caracteres de la reata. La decisión se tomó en los 80, a raíz de una tienta en la que:
- se desechó por manso de libro a “Marinero”, que dio un juego excelente en Las Ventas;
- se desechó también a “Revisor”, que había sido echado antes a las vacas y que dio dos productos importantes: “Cazadora”, quizás la vaca más brava de la ganadería, y “Forastero”, toro triunfador de la feria de Fallas, lidiado por Luis Francisco Esplá;
- se eligió para semental a “Tacholero”, que fue toreado en la tienta por Alín. En 1984, donde 5 toros eran hijos de este semental, se produjo uno de los mayores desastres en la corrida de la Beneficencia de Madrid.

Cuenta con 28 reatas, y aplica un método para refrescar entre ellas.

2º. La alimentación. Cuanto más gordo esté el toro, menos cuernos desarrolla (porque a más grasa, menos queratina, menos pelo; y por la ley natural: cuanta más fuerza es necesaria menos defensa; por eso las vacas desarrollan más las defensas). Por ello, hay que buscar el equilibrio.

3º. La sanidad. De dos tipos: la obligatoria y la voluntaria o antiparasitaria, tanto en el pienso, como inyectable en los machos (que lo hacen desde las encinas).

4º. El manejo. También de dos tipos: el normal de herrado, sanitario, tienta, etc.; y el específico para preparar al toro para la corrida, consistente en moverlos diariamente con 5 minutos caminando, 10 al trote y otros 5 caminando. Esto se hace por varios motivos:

- Cansar a los toros y evitar las peleas que se producen por el orden jerárquico, más frecuentes en los cambios de tiempo.
- Aumentar la resistencia, que no la fuerza.
- Conseguir el hermanamiento de los toros.
- Acostumbrarlos a la voz del mayoral.

Esta preparación es necesaria porque se produce un cambio muy brusco del campo a la plaza: transporte y estancia en toriles, que llega a ser de 30 horas en Sevilla en un cubículo de 2 por 2 metros.

Sobre el debate actual planteado por los antitaurinos, es muy importante refutar la acusación de sufrimiento del animal. El dolor del toro en la lidia queda mitigado porque ha de atender a la lucha, a su defensa. Como ejemplo, lo que le sucedió recientemente a él mismo: tenía una gran dolor de tobillo, que le impedía andar, y vio como el coche donde viajaban su hijo y su mujer se salió de la carretera y cayó por un pequeño terraplén; paró y salió ¡corriendo! a ver qué había ocurrido y llegó al lugar donde estaba el coche, sin acordarse del dolor. Hay que tener también en cuenta que el toro vive 4 años de una vida regalada y sólo sufre, en todo caso, 20 minutos de su vida; mientras otros animales sufren durante toda su vida, como esas vacas famélicas que se mantienen para cobrar la subvención, pasando hambre. Otra ventaja es el mantenimiento de una flora y de una fauna específica del ecosistema, que en otro caso no existiría. En cualquier caso, cree que hay un profundo desconocimiento por parte de los prohibicionistas.

Los cuadris suelen dar más juego en corridas que en novilladas. Ha echado dos novilladas en los dos últimos años porque así puede evaluar antes el rendimiento de los sementales. De hecho, el mal juego de la novillada de Cadalso este 2010 ha provocado que 17 toros vayan a destinarse a toros para las calles en la provincia de Castellón.

Es indispensable que el toro tenga tanto casta como nobleza. La nobleza del toro encastado sale si el torero consigue dominar la casta. Desde la casta hay que bajar dos escalones para llegar a la mansedumbre; desde la nobleza, solo uno. Si el toro es simplemente noble, es simplemente tonto.

Los que son burros antes de la corrida suelen después ser bravos. Esto lo achaca a que el toro burro está entero, por no haberse empleado antes. Ejemplo de esto son: Aragonés (2008), Ribete (2010) y el ganador del premio de Zaragoza 2010.

El cruce que hizo su padre puede achacarse tanto al desconocimiento como a la curiosidad.

Don Celestino, en 1973 y aún joven, había cedido a los hijos la ganadería, y se había retirado completamente de la gestión, pero siempre informado y vigilante. De esta forma podía comprobar que los hijos podían llevar la ganadería con la posibilidad, en caso contrario, de volver a tomar las riendas. Así permaneció hasta la corrida de la Beneficencia de 1984, de la que he hablado antes; cuando su hijo llegó de Madrid, le estaba esperando con una lista de 61 vacas y un semental para mandar al matadero. “Llama a Moisés [un extremeño, tratante de ganados], no hace falta que te las pague, y que se las lleve al matadero”. Don Fernando -comentó irónicamente- miró a ver si también su nombre aparecía en la lista.

Más o menos el 90% de sus toros embisten mejor por el pitón izquierdo. La razón puede ser porque el herrado se hace en el costado derecho y, después, busca defenderse por ese lado.

El encastado bueno manifiesta su casta embistiendo; el malo, no. A sus toros encastados hay que dominarlos, para sacar su nobleza, y eso no siempre se consigue.

Los ganaderos del encaste Domecq son muy buenos porque caminan sobre ese filo de la navaja que separa la nobleza de la mansedumbre, y saben cuándo y cómo añadir el picante imprescindible para evitarlo.

El noble encastado embiste para coger; el noble descastado embiste para que le dejen en paz.

Sus toros favoritos han sido Clavellino (Madrid 1993), Aragonés (Madrid 2008) y el primero lidiado en Zaragoza este año.
Entre los asistentes se encontraba el excelente banderillero David Adalid, que manifestó:

Los cuadris imponen, tienen una seriedad grande y te están diciendo todo el rato: no te equivoques. Si les haces las cosas por alto te tienen de cabeza toda la tarde.


Al final del acto, la concejala de Festejos, Yolanda Martín, entregó un obsequio a don Fernando Cuadri, como agradecimiento y recuerdo de su participación en los Sábados Taurinos de Cadalso, en presencia de Alfredo Escudero, Julián Agulla y Roberto Cordero.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Sábados taurinos de Cadalso: José Luis Bote

Mañana, día 6, comienzan los Sábados Taurinos en Cadalso de los Vidrios, en su V edición, ciclo organizado por las Concejalías de Cultura y Festejos del Ayuntamiento, con la colaboración de la Asociación Taurina Cultural de Cadalso.



La primera sesión está protagonizada por José Luis Bote, uno de los primeros y más destacados toreros salidos de la Escuela de Tauromaquia de Madrid, época en la que alterno con El Fundi y Joselito. La mala suerte se cruzó en su camino en la feria de San Isidro de 1992, cuando un toro de Alonso Moreno de la Cova casi le parte la médula espinal. Así lo reflejó Joaquín Vidal en El País:

El tercer toro era un pregonao, estuvo a punto de coger a varios toreros en el transcurso de una lidia desgarrada y enloquecida, y a quien atrapó fue a José Luis Bote. Estaba la brega en terrenos de sol pues el toro salía huido de los puyazos y allí se iba a intentar, una vez más, la suerte de varas. Bote capoteó al toro y este se le coló, volteándole. El torero pudo levantarse y salir corriendo en demanda de la barrera, pero el toro fue más rápido y le entrampilló junto a las tablas, pegándole la cornada en la espalda. Cuando se lo llevaban apresuradamente las cuadrillas, José Luis Bote iba en un grito, y quedó en la plaza la sensación de que estaba muy seriamente herido.

Un torero con mala suerte es este José Luis Bote. Un torero magnífico con muy mala suerte, procede precisar. Hace un par de años sufrió una cornada gravísima en Benidorm, cuyas secuelas le tuvieron inactivo muchos meses. Y ahora ésta cogida fuerte, que puede obligarle a una larga convalecencia. Ojalá no.

Apena el accidentado destino del hombre, naturalmente, mas también son de lamentar las frustraciones que sufre el torero, estilista en el arte de lidiar reses bravas y conocedor profundo de las suertes. De qué le vale tanta técnica y tanto estilo, sin embargo, esa es otra cuestión, al margen de las cornadas. De qué le vale, cuando le es prácticamente imposible desarrollar todo ese bagaje artístico, pues ha de pechar con lo que no quiere nadie. La corrida de ayer era de una bronquedad inusual en estos tiempos y si la toreaban tres espadas relativamente modestos no fue por casualidad. El resobado argumento de que siempre ocurrió igual en la fiesta es falso. Cierto que las figuras de las épocas históricas solían exigir ganado de casta brava y el de casta no tan buena se dejaba a los segundones. Pero esa era la única diferencia -no pequeña, de acuerdo, porque el toro íntegro salía para todos. Ahora, en cambio, a unos le echan el toro y a otros la mona. Y, encima, a los de la mona hay que llamarlos profesionales, poderosos y creadores del arte inmarcesible.

La confusión entre toro y mona es de tal naturaleza, que cuando sale alguno de aquellos, muchos se echan las manos a la cabeza. Cada vez acude más gente a las plazas con la pretensión de pasar una tarde apacible, como si fuera a presenciar un espectáculo de ballet. Y la fiesta no es eso. La fiesta es arte y es emoción. La fiesta es gloria y es tragedia. Y puede salir un toro bronco, como el de la cogida, y entonces los toreros han intentar dominarlo, pues todos los toros, ese y otros aún peores, tienen su lidia. El propio Dámaso González le planteó faena, y demostró que el toro pregonao no se comía a nadie; que cuando hay en plaza un torero con temple y recursos de maestro, puede hasta embarcarlo en la muleta, y aquí no ha pasado nada. El resto de la corrida tuvo parecidas dificultades y peligros, y tanto Dámaso González como Emilio Oliva -que sufrió en el segundo un enganchón- los resolvieron con oficio.

Y como opinión de José Luis Bote torero, ninguna mejor que la de Miguel Moreno, que transcribo:
Torero de los pies a la cabeza. Torero de una vez. Torero de sentimiento. Torero de lágrimas y emociones. Torero de los que demuestran que "el toreo es grandeza". Torero de seguirle con los ojos de mirar. Torero de esperarle con esperanza. Torero de cogidas trágicas, desoladoras, de las de volver a empezar desde el "casi-olvido"; recibidas entre otras plazas en: S. Martín de Valdeiglesias (novillero), Benidorm, Madrid... Torero de abrirme el corazón en canal al verle aparecer en el patio del desolladero de Las Ventas en silla de ruedas, convaleciente de su cornada en Madrid. Torero de hacer aficionados, pero también de aprender a hacerse hombres. Torero de silencios y necesidades, nunca de jaleos ni de abundancias. Torero onírico, de sueños para los demás. Torero de abrazos sinceros. Torero de esperarle en las plazas a la entrada (para darle ánimos con la mirada) y a la salida (para darle las gracias por las emociones). Torero que me hace sentarme frente al sol primaveral con los ojos cerrados. Torero que me ha hecho llorar. Torero bueno. Torero grande. Torero humano. Torero de corazón. Torero de agradecimientos: Gracias Torero.



La foto es de David Cordero, tomada de Torear.blogspot

sábado, 27 de febrero de 2010

Esta medalla sí es de oro

Nunca es tarde si la dicha es buena.

Luis Francisco Esplá ha sido galardonado por el gobierno con la Medalla de Oro a las Bellas Artes. Vaya por delante que no soy un entusiasta de los premios y de las medallitas, porque bajo el barniz del aparente reconocimiento a algún tipo de mérito suelen esconderse intereses espurios: pagos recíprocos de favores, fines propagandísticos o simple satisfacción de vanas vanidades.

Pero puestos a conceder premios, es exigible que la designación del galardonado sea, al menos, justa. Y en este caso, no creo que nadie que sepa algo de esto, y no tenga su corazón atenazado por sentimientos inconfesables, pueda discutir el acierto del gobierno al distinguir al maestro alicantino, compensando así el imborrable bochorno del año 2009 de conceder la medallita a una medianía como Francisco Rivera. Y más cuando se trata de un torero que ha cimentado toda su carrera apechugando con el ganado más duro que pasta en las fincas de bravo.

Lo reprochable es la desafortunada justificación que ofrece la página web de la Presidencia del Gobierno:
Luis Francisco Esplá. Matador de toros. (Alicante, 1958). Es un matador de amplio repertorio y, además, un gran estudioso de la historia de la tauromaquia. De familia taurina, se puso por primera vez el traje de luces en 1975, a los dieciséis años, y tomó la alternativa un año después en Zaragoza, apadrinado por Paco Camino y con el “el Niño de la Capea” de testigo. En 1982 recibió el trofeo “Andanada” al mejor par de banderillas de toda la feria de San Isidro de Madrid.
¿Alguien sabe quiénes son los "sabios" que asesoran al gobierno en esta materia?

Con lo sencillo que era motivar su concesión:
¡Por su TORERÍA!
Y punto.

P.D. Lo gritó Miguel Moreno desde su delantera de andanada del 4, en la tarde del 7 de octubre de 2001, y se hizo eco de ello Joaquín Vidal en su crónica del día siguiente en El País:
Y eso apasionaba al público de Madrid: la torería, que es magia y liturgia; el pundonor del que hacen gala los toreros con profesionalidad y sentido del deber. Se lo decían a Esplá de viva voz: 'Tiene usted lo que les falta a los demás: ¡torería!'. O en corto y por derecho: 'Es usted cojonudo', a lo que contestó Esplá desde el centro del redondel gritando '¡Gracias!' sin perderle la cara al toro al que estaba porfiando un pase de pecho.

Nota: Publicado originalmente en el blog estrapicurciela
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Me corto la coleta

Puede parecer pretencioso servirme de esta frase, reservada para los que del enfrentamiento con el toro han hecho su oficio, pero permítase...