domingo, 27 de septiembre de 2009

Desencantos. Las Ventas 27 de septiembre de 2009

-Cuatro meses exactos después de la extraordinaria corrida de Palha de San Isidro, se anunciaba con justicia su repetición en el coso venteño. Esta vez con espadas más placeados que en mayo, pero sin que se apuntara a ella ninguna figura, figurón o figurita, de cualquier clase o condición.

- Antes de aposentarme, me paseé por la anunciadísima exposición de Paquirri en la Sauna (perdón, Sala) Antoñete: una auténtica birria. Para ese viaje no hacían falta alforjas. Muchas fotos y muy pequeñas, un vídeo insulso, dos trajes, dos capotes y un fundón cerrado es todo el bagaje de esta ridiculez, a la que no le falta, eso sí, un director o comisario, o como le llamen (Carlos Abella). Y todo ello gracias al patrocinio de Metro de Madrid, que bien podría haber destinado el dinero despilfarrado en mejorar la frecuencia de trenes en las líneas 2 y 5 en horas de espectáculos, para que el personal no llegue a la plaza con aspecto de sardinas enlatadas.

- Por los comentarios, había más abonados de Madrid de devoto peregrinaje a Barcelona (donde se anunciaba una nueva “aparición” de Tomás del Cuvillo) que los que ocuparon su localidad en Las Ventas Madrid. Lo malo es que debieron de dejar sus entradas a amigos o parientes que esa tarde no tendrían cosa mejor que hacer que ovacionar a malos picadores, reírse de cuadrillas que pasaban fatigas con un malaje y pedir orejas tras una faena rústica y aliviada.

- El encierro fue de variada presencia y comportamiento, pero la nota media es mala en ambos aspectos. Hubo toros justitos y sin remate para Madrid, junto a otros espectaculares de cabeza, pero sin merecimiento para que se les ovacionara, como se hizo. Salvo el cuarto, el resto manseó en diversos grados e incluso llegaron a flojear, algo inusual en una ganadería que se caracteriza, entre otros méritos, por la dureza de remos.

- De los espadas cuesta trabajo también salvar a alguno. Extraña que siendo toreros modestos, aunque asomen un poquito la gaita en el escalafón, demuestren escaso interés en destacar, hasta el punto de que solo puede decirse que hicieron un quite en toda la corrida.

- Rafaelillo dio una de cal y una arena. Con el terciado, flojo y manso primero, que acabó probón y calamocheante, no le perdió la cara y anduvo valiente, aunque remató la faena malamente con una chalequera. Sin embargo en el cuarto, con el toro más manejable y en medio del aguacero, anduvo centrífugo y vulgar; toreó, si puedo llamarse así, para la galería, que, eso sí, correspondió. Lo cazó con una estocada caída. A pesar de todo, algunos pidieron la oreja y terminó dando una inmerecida vuelta al ruedo, por su cuenta.

- Javier Valverde estuvo como casi siempre; o sea, estuvo y nada más. El primero rozaba la invalidez, calamocheaba y era algo incierto, y con él el salmantino anduvo cuidadoso y preocupado además por el viento; mató de pinchazo hondo y descabello mientras un trueno avisó de lo que venía. El quinto era el toro más cuajado y el que más apretó en varas, y llegó a la muleta, después de dolerse en palos, pegando tornillazos, a lo que respondió Valverde… ¡sacando la muleta por encima de los pitones! Lo liquidó de un espadazo después de un pinchazo.

- Con ganas parecía venir Iván Fandiño, pues se animó a un quite por chicuelinas en el segundo. No era muy oportuno ese quite porque el toro era muy flojo, como he dicho, y no era suyo. Ocurre que luego en los suyos perdonó los quites y eso es muy, pero que muy feo. El tercero, aunque derribó al caballo, también fue manso en todos los tercios. Especialmente problemático en banderillas, donde hizo sudar a Jarocho y Mario Romero hasta que después de incontables intentos consiguieron dejar prendidos los cuatro palos reglamentarios. En la brega, tras naufragar Fandiño, Pedro Lara anduvo desigual, estropeando en el segundo tercio los buenos inicios en el primero. Tras el cambio de tercio, el toro cambió radicalmente y quedó completamente aplomado sin dar apenas juego, a lo que tampoco contribuyó el diestro con la muleta medio escondida. Lo mató de estocada. El sexto, de espectacular encornadura cornipasa, destacó por su arrancada lejana al caballo, aunque tras tres cites, pero luego no se empleó en el peto. Mal picó Agudo porque mal echó la vara y mal señaló; sin embargo, le ovacionaron. La faena de muleta la inició Fandiño con muchos aspavientos, pero no mandó en la embestida, citó perfilero y con la pierna contraria retrasada, y siempre al hilo del pitón; el toro fue a menos y quedó tardo y revoltoso. Aunque fue por derecho, la espada quedó ladeada.

- Y esta fue la tarde de los desencantos: de toros (el mayor de todos, por ser lo más ilusionante del cartel), de toreros, de exposición y de público. Salvemos a Álvaro Oliver y Cebadera con los palos; y punto.

Nota: De nuevo Miguel Moreno hizo el paseíllo en el programa de mano de Las Ventas (por cuarta vez en la temporada), esta vez con el relato "Algo sobre el Paula". Leed: Vista Alegre, mayo de 1974.
Cuadro de Puntuación de la corrida de Palha del 27/09/2009 en Las Ventas.

(Cada aspecto está puntuado de 0 a 5, y la nota media es ponderada, al no tener todos los aspectos el mismo peso en la puntuación)

Nota: Publicado originalmente en el blog estrapicurciela
Comentarios a esta entrada

viernes, 11 de septiembre de 2009

En defensa de los toros de Cenicientos

Hace tiempo tenía en la cabeza escribir algo sobre los toros de Cenicientos.

Vaya por delante que escribo desde el estricto punto de vista de aficionado a los toros, con abstracción de todo aquello que pueda afectar a los habitantes de Cenicientos. Esa cuestión es suya y no mía. Y escribo lejos de rancias, caducas, viscerales y estúpidas rivalidades entre localidades vecinas, que hora es de arrinconar en el desván del olvido.

Dicho lo cual, me declaro defensor de los toros de Cenicientos (sobre todo desde que han abandonado la máxima del “toro grande, ande o no ande” y han superado la intransigencia relativa al sentido en que los picadores deben abandonar el ruedo). Me declaro, pués, defensor de un empeño colectivo por ser robinsones en el océano de la manipulación, de la mentira, de la estafa, del trágala y de la imposición de los intereses del taurineo. Allá quien le guste otro tipo de tauromaquia; con su pan se lo coman y con su cartera se lo paguen. A mí -ya lo dejé escrito- no me gustan los festivales, y menos aún esos auténticos festivales que asolan la geografía española y que se anuncian y venden como corridas de toros, y que la prensa vocea, casi siempre interesadamente. Una prensa que, a la mínima y en simbiosis, aprovecha para soltar una palmetada a ese mosquito (al que llaman “Valle del Terror”) que importuna a la “Familia Taurina”. Para muestra, tres botones:

PRIMER BOTÓN: Los hermanos Boix, Juan Blanco Palomo y Alberto Soler.

En 2002 se publicó el libro “Por los adentros”, de Jaime y Salvador Boix (Ed. Espasa, 2002). Después de publicado el libro, Salvador Boix se hizo cargo de la segunda etapa de la carrera de José Tomás. Leyendo el libro, no nos extraña la deriva que ha tomado la carrera del de Galapagar.

A propósito de un festejo en Villa del Prado, el libro relata los comentarios sobre el “Valle del Terror” de Juan Blanco Palomo, apoderado de José Luis Pérez “Niño del Tentadero” de los que entresaco las siguientes frases: Nos hicimos enteros el Valle del Tiétar, de cabo a rabo. Aquello eran verdaderas corridas de toros, con novillos de más de quinientos kilos que asustaban. Esas barbaridades son allí normales. A mí me daba bastante apuro (…) porque allí se respiraba la tragedia cada tarde”; “Claro que también podía decir que no toreábamos semejante barbaridad; pero si dices eso, adiós muy buenas, ni pagando te vuelven a poner allí. No puedes escoger”; ”esto es de locos y a menudo piensas que no tiene el menor sentido: hacerte seiscientos kilómetros, y encima pagando, para ir a pasar miedo con toros de procedencia desconocida, de media o ninguna casta, o para que te peguen un revolcón o una cornada, como nos pasó en El Tiemblo; esta es la cara más amarga de la fiesta. En el Valle del Terror se torea todo menos toros”.

Escriben los autores: El Tiemblo, 4.000 habitantes, provincia de Ávila, es uno de los pueblos de la vertiente norte de la sierra de Gredos que forman parte del circuito taurino conocido como el Valle del Terror, denominación que abarca un contorno geográfico no muy claramente definido y comprende diversos valles: el del Tiétar, el del Alberche y otros. (…) La región es, por cierto, hermosa. Por ella suelen moverse los aficionados para seguir a los novilleros que se ven sometidos a una prueba de valor, enfrentados a novillos más crecidos que toros y de una dureza no mineral, como los de Guisando, sino peor: animal y hasta a veces bestia”.

Reproducen los comentarios de un banderillero, Alberto Soler, que no tienen desperdicio: Bueno, yo empecé por esa zona [el Valle de Tiétar], sí; pero ahora veo las cosas de otra forma. Allí se exige el toro grande, con peso, con pitones. Este toro no puede embestir la mayoría de las veces. Se defiende. Esto no da espectáculo. Como banderillero, creo que es casi un crimen mandar a novilleritos sin oficio a entrenarse con animales con los que no pueden. Muchos acaban en la enfermería. Ni las empresas ni los toreros tienen nada que decir porque allí eligen los toros las comisiones de fiestas o los concejales, y no se dan cuenta de que los toros grandes no son necesariamente los toros buenos para disfrutar con un buen toreo. Pero, en fin, esto no cambia. Y los novilleros no tienen más remedio que aceptar lo que les echen o dejarlo correr”. Se da un dato final: El banderillero Alberto Soler ganó en 2001 el premio al mejor peón de brega en la Feria de Cadalso de los Vidrios, en estos valles”.


SEGUNDO BOTÓN: Fernández Salido.

En el periódico LA RAZON del 22 de agosto de 2004, bajo el titular Tarde de toros en el «valle del terror» Alberto Fernández Salido daba cuenta a su manera de lo vivido una tarde en Almorox, en que se anunciaron reses de Monteviejo para El Fundi, Rafael González y Gómez Escorial. La entradilla del reportaje era todas una declaración de intenciones:

La tarde del jueves pasado, tres toreros tenían una cita en una plaza portátil con seis toros de espanto y una afición brutal y algo cainita. Eran fiestas en Almorox, pueblo toledano enclavado en lo que los mentideros taurinos llaman el «valle del terror». Éste es el relato de una tarde de toros donde todo resultó exagerado

Y su resumen sobre la zona era el siguiente: El «valle del terror» es, en efecto, un reducto deshumanizado de la Fiesta Nacional. Todo sociólogo interesado en conocer los recovecos del alma ibérica se sentiría enriquecido si se dejase caer por aquí en tarde de toros. Un lado cainita y brutal, muy español, se sienta en el tendido y se hace fuerte entre la masa hasta cobrar fuerza y expresar a gritos sus pasiones más crueles. El jueves, desde el callejón, entre dos fuegos (el de la arena, a un paso de los gladiadores y de las bestias, y el del público ávido de tragedia) fue un buen día para observar.” Lo de “en efecto” surge al hilo de un presunto comentario de uno de los actuantes (Gómez Escorial) del siguiente tenor: «Lo de Almorox es lo más parecido a un ejercicio de gladiadores. Suena brutal, pero es que es brutal. En esos pueblos poco importa el torero, sólo se fijan en el toro. Disfrutan más viendo caer de cabeza al callejón a un banderillero que contemplando un buen par»


TERCER BOTÓN: Vicente Zabala.

En su crónica diaria de la Feria de Abril de Sevilla, el hijo de Zabala, tan cursi a veces, aprovecha el viaje para clavar una pullita a su colega Moncholi, que ni pasaba por allí, utilizando como arma a Cenicientos:

Pero cuando quinto y sexto -otra expresión, otra encornadura, otra forma- metieron la cara, las cosas no se redondearon. Vilches viene de una cornada de caballo con arrancamiento de safena en la «Monumental» de Cenicientos, que es la plaza de Moncholi y una carnicería de toreros. Y allí, curiosamente, también cayó Joselillo con las carnes rotas en el ferragosto criminal. No valen disculpas, pero cuentan las historias. Ocho meses se ha pasado Luis Vilches reconstruyéndose el cuerpo y el alma. Y con las cicatrices de la memoria trató de hacer de tripas corazón con el toro de la tarde, y en líneas generales su concepto del toreo rayó a buena altura en un trincherazo monumental, en fases de viejas promesas de calidad (ABC 21/04/2009)."

El problema es que la verdadera realidad de los toros de Cenicientos, y por extensión de toda la zona, sólo la conocemos los que aquí vivimos y unos pocos que tienen interés en la tauromaquía con toro de lidia. La mayoría, gracias a estos personajes, sólo tienen como referencia los hechos que, de forman torticera, se publican en diarios nacionales o en libros de editoriales especializadas. Podría de mil y una formas responder a estos personajes (y hasta zaherirlos, que lo tienen merecido), muestra variada de lo peor del taurinaje (matador de toros, uno; banderillero, otro; apoderados, dos; y periodistas, cuatro); no están todos los que son, pero son todos los que están. No respondo porque me parece innecesario, pues presumo que el lector está suficientemente capacitado para sacar sus propias conclusiones. Yo sólo pido que, al menos, nos dejen en paz a los que nos gusta la fiesta íntegra y respeten los escasísimos reductos donde aún se lucha, no siempre con victoria, por algo tan simple como el respeto y cumplimiento de las normas esenciales del Reglamento Taurino. Sólo eso; no creo que sea mucho pedir. 




Foto de un toro de Cortijoliva lidiado en Cenicientos el 13 de agosto de 2009, tomada del blog de Rafa Carlevaris.


P.D. He encontrado en otro libro, un cuarto botón. Se trata del libro titulado "Sonajero", del que es autor Felipe Garrigues, publicado por Espasa en 1998. Así se explaya el "abogado, periodista, ex novillero, ganadero de toros bravos y , sobre todo, un profundo conocedor de la fiesta" (según reza en la solapa del libro):

"Por otra parte, el boom televisivo español de los últimos años ha llevado el toro grande y cornúo de Madrid a la última pedanía, creando una moda que, como mancha de aceite, se reparte por el resto de la comunidad madrileña y pueblos aledaños de Ávila y Toledo. Quieren ser como en la capital, ¿por qué menos? El toro autobús, el barbas para imberbes, para chavales sin padrino que no tienen más remedio que tragar -si quieren torear- una corrida de toros sin picadores y auxiliados por cuadrillas de charanga, con medias raídas y oronda barriga de escultura de Botero.
Estos festejos, retazos de la España negra y que siguen existiendo en el umbral del 2000, sólo son noticia si llega el cornalón, el tabaco gordo, como se dice en el argot. La autoridad tan obsesionada con el fraude en el festejo mayor, hace la vista gorda en el menor. Aplicando con firmeza el reglamento, gran parte de estos festejos habría que suspenderlos. Pero es la propia autoridad municipal quien no sólo tolera, sino que fomenta. En el mes de mayo, los campos de toros bravos se ven invadidos por concejales de festejos en busca del trolebús con cuernos para sus fiestas patronales de agosto y septiembre. La complicada (apenas diez animales) búsqueda se prolonga a veces varios meses, jalonada de comidas y visitas a puticlubs, para solaz del concejal en cuestión y merma evidente del erario municipal. Este novillo, más bien toro, amoruchado y embastecido -engordado con saña (porque si no, no se vende), incluso con el guarismo sobreherrado para disimular la edad-, ha sido la dulce escuela por la que han tenido que pasar toreros españoles como Miguel Rodríguez, Javier Vázquez, Miguel Martín, El Fundi y algunos más. Es desde luego una prueba de fuego para el que consigue sobrevivir y también un pozo donde se han ahogado talentos, quizá más grágiles pero con cualidades evidentes.
Muchos piensan que la formación de un torero tiene que se dura, para forjar carácter... Dura sí, pero no un calvario. ¿Qué hubiera sido de Aparicio, de Chamaco, de Litri, Finito de Córdoba o Jesulín, si hubieran tenido que forjarse en la comarca -el nombre lo dice todo- llamada Valle del Terror? Rivera Ordóñez, que está cuajando en torero pundonoroso a pesar de sus cuidados comienzos, jamás se las tuvo que ver con semejantes bisontes. Ni muchos otros: Ponce, Joselito, etc..."
No tiene desperdicio, ¿verdad? Sólo diré una cosita: Enrique Ponce toreó una corrida de toros en Cadalso, acompañado de César Rincón y Lara el 3 de junio de 1990; y es que conviene documentarse mínimamente antes de escribir un libro (¡ah! y saber sobre lo que se escribe).

Sobre declaraciones de Enrique Ponce sobre esta corrida, ver http://extrapicurciela.blogspot.com/2011/03/enrique-ponce-en-el-valle-del-terror.html

Nota: Publicado originalmente en el blog estrapicurciela
Comentario a esta entrada

viernes, 4 de septiembre de 2009

Sin toros en las fiestas del Cristo... de 1786

Aunque parezca cosa moderna, los intentos de prohibir o restringir las fiestas de toros datan de muchos siglos atrás. En Villadiegotoros.es puede consultarse la relación cronológica de este tipo de disposiciones, que arranca en 1279 con las Partidas de Alfonso X el Sabio y la compilación de los fueros de Zamora.

Lo que ha cambiado son los motivos que alegan los prohibicionistas, pues ahora se aduce la causa animalista (los efectos secundarios de Walt Disney, probablemente), y en siglos pasados las razones fueron principalmente religiosas, humanitarias, políticas, económicas y de orden público. Como curiosidad resaltaré que en 1804 Fernando VII dictó una Ley prohibiendo de forma absoluta las corridas de toros y que tuvo que ser un francés, José Bonaparte, el que las permitiera en 1808.

Aquí me voy a ceñir a la Real Pragmática-Sanción dictada el de 9 de noviembre de 1785 por Carlos III, que prohibió "las fiestas de toros de muerte en todos los pueblos del Reyno, á excepcion de los en que hubiere concesion perpetua ó temporal con destino público de su productos útil o piadoso". Puede consultarse la disposición completa en la Gaceta de Madrid de 18/11/1785, cuyas páginas reproduzco al margen.

Gaspar Melchor de Jovellanos, en su "Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos y diversiones públicas, y sobre su origen en España", en la línea del espíritu ilustrado de la época, apoyaba la medida y concluía pidiendo su extensión de forma absoluta: "Es, pues, claro que el Gobierno ha prohibido justamente este espectáculo y que cuando acabe de perfeccionar tan saludable designio, aboliendo las excepciones que aún se toleran, será muy acreedor a la estimación y a los elogios de los buenos y sensatos patricios". Puede consultarse el texto completo en profes.net.

Coinciden los historiadores en que la prohibición debió de saltarse en muchas localidades. En concreto, Adrian Shubert (en su libro "A las cinco de la tarde", de lectura obligada para todo aficionado a la historia de la tauromaquia; Ed. TURNER), reproduce parte de la orden dada por Campomanes para publicar de nuevo la Pragmática: "sin embargo de dichas providencias se executaban corridas de toros de muerte en Jerez de la Frontera y en el Puerto de Santa María". Y relata también que en algunos casos, las corridas se daban en pueblos cercanos cuando las autoridades no lo permitían en el propio. Así sucedió en Valle de Abdalajes en 1788, en donde vecinos de Antequera, incluso personas "de las primeras plana y nobleza", habían organizado una corrida de toros y se derrumbó uno de los tendidos, resultando dos personas corneadas de gravedad.

Por otro lado, la prohibición ocasionó el abuso de los festejos con toros por las calles, como lo acredita que en 1790 Carlos IV hubiera de dictar una provisión para prohibir "correr toros que llaman de cuerda por las calles, así de dia como de noche".
Dicha Provisión se publicó en la Gaceta de 12/10/1790.

Por un interesante documento de 1786 podemos deducir que en Cadahalso se cumplió la prohibición de la Pragmática-Sanción.
Se trata de la primera referencia documental que he podido encontrar de la celebración de festejos de toros en Cadalso, y data exactamente de tres de junio de 1786, fecha en que los señores de Ayuntamiento de Cadahalso convinieron con los “oficinistas” de los ramos de Abacería (Eusebio García), Carnicería (Rafael Sánchez), Alcabala foránea (Pedro Sánchez Blanco) y Aguardientes (Manuel Vicente), la sustitución de la fiesta de un toro que cada uno de ellos estaba obligado a dar, por el pago de 150 reales de vellón por cabeza, que se aplicarían a reducir la paga de Contribuciones de los vecinos. Los señores de Ayuntamiento que lo acordaron eran: el alcalde por el estado general, Ramón Ramírez de Loaysa (no se encontraba presente el alcalde por el estado noble, don Jerónimo Rodríguez), el regidor don Esteban Rodríguez (faltó el otro regidor, Joseph Canoyra), el procurador síndico don Juan Conde, y los diputados del común Ramón López y Francisco Saavedra, actuando de escribano Diego Arenas. Es de suponer que esas fiestas de toros se celebrarían el 14 de septiembre, porque también está documentado que la fiesta mayor entonces ya era la del Cristo del Humilladero.


Llama la atención la decisión tomada por la Justicia de Cadahalso en 1786 de reducir los impuestos de los vecinos y no aplicar el dinero a otros gastos. ¿Es imaginable hoy una decisión similar?

Nota: Publicado originalmente en el blog estrapicurciela
Comentarios a esta entrada

jueves, 3 de septiembre de 2009

La increíble prórroga a Taurodelta

A principios de este verano 2009 nos enterábamos que la Comunidad de Madrid había decidido aceptar la solicitud de Taurodelta para prorrogar un año más la concesión de la explotación de la plaza de toros de Las Ventas. Y yo me restregaba los ojos porque no me lo creía.

Luego, pensando un poco, lo entendí.

Cualquier persona con sentido común que ocupe un puesto de alta responsabilidad en la Comunidad de Madrid, vista la desastrosa programación taurina de Taurodelta en esta temporada de 2009, habría intentado evitar a toda costa que esta empresa fuese la encargada de la próxima de 2010. Y si esta persona tuviese dos dedos de frente lo primero que habría propuesto sería defenestrar a todos los miembros de los Consejos y demás cuchipandas del Cuento de Arreglos Taurinos (CAT), máximos responsables de autorizar el desaguisado. Si la Comunidad de Madrid hubiese actuado de la forma que la lógica aconsejaba, la prórroga solicitada por Taurodelta habría sido rechazada de plano, pues su incumplimiento del pliego concesional ha sido palmario (sobre este punto me remito a mi entrada anterior Una tomadura de pelo consentida). Pero, a lo que se ve, no hay personas con sentido común ocupando cargos de responsabilidad en la Comunidad de Madrid, y si las hay, no lo aplican; vaya usted a saber por qué (aunque me lo malicio).

Y, además, como los irresponsables altos cargos de la Comunidad han comprobado: que la grey del abono cautivo ha pagado sin rechistar, que la mayoría de asociaciones que dicen representarlos no han hecho más que un vergonzante paripé de protesta y que los periodistas no han escrito más que lo indispensable para salvar la cara; pues han decidido que no hay problema ninguno y que lo mejor será dormitar plácidamente en la poltrona un año más y dejar las cosas como están, no sea cosa que se la vayan a mover.

A pesar de la gravedad del asunto, y como muestra de la lamentable situación de la afición, las protestas a la prórroga de la concesión han sido escasas. Me permito destacar una de ellas: el artículo del amigo Luis Picazo titulado La Prórroga: un año más de basura, publicado en Opinión y Toros, que señala atinadamente a los principales responsables y cómplices del atropello, y cuya lectura recomiendo vivamente.

Como esto siga así, un año de estos el que suscribe se decidirá de una vez por todas a romper sus ataduras al abono, y olvidarse de la irresponsable Comunidad, del inútil CAT, de los incompetentes presidentes de la plaza, del ganado cada año más descastado, de los toreros cada vez más adocenados, de los voceros periodistas y de los del güisqui y el clavel. Que con su pan se lo coman.





En estas fotos de Rafa Carlevaris puede apreciarse el enorme interés de los miembros del CAT, dormitando en su ubicación privilegiada en Las Ventas.

Nota: Publicado originalmente en el blog estrapicurciela
Comentarios a esta entrada

Me corto la coleta

Puede parecer pretencioso servirme de esta frase, reservada para los que del enfrentamiento con el toro han hecho su oficio, pero permítase...