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martes, 20 de junio de 2017

Iván Fandiño y una foto para el recuerdo. Miguel Moreno

Me dedicó una fotografía enmarcada que me hizo llegar por mediación de mi hermano José Luis: “Para Miguel Moreno, con todo mi cariño, por ser tan buen aficionado”. Jose me la entregó la Nochevieja de 2014 y presidió aquella cena familiar desde la chimenea de su chalet del Piquillo.


Al llegar a mi casa la colgué entre otros recuerdos taurinos queridos. Observé detenidamente que se la tiraron en Bilbao, su tierra, y le está dando un natural primoroso a un toro de Jandilla sobre la cenicienta arena bilbaína de Vista Alegre. Allí le vi por primera vez con un toro de gran trapío de “El Ventorrillo”. Me gustó como primero dominó y luego lidió aquel toro complicado.

Era un torero luchador, poderoso, de corte lidiador que se atrevía con cualquier ganadería. El domingo de Resurrección de 2015 se anunció en Madrid con seis toros de hierros prestigiosos (Palha, Pablo Romero, Victorino Martín, Cebada Gago, José Escolar y Adolfo Martín). Esa apuesta no le salió bien y le hizo “perder el sitio”. Poco a poco lo iba recuperando junto a su fiel apoderado Néstor García.  Iván Fandiño no era ningún corrupto, ni ningún político “cantamañanas”, ni ninguna persona de esas que esperan que los demás les den de comer. Él se ganaba el pan con su sangre -¿existe mayor dignidad?- Una tarde primaveral se quedó sin ella en un pueblo taurino francés que se llama Aire, el que ya no respira... Un toro que no sabía de poesía le arrebató la suya que llevaba cincelada con su propia sangre embelleciendo su corazón.

Desprecio a quien defiende la vida deseando la muerte, a quien pide apagar tu luz para que tu hija viva a obscuras. Yo quiero que sepas que a mi casa cadalseña siempre la alumbrará tu recuerdo. Acaso fuera por eso que aquella Nochevieja coloqué tu foto entre Belmonte, Joselito “El Gallo” y “Antoñete”. Quizá intuía ya entonces que todo mi paisaje taurino acabaría iluminado por el tuyo. ¡TORERO!

 Miguel MORENO GONZÁLEZ

lunes, 3 de abril de 2017

Cuarenta abonos de San Isidro. Miguel Moreno González

(A mi compañero de localidad, Manuel Muñoz,
 que con su mirada lo dice todo)


CUARENTA ABONOS DE SAN ISIDRO

Acabo de adquirir mi abono número cuarenta de la Feria de San Isidro. Si mal no recuerdo el primero fue el correspondiente a la Feria de 1978; aunque desde 1973 asistía regularmente a los toros en feria y fuera de ella. Entonces no había ningún problema para sacar las entradas que te apetecieran, los abonados no llegaban a cinco mil. Años hubo que yo comenzaba la temporada en marzo y acababa en octubre, prácticamente asistía a todos los festejos que se programaban en Las Ventas, sin contar a los que iba fuera de Madrid, que también eran unos cuantos. Guardo aún los programas de mano (junto a las entradas, muchas se las pasé a un coleccionista valenciano), que comenzaron a repartir, creo recordar, en 1979. Antes tenías que averiguar quiénes eran los lidiadores por tus propios medios; para facilitarme dicha labor me compré unos prismáticos muy grandes con los que descubría el nombre de los subalternos grabado en sus capotes, también distinguía a los presidentes por sus caras primero, y luego por sus nombres al leer el acta de la corrida pegada en un tablón del Patio de Arrastre. Me llevaba bien con uno de ellos, Luis Espada Simón, que incluso me invitó a presenciar algún apartado en los corrales acompañando a los protagonistas de la tarde. Me llamaba González y me sonreía…

Entraba a la plaza por la Puerta de Cuadrillas para ver la expresión de los lidiadores y salía por la Puerta de Arrastre para escuchar las opiniones de los aficionados más conspicuos. Algunas veces me dejaba llevar por mi ímpetu irrefrenable y lanzaba voces admonitorias al ruedo. De alguna de ellas se hicieron eco al día siguiente diarios como Pueblo, Ya, Diario 16, El País, La Tarde. Una frase de aquellas (¡Usted tiene lo que a los demás les falta: Torería!), la reflejó el insigne Joaquín Vidal en El País, se la dediqué a Luis Francisco Esplá y con gran alegría comprobé personalmente que aparecía en la sala a él dedicada en el Museo Taurino de la Plaza de Alicante. ¡Enhorabuena, ganadero!, le grité a Cuadri (Diario 16, Ya…), durante una de sus más memorables corridas. ¿Cúando empiezas a torear? (La Tarde), le chillé a J. Mª. Manzanares, padre, en una de sus numerosas corridas de abulia e indolencia. Luego llegó Internet y los móviles y fue otro cantar… Pero yo sigo rememorando mis juegos infantiles del toro. Este año me llamó mi hermano Jose para ver los trabajos que estaban realizando en los corrales y los chiqueros venteños. Y como hago siempre que visito una plaza de toros, me perdí por esos vericuetos imaginando lo mismo que cuando era niño. Descorría cerrojos, abría puertas, llamaba a los animales, subía corriendo para abrir las trampillas de los chiqueros y ponerles la divisa. Y después… después los soltaba al ruedo y oía el clamor de admiración de los espectadores al verlos aparecer. Y así hasta que me llamaron. Se iban a comer.

He vivido maravillosos acontecimientos taurinos que siguen sobresaltándome. Me he emocionado infinidad de veces en la plaza y desde la primera vez que me ocurrió siempre vuelvo a los toros pensando que me encontraré de nuevo con esa emoción. Desde niño guardo (y los abrigo) recuerdos toreros. Los primeros en Cadalso (Zoílo, Arruza, Platanito…) En Madrid comenzaron el 10/08/68 y acabaron, por ahora, con la magistral actuación de Enrique Ponce en mayo de 2016, en toda la tarde pude contener las sensaciones placenteras que este maestro me transmitió. Entre una y otra fecha, se jalonan obras de arte de Paco Camino, Puerta, Antoñete, Manolo Vázquez, Ruiz Miguel, Juan Mora, Rincón, Aparicio, Bote, Pauloba, Joaquín Díaz José Tomás… Y sobre todos ellos, toreando en otra dimensión inalcanzable para los mortales: Rafael Soto Moreno (Rafael de Paula), nadie jamás de los jamases toreará como él; nadie, como él, nos hará sentir eternos con su arte; nadie me trató con tanto cariño como él. Él fue el encargado de demostrarme que el toreo es un arte excelso pero efímero, que únicamente habita en la memoria. Él lo vive como el Sumo Pontífice de un sacrificio inmortal.


Cobijo fechas gloriosas; toreros de leyenda que realizaron trasteos para la historia de mi vida taurina; banderilleros eficaces que te hacían degustar la precisión de sus lidias y la pureza de sus pares de banderillas clavados dando todas las ventajas al cornúpeta; puyazos enormes cogidos de largo y lanzando la vara al morrillo del burel para ir frenando su brava acometida; vueltas al ruedo lentísimas dadas a bureles que fueron ejemplos de consumada bravura, que se crecían en el castigo adverso y morían dando ejemplo de lucha, de nobleza y de superación; tardes de una emotividad insuperable y otras insufribles con broncas y pañuelos verdes; así como varias cuajadas de enseñanzas y anécdotas que iban forjando mi afición; incluso presencié la salida, por error, de dos, sí, dos toros a la vez al ruedo en cómplice camaradería.

Viví jornadas de San Isidro en Las Ventas desde la hora del apartado hasta los coloquios nocturnos que se celebraban en salones de periódicos (Pueblo), discotecas, tablaos, centros culturales, hoteles… que finalizaban de madrugada entre copas, conversaciones sobre cánones y titubeantes lances al viento. Puedo dar nombres de expendedurías de licores, de confidencias y de artistas que han alimentado esta pasión mía en el albero y en la andanada, pero no quiero aburrir en exceso. Me paraba disimuladamente a oír hablar a maestros míticos como Domingo Ortega, Marcial Lalanda, Luis Gómez, “El Estudiante”, Ángel Luis y Pepe Bienvenida, Dámaso Gómez, Ángel Teruel, Antoñete, Andrés Vázquez… Una tarde de 1988 presencié debajo de mi localidad de la Andanada 4, la mortal cogida de un toro de Arribas al banderillero Antonio González Gordón, “El Campeño”. Al salir de la plaza innumerables reflexiones pasaron por mi cabeza y analicé hechos que nunca antes me había planteado…

Las tardes de lluvia nos refugiábamos en los desaparecidos quioscos de la explanada y, bajo los toldos, entre cerveza y cerveza, escuchábamos a los veteranos aficionados (“Cheli”, Malagón, “Gildo”…), narrarnos faenas sublimes que les dejaron una huella indeleble en el corazón. Yo haré algo así cuando sea como ellos, pensaba. Me equivoqué, ya casi no hay chavales que quieran oír hablar de toros como yo oía y leía a mi crítico favorito, Alfonso Navalón Grande; aunque el que me enseñó a ver una corrida en plenitud fue el cronista talaverano Gregorio Corrochano, con su libro: ¿Qué es torear? que, curiosamente, me regaló una francesa, profesora de francés, en Argel y que un verano siguió al torero aragonés Fermín Murillo. Disfruté enormemente asistiendo a conferencias de aficionados ilustrados, no sólo en Tauromaquia, sino además en el saber humano y en el de las Bellas Artes. No puedo olvidarme de Santiago Amón, cultísimo aficionado y diseñador de la bandera de la Comunidad de Madrid. Todo ello me animó a escribir de toros, hablar de toros, hacer radio de toros… Todo mal, de acuerdo, pero yo lo acometía con tal entusiasmo que me hacía disfrutar y vivirlo con un apasionamiento tal que me imaginaba que era otra vida distinta a la de a diario.


No sé si alguna vez me dará por escribir tamaña cantidad de experiencias vividas al socaire del toreo. Lo desconozco, tengo días que lo veo posible, otros ni me lo planteo. Cada vez busco más el sosiego, el reencuentro conmigo mismo en lugares apacibles, la observación de la Naturaleza y las cosas de la vida, el recuerdo de mis amores perdidos y actuales, el vuelo de los pájaros y el canto del ruiseñor, el fluir de las torrenteras, la soledad melancólica… Y también me vienen ganas de pedir perdón. Ahora, cuando los años le hacen a uno más reflexivo, reconozco mis yerros de la juventud. Esa juventud que me llevaba demasiado deprisa a ninguna parte. No oí a quien quiso frenarme desde la barrera para avisarme de que yendo despacio se aprende mejor a ser humilde. Por eso pido perdón. Perdón porque debí aprender más de quien más sabía; perdón porque pensé que sólo yo estaba en posesión de la verdad y juzgué que era el más ilustrado en Tauromaquia; perdón por la pesadez de mi verborrea taurina arrogante; perdón por mi atrevida ignorancia que me hacía ser descortés. Perdón porque vivo una vida imaginando otra que me hace ver las faenas al revés. Son más emocionantes…


Miguel MORENO GONZÁLEZ

lunes, 21 de noviembre de 2016

A esos que nos insultan y quieren nuestro mal. Miguel Moreno González

Sé que la corrida posee ciertas sombras que ustedes definen exageradamente restándoles, en mi opinión, credibilidad a sus manifestaciones. Efectivamente, el toreo es también sangre pero no es ni por asomo esa sangre la que a los aficionados (especie en vías de extinción entre los que me encuentro) nos convoca a la plaza. Puede sonar paradójico si digo que el más convencido defensor del toro es el aficionado. Y digo aficionado y no ciertos taurinos que al socaire del dinero irrumpen en la plaza para montar corridas devaluadas donde se pasan por el arco del vil metal toda la grandeza que atesora el toreo. En esas corridas, es verdad que el toro que se lidia es débil y mueve a compasión por las constantes vejaciones que padece dentro -y fuera, que es peor- del redondel y que una masa festiva y taurinamente ignorante parece disfrutar. Pero el aficionado y cualquier persona con sensibilidad están tan (o más) en contra de esos actos como lo puedan estar ustedes mismos. Los aficionados sencillamente amamos el toreo porque una tarde se nos reveló envuelto entre los pliegues de un capote con aromas celestiales.

El arte de Cúchares, (Fco. Arjona "Cúchares", Madrid 19-5-1818. "La gracia, el donaire y la sabiduría tienen solo un nombre: el arte de Cúchares), evidentemente no es nacional. El arte no es patrimonio de ninguna nacionalidad (tan en boga ahora, ¡qué cosas!), si acaso lo será de quien lo percibe en su fibra más sensible. A diferencia de otras artes ésta es efímera y se desliza directa hacia la emoción no necesitando obligadamente de cicerones que nos la descubran. Su plasticidad ya se encarga de ello. Sólo es cuestión de que la suerte nos favorezca con estar en el lugar y en el momento idóneo. Sobrarán entonces palabras y argumentos para definirlo. Esta suerte les deseo a ustedes: poder "sentir" en lo más íntimo el "arte de Cúchares", sin por ello abjurar lo más mínimo del componente cruento que ustedes lógicamente repudian.

Dándoles respetuoso su parte de razón, yo quiero reivindicar la -al menos- otra parte de razón que nos asiste a los que sentimos el toreo. Tampoco quiero caer en la dicotomía de toros sí o toros no y justificarlos con el, entre otros, manido argumento -cierto por otra parte- de los grandes artistas que buscaron y encontraron la inspiración en este arte que surge -no lo olvidemos- después de dominar un fiero animal con ritmo, cadencia, suavidad y sentimiento. Yo creo que al final todo es cuestión de sensibilidad y ya sabemos lo subjetiva y caprichosa que es esta señora.

Es cierto que el toro muere en la plaza, pero: ¿qué sería de él si el toreo desapareciera? De muchos animales ya sólo se conservan las láminas coloreadas que aparecen en las enciclopedias y las películas. Por contra, año tras año, sigue apareciendo por el toril este morlaco desafiante, orgulloso y digno y las únicas murmuraciones que se oyen entonces en la plaza son de admiración y a muchos, además, nos arrancan lágrimas emocionadas cuando colaboran a inmortalizarse hermosamente en nuestra memoria, así somos felices también cuando nos asalta su recuerdo. ¿Se les da hoy al resto de los animales esta bella posibilidad?

Se atribuye a Rafael "El Gallo", el divino calvo, la frase: "El toreo es tener un sentimiento y decirlo". Cada tarde nos dirigimos a la plaza con la secreta ilusión de que nos conmueva ese sentimiento. Y eso, créanme, es al final la única razón que nos asiste a los aficionados. Y la llevamos tan en secreto que ni defenderla sabemos.

Miguel Moreno González

Pintada de antitaurinos en el pedestal del busto de Alexander Fleming en Madrid

viernes, 6 de mayo de 2016

En Madrid que atoree San Isidro. Miguel Moreno González

Soy un íbero y si embiste la muerte, yo la toreo.
(Gabriel Celaya)

EN MADRID QUE ATOREE SAN ISIDRO (GUERRITA)

Comienza San Isidro: El mayor espectáculo del mundo mundial taurino. La hora de la verdad para todos: toreros, ganaderos, médicos, presidencia, aficionados, medios y toda la comparsa que rodea un tinglado único. Piedra de toque para la temporada, catapulta para la gloria o sepultura de esperanzas. La prueba es fundamental para los protagonistas: Hay que llegar a Madrid con los nervios templados y prestos, el ánimo caliente, el corazón dispuesto, los sentimientos a flor de piel y la forma física a punto. San Isidro es un torneo con vencedores y vencidos que pasa por diversos tamices: Un equipo de veterinarios competente y estricto, defensor del público y de la afición de Madrid; unos medios de comunicación que harán un análisis justo, equilibrado y crítico (por algo es la primera plaza del mundo) y, sobre todo, una afición exigente pero justa, implacable e intolerante con lo heterodoxo pero pura, capaz de una entrega sin límites cuando al torero le sopla la inspiración o lidia con conocimiento el toro con sentido y poder. Todo ello armonizado y aquilatado por una presidencia íntegra, rigurosa e imparcial conocedora de su trascendental cometido.

Como máxima fundamental: El toro hecho y derecho, sin trampa ni cartón. Con trapío, cuajo, hechuras, astifino... El toro de verdad, el toro de Madrid. Ni elefantes ni mastodontes pero tampoco toretes anovillados, sospechosos de cuerna o vísceras adulteradas por artero interés. Simplemente el toro bravo en su plenitud y con sensación de peligro. Aquí no debe haber ni compromisos ni componendas. Únicamente, para que también sirva de precedente al resto de las plazas: Autenticidad. ¿Se entiende el argumento? Creo que esta es la mejor defensa que podemos hacer de la Tauromaquia ante los animalistas. 

Frente a ese toro se harán presentes unos hombres dionisiacos para entablar una lucha bella, sin ventajas y aderezada de romanticismo; aplacarán sus ilusiones de triunfo para así relajarse y hacernos soñar y vibrar hasta brotarnos la emoción (siempre sucedió así y ya es tarde para que suceda de otra manera). Crearán unos lances a la verónica de ensueño con el mentón incrustado en el corazón, ligarán en el reducido círculo de una medalla media (para qué más) docena de naturales en los que la muñeca obedecerá al dictado del duende y el designio de la inspiración. Y rematarán esa obra de arte efímera con el obligado pase de pecho para así dibujar sobre la arena ese "ocho" lógico y antológico que hoy tan pocas veces contemplamos.

Todo está dispuesto, incluido un cuadro médico insuperable y angelical y un reloj puntual. Ya estamos parapetados detrás del burladero de las emociones. Sólo falta que las musas, Afrodita y Venus, se posen en la mente de matadores, picadores, banderilleros, afición... Cuando eso ocurre, no hay un lugar más parecido a un maravilloso manicomio que la plaza de toros de Las Ventas. Y es que como dijo el empresario catalanoespañoPedro Balañá Espinós: "Uno no va a los toros a divertirse sino a emocionarse".

¡Va por todos...! Y que el destino reparta locuras cuerdas con generosidad.

Miguel Moreno González


miércoles, 20 de enero de 2016

Premios taurinos de Cadalso de los Vidrios


El próximo sábado 23, a las 8 de la tarde, se celebrará la ceremonia de entrega de los premios del XIII Racimo de Oro, a los triunfadores de la Feria de Novilladas del Cristo de Cadalso de los Vidrios 2015, que son:

Mejor Novillero: Jesús Enrique Colombo.

Mejor Novillo: “Ladino” de la ganadería de Sánchez Urbina.

Mejor Estocada: Diego Carretero.

Accésit: Rafael Figuerola y Raúl Cervantes.

A propósito de este evento, es oportuno traer a colación los antecedentes de los Premios Racimo de Oro, cuya primera edición se remonta a 2003. Tres años antes, auspiciados por aficionados locales, tuvo lugar la entrega de los trofeos de la Feria del año 2000. Miguel Moreno me ha facilitado el texto de su presentación: 

TROFEOS TAURINOS CADALSO 2000


En primer lugar saludaros cordialmente y agradecer vuestra presencia, a continuación deciros que estos galardones taurinos que se entregan seguidamente, se deben a la loable iniciativa de las entidades que los patrocinan y que han tenido en Ángel García al precursor entusiasta y al organizador desinteresado que con su ardua tarea ha conseguido que por fin hoy sean realidad.

Junto a Ángel han colaborado y subvencionado los mismos: Bar El Parador, parada obligada e imprescindible si se quiere degustar sus exquisitos y variados aperitivos regándolos con los buenos caldos cadalseños y la cerveza tradicional. Hotel Moncho, en el que nos encontramos, que contribuye a dar realce y prestigio a Cadalso con esta esmerada atención que tiene a gala brindar a sus clientes. Carnicería Juanito, que siempre se significa con su apoyo a la buena carne y a todo lo que huele a torerías en Cadalso, los días previos a las Fiestas del Cristo, nos sorprende con sus originales carteles que anuncian la venta de la carne de los toros que se lidiarán en nuestra entrañable plaza, no nos olvidamos tampoco de los artísticos calendarios taurinos que cada fin de año nos recuerdan que ya está cerca la próxima temporada. En este bonito proyecto no podía faltar la participación, la subvención y el apoyo de un Ayuntamiento tan taurófilo como el nuestro, regido por un alcalde aficionado y, para más señas, currista convicto y confeso por los siglos de los siglos. Gracias a ellos por crear estos premios y ánimo para seguir en la brecha en años sucesivos, con éstos y nuevos mecenas, hasta lograr convertirlos en tradicionales cuando a Cadalso llegue este octubre impregnado de olor a mosto y cargado con ese cariño húmedo y dulce que atesora la melancolía otoñal. Muchas gracias de nuevo.

Bien. Y felicidades a los justos triunfadores de la Feria cadalseña del 2000 elegidos, como si de una revelación se tratara, por un Jurado compuesto por humildes aficionados locales entresacados de entre los cientos que en Cadalso son. Enhorabuena al ganadero de Terrubias por esos dos toros (primero y segundo) lidiados el 16-9-00, que demuestran al aficionado que no todo está perdido, que aún existe esa casta imprescindible para que el torero triunfe ante el peligro de un toro que a su vez le proporciona gloria y felicidad en dosis parecidas a las que recibe el aficionado. No podemos olvidar que la dicha en el toreo la provoca el latir acompasado y al unísono de tres corazones: el del toro que la genera, el del torero que la difunde y el del aficionado que la recibe y recrea. Siga ganadero, por favor, criando toros como los premiados que afortunadamente son los que nos hacen sentir esa dicha que nos estremece hacia dentro y en silencio. Enhorabuena al torero Carlos Casanova, que está en la línea de los más puros toreros de plata, aquellos que te ponen la piel de gallina cuando te pellizcan el corazón con uno de esos pares de banderillas que te sobrecogen hasta las lágrimas: ese acercarse lento a los toros, ese reunirse con ellos sacando los palos de abajo para clavar arriba y luego salir caminando con torería y majeza; así son sus pares de banderillas, ¿quién da más? Enhorabuena al novillero Luis Vilches, porque su toreo nos recuerda a alguien solitario que mira el pinar del Concejo encaramado al atardecer sobre una piedra, a un chiquillo que lanza una cometa desde la peña Muñana a la infinidad del espacio y del tiempo cadalseño o a un maletilla capaz de cobijar entre los pliegues de su muleta toda la belleza de su toreo onírico. Enhorabuena al matador Mariano Jiménez, que torea, como dijo alguien, como los demás toreros sueñan, que torea sobre las nubes suspendido de un sentimiento, que torea como aquejado de una herida emocional eterna que necesita transmitirnos a los demás. Torear es para él lo que era para Rafael “El Gallo”, el divino calvo, “tener un misterio y saber decirlo”, ese es el toreo que nos contagia emotividad y amor. Estas y otras cosas suelen ocurrir en una plaza de toros cuando por la arena andan toros y toreros como éstos, capaces por si solos de conmoverte y trasladarte inmediatamente a tus tiempos más felices.

Bueno. Y para finalizar un respetuoso ruego al Ayuntamiento: que procure con su ejemplo encauzar, ayudar y contar con la afición de Cadalso para que nos sintamos orgullosos de nuestra plaza, que es ese lugar redondo donde guardamos los cadalseños angustias y ternuras pasadas y presentes. Trabajemos unidos con generosidad y amplitud de miras para conseguir rentabilidad a ese dinero que también es nuestro y que se entrega a una empresa taurina para subvencionar nuestra Feria; trabajemos también por el toro íntegro, por los honorarios justos a los toreros, por hacer realmente populares los precios de las entradas, por informar al público de los cambios que sufren los carteles, por unos veterinarios que no se vean presionados con espurios intereses, por elegir un equipo presidencial que intente impartir justicia desdeñando el triunfalismo pero reconociendo el triunfo legítimo que demandan los espectadores y… trabajemos igualmente para que seamos felices, porque es lo más importante y parece que no nos damos cuenta de ello. Si no colaboramos para lograr estos fines entonces no nos quejemos después. Unidos (Ayuntamiento, empresa y aficionados), podemos mejorar nuestra Feria para que alcance así la categoría que por tradición e historia la plaza de toros de Cadalso de los Vidrios merece. No es mi intención ni muchísimo menos dejaros mal sabor de boca pero tampoco quiero mentirme a mí mismo, que es la mentira más tonta que conozco. Pienso modestamente que si queremos que algo tenga credibilidad estamos obligados a decir las cosas que a nuestro parecer no funcionan para así buscar soluciones. Y es que, además, si me callo reviento y después no podría tomarme unas cañas en vuestra grata compañía.

Nada más, perdonar el atrevimiento de dirigirme a vosotros y enhorabuena una vez más a los genuinos protagonistas de ésta y de muchas tardes: los ganaderos de verdad y los toreros auténticos, con ellos tenemos el privilegio de compartir este rato en Cadalso,

MIGUEL MORENO GONZÁLEZ


jueves, 26 de noviembre de 2015

EL CAMINO DEL TOREO. Miguel Moreno González


Tengo copia del cartel (lo aportó Juan Moreno a la Exposición de Carteles Taurinos Cadalseños celebrada en septiembre de 2011) y un manojo de pequeños recuerdos del único festejo que toreó en nuestro pueblo el diestro Paco Camino.


También poseo copia de una foto de ese Festival Taurino antes de iniciarse el paseíllo; en ella aparecen todos los toreros con don Primitivo -el cura entonces de Cadalso- que fue el que organizó el espectáculo junto a la empresa de aquellos años, José Ramón Lafuente, para recaudar fondos que ayudaran en las obras de la Iglesia. La instantánea apareció en una entrada del blog del "zorrocorredero".http://zorrocorredero.blogspot.com.es/2010/05/una-foto-un-recuerdo-festival-taurino.html.

Paco Camino está invitado a las Tertulias Taurinas de Cadalso el próximo sábado 28-11-2015 a las 19:00h. Todas ellas perfectamente organizadas por la Asociación Taurina Cultural “Cadalso”.

Miguel Peropadre "Cinco Villas"

La apacible tarde del 20 de Junio de 1970 estaban anunciados en Cadalso de los Vidrios los novillos cadalseños de Abad Hermanos que fueron bravos, repetidores y se crecieron en el castigo. Abría el cartel el maestro madrileño Antonio Chenel Albadalejo, "Antoñete", que sustituía al mítico matador Antonio Bienvenida, y lo completaban Julio Aparicio, Paco Camino y Gabriel de la Casa cerrándolo el, a la sazón, novillero Miguel Peropadre, "Cinco Villas", torero aragonés de la comarca de "Cinco Villas" (en la foto de la izquierda). Miguel murió el 10-8-1983 con 38 años en accidente de tráfico cuando volvía de torear de Bujaraloz (Zaragoza). Contaron que llevaba a su mujer y a sus dos hijas un humilde ramo de flores que le arrojaron al ruedo aquella tarde. Había tomado la alternativa en Zaragoza en 1972 y la confirmó en Madrid en 1974. Contaba con finas maneras toreras y humanas, pero su principal problema era que no mataba a los toros y ello le privó de triunfos que le hubieran servido para torear mucho más. A raíz de su actuación en Cadalso siempre seguí a este tocayo aragonés. Recuerdo que el escritor Alfonso Navalón le dedicó un obituario conmovedor que he estado buscando por la Red pero no lo hallé. De esa elegía que le dedicó Navalón recuerdo el pasaje en el que detallaba cómo le regaló el único bolígrafo de oro que tuvo para escribir sus crónicas. Se lo lanzó en una vuelta al ruedo, harto de que aquella tarde tampoco pudiera salir a hombros por culpa -otra vez- del mal manejo de la espada.


Aquel mediodía los coletudos estuvieron comiendo en Casa Carabias y los recuerdo sentados y sonrientes en animada charla en "El Tilo". Cuando Paco Camino toreó en Cadalso este festival, sólo hacía 16 días desde que cortó ocho orejas en la Corrida de Beneficencia madrileña celebrada el 4 de junio de 1970. Salió en volandas y en loor de multitudes por la Puerta Grande.


 Bregó con siete toros de diversas ganaderías y a cada uno le dio su lidia. Estuvo variadísimo con los engaños y nos transmitió esa sensación de fácil dominio que da el conocimiento técnico de terrenos, cornúpetas, distancias y suertes, nociones estas únicamente al alcance de los escogidos. Con su inteligente actuación dictó una lección inolvidable en Las Ventas que situó a la torería en su sitio. Fui uno de los elegidos que asistió a aquella corrida desde la grada del 2 junto a mi abuelo. Todo aquello se me grabó para siempre al igual que el detalle tan torero que tuvo al sentarse en el estribo sobre el capote esperando la salida de uno de los morlacos. Vistió un terno grana y oro confeccionado por el sastre Ripollés que chispeaba arte en la primavera madrileña.


El periodista de "Pueblo", Gonzalo Carvajal, le había bautizado como "El Niño Sabio de Camas" por su cara aniñada y, a la vez, su precoz sabiduría torera. Después de aquella corrida ya fue "El Maestro de Camas". El cronista de ABC, Díaz-Cañabate, le escribió magníficas crónicas y decía de él: "Hoy has toreado como un gran torero, como ese torero que demasiadas veces dejas en reposo acotado en la galbana". En agosto de ese mismo 1970 toreó un Miura en Bilbao de 701 kilos. En 1971 cinceló en San Isidro una soberbia faena al toro "Serranito", de Pablo Romero; al igual que en 1975 enjaretó otra obra magistral a un sobrero de El Jaral de la Mira. Ha sido el único torero que ha salido a hombros de Las Ventas durante diez temporadas consecutivas (1967-1976). El barcelonés Carlos Abella fue justo en el libro que le escribió al subtitularle “El Mozart del Toreo”.


Este sábado, en Cadalso de los Vidrios, tendremos el privilegio de estar con una auténtica Figura de Época. Oigámosle con reverencia, admirémosle calladamente y dejémonos llevar por las emociones que su toreo nos dejó. Camino fue de los pocos que llegó a hablar con el Dios del Toreo y éste le contestó. Paco Camino abrió un bello camino en la tauromaquia desbrozando todas las ramas que estorbaban la preciosa visión del toreo eterno. Como decía mi viejo amigo desaparecido, puro sentimiento, vecino de localidad en Las Ventas y aficionado caminista, Gildo: "Paco Camino era el Rococó del Toreo".

Y ahora, por favor, se ruega silencio. ¡En Cadalso habla un torero!

Miguel Moreno González

jueves, 5 de noviembre de 2015

Victorino en Las Ventas el 10 de agosto de 1969. Miguel Moreno

Baratero embiste humillado a la muleta de Andrés Vázquez
(fotografía tomada del blog La Razón Incorpórea)

La primera corrida de toros que presencié en Las Ventas fue el 10/08/1969 en el tendido bajo del 10. Mi abuelo Miguel me llevo como premio por haberle ayudado ese verano en las labores del campo. Yo contaba 13 años y nunca se me olvida el cartel de aquella memorable corrida de toros-toros. Lo componían los toros de Victorino Martín y los matadores Joaquín Bernadó, Andrés Vázquez y Aurelio García Higares. Fue un espectáculo de precisión milimétrica desde el principio hasta el fin y mientras duró -y después también- no dejaron de brotarme emociones inolvidables.

Raimundo Rodríguez picando a "Baratero"

Los toreros lidiaron aquella encastada y brava corrida de forma primorosa. Especialmente se me grabó la faena de Andrés Vázquez al bravísimo quinto, “Baratero”; le picó magistralmente Raimundo Rodríguez, el matador le brindó la muerte del burel en estampa inolvidable. Le otorgamos por aclamación popular las dos orejas y su eco aún resuena en mi cerebro, como resonó en el del viejo maestro cuando hace unos años se lo recordé en la explanada de Las Ventas y no pudo disimular una sonrisa de cómplice y melancólica satisfacción. También quedó grabada en mi memoria la forma elegante de dominar a los cornúpetas, sin atisbo de amaneramiento ni ventaja alguna, del barcelonés de Santa Coloma de Gramanet, Joaquín Bernadó. Y esa bella sobriedad castellana de Aurelio García Higares que estuvo a la altura del juego de aquellos magníficos ejemplares.

De izquierda a derecha: el autor del artículo, Andrés Vázquez y un espontáneo 

Fue una corrida breve e intensa que junto al mérito incuestionable de mi abuelo -que supo inocularme su veneno- bastaron para iniciarme en mi afición temprana; hoy ya tardía, caduca y trasnochada. Antes era habitual hacerse aficionado por herencia genética y porque festejos como el descrito siempre han hecho afición sin más aditamentos que su intrínseca verdad. Desde entonces soy torista gracias a "los victorinos", porque comprendí que donde hay un toro bravo y un torero acierta a domeñarlo para crear arte, difícilmente puede existir acontecimiento más sublime y sobrecogedor. ¿He dicho algo?

Joaquín Bernadó en Las Ventas

Sólo quería expresar este recuerdo que me sobrevino al ver anunciado a Victorino Martín, hijo, el próximo 07/11/15, en las tertulias de la Asociación Taurina Cultural "Cadalso". Y es que estaba en deuda con esta ganadería desde que sus toros me descubrieron -aquella lejana tarde- que el triunfo sin peligro ni verdad no es inmortal.

Miguel MORENO GONZÁLEZ

sábado, 30 de mayo de 2015

LA BELLEZA DEL RECORTE. Miguel Moreno González



(A tu padre, que cuando llovía leía ante la lumbre de Las Sillas, junto a tu abuela Asun, a Julio Verne)


LA BELLEZA DEL RECORTE

Difícilmente podrá vivirse otra actuación tan completa, arriesgada y artística como la realizada el último fin de semana en la Plaza de Toros de Las Ventas por el recortador de Cadalso de los Vidrios (Madrid), Daniel Moreno “El Cadalseñito”. Era una tarde preciosa, típicamente primaveral y madrileña, de esas que colaboran a realzar cualquier creación artística. Todo ocurrió durante la lidia del cuarto toro, porque lo bueno siempre acaba por suceder. La plaza gozaba de un silencio sobrecogedor, como esperando la efímera maravilla que nos estaba por llegar. Sosegado, seguro y concentrado apareció Daniel en el tercio yendo al encuentro de un morlaco de gran trapío, agalgado y con astifinas y desarrolladas defensas. Le citó desafiante y con majeza, ofreciéndole el pecho y con sus manos graciosamente apoyadas sobre las caderas que giraba acompasadamente. El bravo y noble toro nada más verle hizo por él, justo entonces de forma escalofriante “El Cadalseñito” le templó, cortando y burlando su embestida pujante y arrolladora en un palmo de terreno. En el círculo de una moneda sucedió, como narraban los cronistas antiguos del XIX. Oí perfectamente desde mi localidad el grito angustiado de su madre y como el buido pitón izquierdo acariciaba, más que rozar, su camisa muñanera. El burel una vez quebrado quedó quieto, dominado y sorprendido, como buscando encampanado una explicación coherente a aquella belleza que acababa de acontecerle. Es la diferencia de cuando se recorta y se domina a cuando simplemente se pasa por la cara del toro corriendo sin parar, templar ni mandar. Daniel Moreno Sánchez salió andando airoso del embroque con la cabeza ligeramente baja, abstraído y melancólico, como todo cadalseño que se precie. Oyó resonar ensimismado –o quizá no- el estruendo liberado de una ovación interminable que el público le tributaba asombrado y puesto en pie. Parecía una explosión incontenible de sentimientos.

A la salida de la plaza, en los bares cercanos repletos de cadalseños (no podía ser de otra manera), se contaba y no se paraba de hablar de aquel prodigio que veníamos de contemplar cuando ya atardecía sobre un Madrid enamorado de primavera. A un cadalseño sensible y bueno le escuché comentar para sí: “-¡Ya era hora de que la gente sintiera de qué está hecha la emoción cadalseña!”. En tanto su tío Jose, eufórico y entusiasmado, no paraba de invitar a todo el mundo a voz en grito, a diestro y siniestro, de arriba a abajo, con una felicidad desbordante que contagiaba hasta a quien no tenía nada que ver con este milagro grande, muy grande, que como un abrazo mágico nos venía de estrechar.

Ya amanecía por el arroyo “Labros” cadalseño cuando se oía el canto del cuco. Y yo recordé a todos los que ya no están con nosotros, su abuelo paterno incluido. Alcé la vista y entre el cielo y la Peña seguía Daniel recortando a lo lejos, sobre las nubes, a toros celestiales bellos y buenos. Son los nuestros, los soñados, les dije, los que nunca nos abandonan pase lo que pase.

Tu padrino,

Miguel MORENO GONZÁLEZ






lunes, 9 de junio de 2014

JOSÉ CARLOS VENEGAS en Las Ventas frente a Cuadri (Miguel Moreno)

Esto se acaba, pero de vez en cuando sentimos aislados y bellos cantos de ruiseñores. Un cantar era Las Ventas la otra tarde cuando apareció para confirmar su alternativa José Carlos Venegas. Él es esa melancolía producida por el recuerdo de lo inmarchitable, es la visión desgarradora de lo auténtico, es un quejido callado, un lamento inconsolable, es la pena por lo vivido que no volverá y que te postra en el azar. Desmadejado me dejó este torero al que intuí el hambre voraz que traía de triunfo presente y de gloria futura. Un grito de desafío lanzó a la inmensidad de sus sueños. Quería transformar su realidad desconsolada en futuro esperanzador.


Se hizo presente con la muleta en la mano izquierda ante el sexto. Fiero toro de Cuadri insuficientemente picado, cuello largo, artero instinto, buidos pitones, ojos desorbitados. No elaboró ante él ningún preámbulo, ninguna puesta en escena que hubiera centrado al público orejófilo, festivalero y de aluvión. Lució la verdad sincera y descarnada de su toreo y no adornó su aspiración crepuscular con lances ventajistas. Se mostró tal cual es. Expresó su hablar dolorido con tartamudeo emocionado. Sacó desnuda su sangre roja en procesión por el mayo madrileño. Se abandonó al misterio de las noches frías pasadas en las serranías jiennenses de verdes olivos. Noches de valor y grana, de locura y arte, de técnica y tristeza, de bohemia y dolor.

Fotografía tomada del blog Larga Cambiada

En un natural de mano baja se abandonó al encanto de su suerte y el toro lo despreció. Hay toros que acaban con cualquier rima, toros que tienen estiletes por defensas y bramidos tienen que rasgan los versos al atardecer. Y siendo así lo elevó como si fuera seda humana, lo zarandeó de uno a otro pitón con tragedia de puñales desenfundados. Lo hizo girar sobre si mismo en una voltereta mortal y sin caer a la arena volvió a tratarle como un guiñapo roto e indefenso. Al tercio lo llevaron sus compañeros angustiados y agua le escanció sobre la nuca su mozo de espanto. Ido vagaba, perdido deambulaba y en ese quebranto, en ese drama de desolación, al toro buscó y en él se atrincheró.


Como un muñeco de guiñol, únicamente sujeto por los delicados hilos de su arrebato, así citó de nuevo al toro con la siniestra y el aficionado consciente de que estaba asistiendo a la épica del arte arrojado se entregó a él sin dilación. Con armas, bagaje y amor a Venegas se inmoló. Y cada olé era un alarido de sorpresa, un suspiro sobredimensionado por el sobrecogedor eco de la plaza, una emoción que ya nadie podía encerrar, un temor que hacía amar. Cabizbajo, lento y lloroso partió hacia la salida buscando una explicación. Yo supe que sobre su soledad llevaba un clamor de toros en estampida celestial. Toros que vuelan entre olivos, soles y sudores se le entregarán en hermosos naturales sin fin.

Miguel MORENO GONZÁLEZ



jueves, 22 de mayo de 2014

A mi abuelo y a aquel tiempo taurino en que era feliz sin saberlo

Amigo José Luis: La verdad es que en la tarde del 20 de mayo de 2014 me lo pasé de lujo. Se lo dije a tu cuñado en el metro: “Lo siento por los toreros heridos, pero gracias a ello me he divertido un montón en vuestra grata compañía y en la de los toreros antiguos que son los que realmente convocan a mi mente infinidad de recuerdos y sensaciones placenteras que uno torna a degustar”.


¡Cuánto me acordé de mi abuelo! Fue él quien me llevó por primera vez a Las Ventas aquél -para mí inolvidable- 10 de agosto de 1969, en el que se presentó Victorino en Madrid gracias a la promoción y propaganda que le dedicó desde el periódico “Pueblo” nuestro ínclito Alfonso Navalón. Sus toros los mataron Joaquín Bernadó, Andrés Vázquez y Aurelio García Higares. Esa tarde se la recordé hoy a Andrés Vázquez en el Patio de Arrastre y él me respondió que tenía muy presente aún al toro “Baratero”.


Recuerdo perfectamente la única vez que oí cantar a mi abuelo en toda mi vida. Entonó, eso sí bajito, mientras regábamos el huerto de La Peluquera, el pasodoble “El Cordobés”, que entonces sonaba a todas horas en la radio. Esta tarde también se lo dije a Manuel Benítez en Las Ventas al cumplirse el 50 aniversario de su conformación de alternativa que, por cierto, la vi en la tele de mi paisano Joselito en su casa de la Carretera de Rozas acompañado de sus hijas Mari y “Tinilla”. Hoy “El Cordobés” no para de agradecer, reír, besar, contorsionarse, saludar y hacerse fotos con todo aquél que se le acercaba. Atónito me quedo y más al recordar hogaño lo que él significó antaño. Fue el “Papa” del toreo, se codeó con todo Cristo y se puso medio mundo por montera. Aquellos que lo vivieron sabrán muy bien de lo que hablo.


Y luego rememoré con Gabriel de la Casa sus múltiples actuaciones, junto a su hermano José Luis, durante nuestras Fiestas del Cristo en Cadalso. Ellos inauguraron la primera plaza de toros portátil que se montó en nuestro pueblo, allá por 1965. A la sazón, Isidoro de alcalde y el padre de los toreros, "Morenito de Talavera", de empresario. Y viene a mi memoria más reciente el cómo embelesaba a los toros con el péndulo de su muleta el maestro Dámaso González. Al principio Navalón le contaba los pases en sus crónicas y más tarde le ensalzó haciéndole unas críticas preciosas, algunas debo tener por ahí perdidas. Y se lo musité -tan bajo que no me oyó- ese atardecer junto a la entrada de los corrales que tenían a Antonio Miura de vigía esperanzado.


Ya ves, José Luis, que cualquier pretexto (o vivencia) es bueno para trasladarme a mis viejos tiempos taurinos donde no dejan de fluirme mis recuerdos más conmovedores. ¡Son tantas experiencias taurinas bonitas e inolvidables! Únicamente bajé desde mi andanada al tendido bajo del 1 para ver salir a “El Cordobés”. Es que quería, cuando le viera aparecer, rendirle un íntimo homenaje a mi abuelo que fue quien me aficionó a los toros y, además, era absolutamente incondicional de Benítez y, claro, yo con él también. Aunque tengo que confesar que más tarde abjuré de mi incipiente “cordobesismo” por obvias y evidentes razones que fácilmente tú comprenderás.


Mi abuelo Miguel me llevó también a la memorable Corrida de Beneficencia de 1970 que lidió en solitario Paco Camino. ¡Qué magisterio!, oye; pero él seguía erre que erre: “Como El Cordobés no hay otro”. En aquella Corrida yo ya comencé a dudar de mi devoción cordobesista. Otras ideas taurinas (de las otras también) iban pidiendo entonces audiencia a mis entendederas.


Y te parecerá raro y absurdo pero todo eso lo saboreé de nuevo junto a vosotros la tan repetida tarde del 20 de mayo, mientras los tres toreros que actuaron estarían saboreando algo muy distinto en la enfermería. Mis mejores deseos para David Mora, Antonio Nazaré y Jiménez Fortes porque estuvieron hechos unos “toreros machos”. Incluso esa desgracia me hizo rememorar aquellas parecidas que ocurrieron en 1979. Dos tardes, alternas, nos pasó “casi” lo mismo. En la segunda, hablo de memoria, creo que fue el 28/5/79, toreó Rafael de Paula (y V de Alemania). Y cuando le hizo un quite al cuarto, como esos que me dejaban boquiabierto, como suspendido y flotando sobre el ruedo, como aleteando sobre una emoción me dejaban, el morlaco lo cogió y acabó la corrida. Fue una tarde gris, rara, de lluvia fina y, toreando Rafael, muy misteriosa. A la salida de la plaza nos enteramos que no contaban con ambulancias disponibles para trasladar a Manolo Cortés, Rafael de Paula y Ruiz Miguel al hospital. Habían puesto una bomba en la cafetería California 47, de la calle Goya y todas estaban allí, cosas de aquella época... Años después le recordé en Burgos a Rafael, genio y figura de éxtais, ese quite (fue aquella tarde ventosa en que te comentó Damián Gil que no paramos de hablar los dos en el callejón), le dije que fue al rematar una media por el costado ¿derecho? que el bicho le prendió. Se me quedó mirando callado (ya sabes) durante unos segundos eternos y enigmáticos que a mi me impresionaron. Al rato me dijo, irguiéndose y observándome muy fijo y serio: “Se equivoca usted, no fue por ese lado, fue por el contrario”. Es que como usted, maestro, yo siempre voy al contrario. Y luego seguimos a lo nuestro…


Tuyo afectísimo.

Miguel MORENO GONZÁLEZ

viernes, 7 de junio de 2013

Saludo al pasado en la "Beneficencia" (Miguel Moreno)

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Rafael de Paula en el tendido alto del 7, en la corrida de la "Beneficencia" de 2013.
Imagen tomada del  blog de Rafa Carlevaris

(A mi hermano Jose, que lo descubrió conmigo
 y desde entonces vive con él)

Le hicieron saludar confundido entre el calor y el guirigay del tendido alto del “7”. Saludó con un sombrero tipo panamá que sujetaba con su mano derecha, casi no sonreía y tenía su sempiterna toalla blanca rodeándole el cuello de su camisa aparentemente blanca. Yo estaba en el “10” con Paloma, ocupando los abonos de mi hermano Jose (¡Qué grande me parecen Las Ventas desde allí!). No reconocí a Rafael al principio y eso que un momento antes hablaba a Paloma a cuento de otras tardes suyas de Beneficencias esculpidas con emociones. Me enteré después cuando se lo oí decir a un veterano aficionado caminando por la primavera de la calle Doctor Esquerdo; fue un momento antes de encontrarnos con Paquita, mujer de José Luis Acuña, acompañada de la hija de ambos; andábamos buscando una expendeduría de confidencias y de cervezas frías. Perezoso empezaba a nublarse el cielo madrileño de cárdeno, como aquel toro de Buendía al que le hizo un quite interminable la víspera de mi cumpleaños de 1987. El toro le pertenecía a Ortega Cano y el arte a Rafael, aconteció antes de que saliera “Corchero”, de Benavides. Aquella tarde otoñal también estaba nublada y llevaba un vestido corinto y azabache para sustituir a Julio Robles. Llevé a mi hermano Jose -un crío- a esperarle a la puerta de cuadrillas. Se bajó de un viejo y destartalado Dodge Dart que conducía Eugenio, su mozo de espadas, le flanqueaba su fiel José Rivero, “Pepón”. Sonrió melancólicamente ausente. Y como nunca antes le vi sonreír le dije premonitoriamente desmadejado a mi hermano chico: “¡Hoy la arma!”

Saludaba con la mirada perdida en el infinito a su pasado; no saludaba a su indolente presente, ni siquiera a su futuro inexistente. Blandía su sombrero en alto y miraba hacia el Oeste, donde se adormecen con el sol los Dioses del Toreo. Nadie pareció adivinarlo, ni siquiera lo imaginaban y mucho menos lo intuían, pero él saludaba a su pasado y al nuestro. Su pasado de grandeza humana íntima y de renuncia torera, de bella esperanza y de miedo previsible, de rodillas rotas y tartamudeo emocionado. Aquel pasado de cintura rota y muñeca partida que te dejaban pensativo y provocaban que las curvas de sus pases fueran infinitas, eternas, sublimes. De inacabadas caricias eran, de titubeos finales que le daban a su obra la imperfección del genio. Y se enamoraba toreando. Uno no puede torear bien si no está enamorado, me decía en La Jara mirando el vuelo de los pájaros al atardecer mediterráneo.
Hay que amar para torear bien y transmitirle al toro tu amor para que él se convierta en cómplice de tu obra apasionada, inolvidable y efímera. Luego calló.

Todo arte es una revelación secreta, una maravilla nueva y desconocida. Un sobresalto de placenteras sensaciones que saboreas cuando todo ha pasado y tornas a ser feliz cuando te vuelve a asaltar su recuerdo. La gente iba a ver torear a Morante porque alguien les había dicho que torea con arte, que es único, que es genuino, que es sorprendente… Incluso ellos mismos lo habrán comprobado una tarde que sintieron por aproximación aquello que un poeta les contó. Este, para mí, es un descubrimiento del arte por inducción, que no por revelación milagrosa. La maravilla del arte es cuando te encuentras con él de sopetón, de bruces y mano a mano con tu soledad, como si estuvieras ante un abismo de emociones que te deja indefenso y aturdido. Lo descubres sin mediar formación intelectual, ni cultural, ni espiritual alguna. Así me parece que descubrí yo el arte: mediante la revelación de Rafael de Paula (y V de Alemania). Y aquello me trastornó, me transfiguró y marcó mi vida ya para siempre. Y no exagero un ápice. Soy todo lo sincero que puede ser un hombre ignorante e inseguro dominado por la emoción y el sentimiento del arte. Yo descubrí todas estas cosas en mi pasado ingenuo. Y Rafael de Paula, también. Por eso él saluda siempre a su pasado porque cobija el arte que le hace vivir. Ese encanto de un pasado asombroso me lo recuerda en numerosas ocasiones mi hermano, a la sazón un niño conmovido, ahora un hombre luchador. Y desde entonces nunca podemos evitar sonreír felices mientras lo vemos pasar volando enamorado.


Miguel MORENO GONZÁLEZ

jueves, 31 de enero de 2013

Toros en Cadalso de los Vidrios: año 1916

Conocemos uno de los festejos que se celebró en 1916 en la plaza de la Corredera de Cadalso de los Vidrios porque en ella, el 14 de septiembre, vistió su primer traje de luces Domingo González Mateos, el fundador de la dinastía "Dominguín". El traje de luces no fue de estreno, sino de un banderillero muerto días antes por cogida de toro. Así figura en la base de datos de Miguel Moreno.

DOMINGO GONZÁLEZ MATEOS "DOMINGUÍN"

Dominguín contaba entonces 21 años, pues había nacido en Quismondo el 4 de agosto de 1895. En 1917 y 1918 se presentó en todas las grandes plazas de España, y tomó la alternativa en Madrid, el 26 de septiembre de 1918.

Intercambio de trastos entre Joselito y Dominguín.
(Fotografía realizada por el gran maestro Aurelio Rodero Reca, uno de los más ilustres fotógrafos taurinos, asesinado en Madrid, en la Puerta del Sol, durante los primeros días de la Guerra Civil Española, iba acompañado del novillero Finito de Valladolid). Imagen y texto tomados del Blog Tauropedia

Xavier González Fisher recoge así la tarde la alternativa:

En esa tarde, los toreros partieron plaza al son del pasodoble “Dominguín” obra del compositor toledano Jacinto Guerrero, estrenado en honor a nuestro personaje. El hecho de que en la tarde se concedieran dos alternativas (las de Varelito y Dominguín)por un mismo padrino (Joselito el Gallo), fue motivo de alguna crítica. Paco Media Luna, en el semanario “El Toreo”, dice lo siguiente:

“…Hemos llegado a un término de novedades, que ya, efectivamente, no sabemos de dónde sacarlas. Algunos años llevábamos viendo corridas de toros, y habíamos visto perder, por novedad, el privilegio que Madrid tenía de dar alternativas absolutas, con las plazas de Sevilla, Valencia y las del maestrazgo en general; habíamos visto corridas en que se daba la alternativa a un solo lidiador, constituyendo la fiesta en que esto sucedía un verdadero acontecimiento para el público y para el torero quien alcanzaba la distinción; pero esto de que hubiera saldos de alternativas y un solo espada para concederlas en una sola fiesta, eso, la verdad que no lo habíamos visto, ni aún sospechábamos que pudiera ocurrir… Y sin embargo, sucedió; esta suerte o desgracia le tocó a Joselito, y el esperar el turno para tomar la alternativa en una misma tarde, como quien va a tomar la cédula, les correspondió a Varelito y a Dominguín, con seis toros de la ganadería de don Juan Contreras...”

A “Varelito” se le alternativó con “Flor de Jara”, de García de la Lama y sin mediar espacio, el segundo de la tarde fue el de la cesión a “Dominguín”, se llamó “Agujeto”, de Contreras, llevaba el número 20 y fue de pelo negro zaíno. Domingo González, vestido de verde esmeralda y oro, después de brindar a su padrino, lució como un torero poderoso, merecedor de nuevas oportunidades, tal y como lo describe “Zig – Zag” en "La Lidia":

“...El toledano Dominguín tuvo 'mala pata', en los toros que le cupieron en suerte. El de la alternativa se le fogueó por manso, además era un toro que huía de su sombra, y el chico de Quismondo le obligó y le hizo embestirle al capotillo, dedicándole unos bonitos lances, entre los que sobresalieron una verónica y un ceñido recorte con la rodilla en la arena… Muy templado, muy bien y von conocimiento y dominio le toreo con la muleta y con una cantidad enorme de ganas, entró dos veces, en las que pinchó bien, acertando al segundo golpe de descabello... A pesar de todo, Dominguín se presenta como torero más completo y seguro con la muleta...”

Por su parte, Ángel Caamaño “El Barquero, en El Heraldo de Madrid, escribió:

“Este chico, que empezó
como empieza otro cualquiera,
y pronto se destacó
entre la gente torera,
una veces imitando
el estilo de un coloso,
y otras veces demostrando
que hay en él algo grandioso;
este chico ya está en la deseada jerarquía
y el 'vistobueno' le da
el rey de la torería.

Veremos si se va al fondo
cuyas negruras espantan,
o en la plaza de Quismondo
una estatua le levantan.”


Lance de frente por detrás de Dominguín.Imagen tomada del Blog Larga Cambiada

Su carrera como matador de toros fue irregular y en 1925 comenzó su etapa de empresario y apoderado en España y México (entre otros, descubrió a Cagancho Domingo Ortega y a sus tres hijos: Pepe, Domingo y Luis Miguel). Falleció en Madrid el 21 de agosto de 1958. 


Dominguín con sus tres hijos.  Imagen tomada de Aplausos.es


REMIGIO FRUTOS "EL ALGETEÑO"

Dominguín, en esa tarde del 14 de septiembre de 1916 actuaba a las órdenes del novillero Remigio Frutos Rico "el Algeteño". Exactamente 5 años después, actuando como presidente de una novillada en Algete, pueblo natal y del que era alcalde, bajó del palco y estoqueó a un novillo.

 Así lo cuenta la web  lostorosdanyquitan de donde está tomada la fotografía.


El que fuera popular torero y hombre de negocios taurinos, nació en Algete el día 19 de Julio de 1876 en la calle Mayor. A los veinte años se traslada a Madrid y por sus conocimientos y contactos se inicia de picador, al año siguiente asombra a todos al torear con el capote, comenzando su carrera de novillero hasta 1921. Fue empresario de la plaza de Alcalá de Henares. En las fiestas de Algete de 1921, siendo alcalde de su pueblo y presidiendo una novillada celebrada el 14 de septiembre de 1921, en la que un hermano de “Mancheguito” apodado “Andaluz”  resultó atropellado por un novillo. Negándose el sobresaliente a despachar la res, bajó del palco y estoqueó al novillo de una forma admirable. Tras un accidente taurino, con 71 años, no se pudo reponer totalmente y falleció en Madrid el 24 de Octubre de 1947.  Fuente: Crónica de don Miguel Alcobendas Fernández.


MARIANO MERINO "MONTES II"

El director de lidia de esa tarde del 14 de septiembre era Mariano Merino Montes, apodado Montes II.

Portada y primera página de la revista "Toreros" de 01/10/1911

Tras los datos aportados por la revista, poco más se sabe de Montes II. En el periódico "La Publicidad" de 27/01/1909, se da la siguiente noticia:

Para la corrida de novillos. que sé celebrará en Salamanca el día 2 de Mayo del presente año, han sido ajustados los diestros Pacomio, Peribáñez y Mariano Merino Montes chico. Las corridas, contratadas. en la anterior temporada por Mariano Merino, Montes chico, han alcanzado la cifra de 29, toreando tan sólo 25 y perdiendo 4 por causas ajenas a su voluntad.

Y El Cossío añade que fue cogido en Bilbao en 1912 por un novillo de Clairac. Ese mismo año, en Valladolid, actuó de sobresaliente, y al capotear al séptimo toro, de don Tertuliano Fernández, fue volteado y corneado fuertemente; se mudó de traje y salió a estoquearlo, tras lo cual pasó a la enfermería donde fue curado de sus heridas: una de 6 cm en el costado derecho, otra en la rodilla derecha y conmoción visceral.

Por la relación de ingresos y gastos de 1916 del Ayuntamiento de Cadalso sabemos que Montes II cobró 400 pesetas, 100 más que el polvorista y 100 menos que la banda. De Algeteño nada se dice.

Me corto la coleta

Puede parecer pretencioso servirme de esta frase, reservada para los que del enfrentamiento con el toro han hecho su oficio, pero permítase...