A San Lorenzo lo quemaron vivo en Roma; ese fue su martirio. El pueblo conquense de mi amigo y abonado Samuel (aunque de lo segundo no ejerce), lo recoge en su nombre: San Lorenzo de la Parrilla. A los abonados que ejercemos, año tras año nos martirizan con el Puerto de San Lorenzo. No siempre. Alguna vez se equivocan y medio valen, como en 2010. Precisamente esta misma mañana se descubría en Las Ventas el azulejo que conmemora su elección como corrida más completa en presentación y bravura (sic) de San Isidríto 2010. Menos mal que lo han hecho por la mañana, que si lo dejan para mañana...
No me vio llegar. Don Venteño, a dos metros de la barra, dibujaba un natural, citando con el brazo izquierdo extendido, paralelo al suelo, y la mano abierta con los dedos juntos haciendo un ángulo recto con el antebrazo, apoyando su peso en la pierna izquierda, girando la cintura despacio mientras describía una media elipse bajando esa mano zurda, inclinando ligeramente el cuerpo, y terminaba la curva echándose el brazo detrás de su cadera, para inmediatamente hacer un giro de muñeca, llevar de nuevo el brazo verticalmente hacia delante, mientras el cuerpo oscilaba para echar el peso ahora en la pierna derecha, pasando la mano cerca de ambas rodillas, girando la cintura hacia la derecha y rematando con la mano izquierda en el hombro derecho. Entonces, recuperó su postura natural, dio un paso hacia la barra, levantó el mentón y dijo a Remi:
-¡Esto es torear!
Un grupo de jóvenes que se habían abierto en semicírculo prorrumpieron en una ovación. Remi, que miraba incrédulo con la boca abierta, acertó a decir: ¡Ole!
Entré en escena: ¡Vivan los toreros buenos!
Al verme se ruborizó:
-¡Ah! está usted aquí. Bueno, ejem, es que me había preguntado Remi cómo habían estado los toros, y, sin pensarlo, me ha salido esto.
-Imagino por qué.
-Acierta usted. Han sido dos grandes series con la zurda, y en ellas dos enormes naturales completos, de alante a atrás, y un remate de pecho de abajo a la hombrera. Creí que nunca más lo haría, pero Dios es bueno.
Traté de recordar: -Fueron más de dos series de naturales las que dio El Cid en el cuarto toro.
Me miró fijamente con los ojos acuosos:
-Pero las que me emocionaron fueron esas dos.
-¡Esto es torear!
Un grupo de jóvenes que se habían abierto en semicírculo prorrumpieron en una ovación. Remi, que miraba incrédulo con la boca abierta, acertó a decir: ¡Ole!
Entré en escena: ¡Vivan los toreros buenos!
Al verme se ruborizó:
-¡Ah! está usted aquí. Bueno, ejem, es que me había preguntado Remi cómo habían estado los toros, y, sin pensarlo, me ha salido esto.
-Imagino por qué.
-Acierta usted. Han sido dos grandes series con la zurda, y en ellas dos enormes naturales completos, de alante a atrás, y un remate de pecho de abajo a la hombrera. Creí que nunca más lo haría, pero Dios es bueno.
Traté de recordar: -Fueron más de dos series de naturales las que dio El Cid en el cuarto toro.
Me miró fijamente con los ojos acuosos:
-Pero las que me emocionaron fueron esas dos.
Me daba cosa ponerle peros, viéndole así: -Y mira que le cuesta al hombre. Parece que hace más esfuerzos que un levantador de piedras. Con todo y eso, la oreja ha sido excesiva: un regalo.
Terminó la botella de cerveza, y respondió:
-Le dije el otro día que se da mucha importancia a los despojos. Qué me importa a mí si le han dado apéndices o no. A mí lo que me vale es eso que he visto. ¿Que hubiese matado en su sitio? Mejor. ¿Que hubiese toreado bien de capote? De perlas. ¿Que la faena hubiese salido redonda? Dabuten. La oreja, para el casquero. Y el recuerdo, para mí.
-Ya. Pero bien que se enfada cuando a El Juli le dan una oreja...
Apoyó su codo derecho en la barra, me puso la otra mano en el hombro:
-Mire cadahalseño, si a mí El Juli me hubiera hecho tilín aquí -y se llevó la mano derecha al pecho -aunque hubiera sido con un solo pase, me callo. Pero si además de no llegarme, juega a las mentiras y se lo premian, entonces estallo.
Me gustaba verle tan intimista, pero no podía quedarme mucho tiempo: -Dejemos a El Juli en paz y vayamos a lo de hoy.
Se volvió a incorporar y pidió una nueva cerveza:
-Y para qué vamos a hablar de lo demás. ¿Qué quiere que le diga? Que la presentación de ese feísimo choto veleto es para que dimita don Trinidad y su equipo de veterinarios. Que los cuatro del Puerto de San Lorenzo que medio se mantuvieron en pie, estaban podridos por dentro. Que por qué ha comprado la empresa un buey como el sobrero de Salvador Domecq...
-Y para qué vamos a hablar de lo demás. ¿Qué quiere que le diga? Que la presentación de ese feísimo choto veleto es para que dimita don Trinidad y su equipo de veterinarios. Que los cuatro del Puerto de San Lorenzo que medio se mantuvieron en pie, estaban podridos por dentro. Que por qué ha comprado la empresa un buey como el sobrero de Salvador Domecq...
-No siga por ahí. Hablemos de la terna.
Quiso monopolizar la charla:
-Rapidísimo: El mío Cid resucitó sólo por dos minutos, ¡pero qué dos minutos!, para traernos el toreo eterno por naturales, el estaquillador cogido por el centro, que es la forma de poder rematar atrás. En el primero, que era un animal flojo que simplemente iba y venía, El Cid ni fue ni vino. Y en el cuarto, exceptuando los naturales, más de lo mismo: eléctrico con la derecha y dejando caída la espada.
El Cid rematando un natural al cuarto de la tarde. Foto de Rafa Carlevaris.
Intenté meter baza: -Lo cierto es que el ganado no permtió el lucimiento.
Continuó:
-Ya se lo he dicho antes. Y con esta basura lo mejor es liquidarlo con una de aliño, y punto. ¡A qué entonces estar haciendo el mono delante! Sólo lo entiendo si lo que quieren es que un revolcón caliente a la gente, como hizo Perera en el segundo. Aquí venimos a ver torear y no a que se dejen coger. Y menos a ver más y más circulares invertidos. Luego, en el quinto, de Carmen Segovia, que sí se podía torear, lo desaprovecha ahogándole, y venga que te dale al péndulo y demás zarandajas.
-Fernando Cepeda, su apoderado, fue raudo a toriles tras la segunda devolución a negociar el tercer sobrero.
-Hombre, esa es su obligación. De Daniel Luque poco hay que decir. El tercero, que era un sobrero de Salvador Domecq, habría dado más juego uncido a un yugo como buey de carreta. Y el sexto era un animal tan descastado como pesado el sevillano con su arrimón y esas historias. En su debe: haber brindado este toro al respetable. En su haber: las verónicas de saludo. Fin.
Cuando saliamos, cambió de discurso y se puso melancólico:
-Hay una cosa que me ha puesto triste.
-Cuénteme.
-Cuando El Cid iba dando la vuelta al ruedo, una mujer desde la delantera del 5 ha lanzado una rosa roja que ha caído en la arena cerca del estribo. El diestro y su cuadrilla han pasado cerca y no han recogido la flor. La mujer daba saltitos para llamar su atención, pero los cuatro siguieron su paseo sin prestarla atención. Esa mujer se habrá ido completamente desilusionada. No lo merecía.
Le apreté el brazo: -Le conviene a usted quitarse romanticismo de encima, que ya no se lleva.
-Si pudiera quitarme 50 años y estas canas...
-No vendría a los toros. Hasta mañana.
-Agur.
Puntuación de la corrida del Puerto de San Lorenzo el 19/05/2011 en Las Ventas
(Cada aspecto está puntuado de 0 a 5, y la nota media es ponderada, al no tener todos los aspectos el mismo peso en la puntuación)
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