Casi es tradición en Las Ventas que en tarde de diluvio caiga alguna oreja, además de agua. El guión siempre es el mismo: manta de agua, tendidos vacíos, personal de gradas y andanadas remando a favor. Hoy, si acaso, entre esas gentes había un plus de jóvenes, vestidos de marca, que provocaron incluso que se aclamase con gritos de ¡torero, torero! al de la casa Chopera. Un despropósito más que se suma a los que ya llevamos sufridos. Llueve sobre mojado.
La gente del tendido había huido despavorida al salir el sexto, en cuanto los goterones se transformaron en fuerte chaparrón, pero no habían podido salir de la plaza y los pasillos estaban llenos al terminar el festejo. Al intentar bajar por las escaleras que dan al patio de arrastre me topé con don Venteño, sentado a un lado de la escalera sobre una almohadilla .
- ¡Qué hace aquí, hombre de Dios! Le van a pisar.
- ¡No ve que hay un tapón al final de la escalera y no se puede pasar! Y como parece que esto va para largo, y no hay mejor sitio donde posar mi cuerpo, aquí me tiene, amigo Cadahalseño. Pero usted no se corte un pelo y siéntese aquí delante.
Me pareció una cosa más bien ridícula, pero algo me empujó a solidarizarme con el viejo aficionado, saqué mi almohadilla y me senté delante de él. Al poco tiempo, varias personas nos imitaron.
- Veo que apenas se ha mojado. ¿No ha visto el último novillo?
- Sí, porque en cuanto vi la nube negra que entoldaba la plaza, en el cuarto, me subí a la última fila del tendido, resguardándome justo debajo del voladizo del palco real. Usted como es de grada, tan ricamente.
- Ya es un clásico gritar en la grada, en cuanto empieza a llover, una frase de Julián, un antiguo abonado que ahora anda por la zona de jubilados: ¡Agua pa'los ricos!
- Y para los pobres aficionados que no levantamos cabeza. Mira que tener que oír que aclamen a un novillero, por muy Antonio Catalán que se llame, que no ha hecho nada digno de mención, salvo ponerse como una sopa. Cuatro pases, la mitad de ellos enganchados, y una estocada rinconera a un carretón. Esto sólo se diferencia de una plaza de talanqueras en que es más grande y hay gente que no se moja cuando llueve.
- Hombre, la gente tiene en cuenta las dificultades del terreno y el peso de la muleta empapada.
- ¡Qué coño dificultades! si ha cambiado tres veces de muleta y la faena ha sido breve. En esto la principal dificultad la debería poner el toro, y su novillo no ha ofrecido la más mínima, porque era un animalito muy colaborador.
- No, si el hijo del hotelero no es santo de mi devoción. Ya le he dicho que el año pasado fue uno de los partícipes en la caída total del cartel del 14 de septiembre, el principal de la feria de Cadalso. En realidad, no creo que los novilleros fuesen los responsables. En mi opinión, hay que mirar a sus mentores: Ruiz Palomares, en el caso de Colombo, Manolo Sánchez, en el de Toñete, y Morenito de Aranda, en el de Jesús Ángel Olivas. El venezolano tuvo la disculpa de una lesión el día anterior en Albacete, aunque no tuvo problema en torear el día 15 en Nimes. Toñete presentó un parte médico firmado por un doctor con el mismo apellido de la madre, Palazón, aconsejando reposo durante 48 horas, a pesar de lo cual sí toreó el día 15 en Sangüesa. El Ayuntamiento publicó una nota achacando la caída del cartel a la negativa a tocar los novillos anunciados, de Zacarías Moreno, y que yo sepa nadie lo ha desmentido. Así que no seré yo quien defienda a ninguno de éstos.
- Ahora que lo dice, lo que sí me ha llamado la atención es la diferencia de presencia entre la novillada de Guadaira, o de cualquier otra en esta temporada en Las Ventas, y la del Conde de Mayalde, muy terciada y cómoda de caras. Claro que aquí nadie ha dicho ni mú, porque los taurinos ya se han preocupado de malmeter al personal con ese cuento de que aquí se echan a novilleros poco placeados auténticas corridas de toros, y nadie quiere que le señalen con el dedo. En primer lugar, es mentira, un novillo es un toro que no ha cumplido cuatro años, y ninguno excede del peso máximo reglamentado, 540 kilos. Y en segundo lugar, lo que es inadmisible es que pisen el ruedo de Las Ventas novilleros que no han acreditado un mínimo oficio; eso es lo que debe denunciarse. Aquí se viene ya aprendido.
- Además de terciada y cómoda, yo añadiría que la novillada "ha servido", como dicen los taurinos, por lo menos un novillo por coleta. El de Pablo Atienza ha sido el cuarto, un toro noble, con movilidad y que se desplazaba sin dificultad, pero que requería un poco de mando para conducir la embestida y el segoviano parece que lo de parar, mandar y templar no lo conjuga.
- Pues no será porque no lleva ya tres años en el escalafón. Ha pasado el tren y no lo ha cogido.
- El de Alfonso Cadaval ha sido el segundo, un toro que ha salido suelto, pero que metía la cabeza con transmisión por el derecho, abriéndose en el embroque. El sevillano anduvo sin colocación, sólo acompañando la embestida, sin acoplarse con la zurda y alargando la faena hasta que el novillo se rajó. El quinto fue un manso muy sosón.
- Y se juntaron el hambre y las ganas de comer, porque Cadaval anduvo plomizo y se empeñó en alargar el tostón. Recuerde que a Dámaso González, que en gloría esté, le contábamos los pases, y hoy sería un torero de faenas breves. ¡Qué tiempos aquéllos, en que además los novilleros venían en novillero y no como alumnos de academia!
- Déjese de nostalgias, don Venteño, que no se llevan. Y, claro, el de Toñete fue el carretón sexto del que ya hemos hablado. El tercero, muy terciado, fue también sosísimo y el coleta no puso lo que le faltaba al utrero.
- Digo yo que son de academia, porque no les han enseñado cómo hay que colocar al novillo en el caballo, y dónde se tienen que situar ellos. Hoy ninguno lo ha hecho, dejando a los novillos dentro de las rayas y quedándose en la cabeza de los caballos. ¿Ha oído alguna protesta? Lo que se hubiera escuchado si un jaco roza con su herradura la raya. Este es el nivel del respetable. ¿Y qué me dice de las cuadrillas? Ni un par en condiciones, porque los que han quedado igualados, han sido pasados, incluso los de Miguel Martín y Fernando Sánchez, los dos de la sierra toledana de San Vicente y desfacedores de entuertos.
- Pero repare en que sus pares han quedado en una perra gorda, como se decía antiguamente.
- Ya sé, amigo Cadahalseño, que los dos le caen muy bien, será porque vienen de su querido Valle del Terror. Al fin y al cabo también usted ve los toros con su cristal.
- Como todo quisque.
Pasadas las 10 de la noche, osamos salir a la calle a cabeza descubierta y nos despedimos en la boca del Metro con un hasta la próxima.
Cuadro de puntuación de la novillada del Conde de Mayalde
Enlace a LA TARDE CONTADA EN IMÁGENES
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