domingo, 27 de mayo de 2018

La otra Tauromaquia. Las Ventas, 27 de mayo de 2018

La actual Tauromaquia está absolutamente dominada por la dictadura de la uniformidad. Uniformidad en el comportamiento noble y colaborador de un toro flojo y mimado en el caballo. Uniformidad en el toreo estético de muleta. Y uniformidad en los gustos de los espectadores, acorde con lo que se les ofrece y con la opinión publicada por los adláteres de los taurinos. Si algo se sale de esta uniformidad debe saber que contará de antemano con el rechazo frontal de unos espectadores adoctrinados en el pensamiento único. Todo lo que se escape de tan estrechos límites es otra Tauromaquia. Por ejemplo, la de esta tarde en Las Ventas.

Lo habitual y deseable no es que el torero deba correr detrás del toro,
pero dos no pelean si uno no quiere

El domingo por la tarde es la agonía del fin de semana y ello se nota en la concurrencia a los bares tras la corrida. No había problema en el Rincón de César para llegar a la jurisdicción de don Venteño. Al verme con la bolsa de patatas fritas del churrero de Cadalso se levantó y llamó a Remi.

- Mira Remi, llena un plato de estas patatas y el resto me las guardas celosamente para las próximas tardes. Y ahora nos pones una lata de mejillones Escuris de los grandes, de las de 6 piezas.

El bueno del camarero hizo un saludo militar y se fue leyendo la bolsa de patatas.

- Ha cumplido su palabra, Cadahalseño. Le debo una.

- Calle, que a usted no le va el postureo. El deudor soy yo, porque toda una Feria de cervezas por la cara me da un poco de vergüenza.

- Tampoco va el postureo con los toros de hoy. A ver quién es el guapo que se pone bonito. Lástima que los peores toros hayan salido al final y que el último haya puesto el peor colofón al encierro, yendo a echarse a la puerta de chiqueros. Le contaré una cosa. Al final de la corrida, la ganadera se encontraba rodeada de muchos amigos dándole ánimos. ¡Qué contraste con ese pobre portero del Liverpool ayer arrodillado llorando sólo al final del partido!

- Me sorprende, don Venteño, que hable usted de fútbol.

- No le hablo de fútbol, hombre de Dios, le hablo de valores: compañerismo y solidaridad. Cuando hay triunfo, sobran los de las palmaditas en la espalda y las enhorabuenas, que son hasta inoportunas. Cuando se fracasa es cuando se necesita una mano sobre el hombro, que a veces cuesta encontrar. A eso me refiero. Pero mejor hable usted de los toros, mientras le preparo la tapa como es debido.

Había aparecido Remi con los platos de mejillones y de patatas fritas, que dejó cuidadosamente sobre la mesa, al tiempo que advertía socarronamente:

- Maestro, cuidado con el derrote del mejillón que la mancha no sale.

Don Venteño, sin reparar en el comentario, se puso a colocar cuidadosamente los seis mejillones sobre las patatas más grandes, mientras yo me arrancaba.

- Qué quiere que le diga. Que en conjunto no ha sido buena. Esta ganadería tiene una cualidad muy definida, que es la transparencia en la mansedumbre, porque los mansos no se esconden. Al contrario, lo proclaman abiertamente y no dejan el más mínimo resquicio para la duda, como los cuatro últimos, Son toros que huyen sin complejo alguno de su condición cobarde. Cualquier aficionado lo sabe. Lo que no suele suceder es que la mansedumbre descastada llegue hasta el culmen de cruzar la plaza para ir con derechura a echarse en la puerta de toriles, como usted ya ha apuntado del sexto de la tarde.

Me ofreció un mejillón de trapío imponente sobre una patata grande.

- Pruebe, pruebe esta delicia. A propósito, que leo últimamente eso de "cierraplaza" con que se refieren al último de la tarde y me paso a la siguiente página. Pero volviendo al tema, ¿usted cree que el personal se preocupa de saber qué ganadería es Dolores Aguirre, o cualquier otra? Nada, hombre, aquí vienen a digerir el menú del día y punto, Y a pedir la devolución de toros por mansos, que don Jesús María Gómez está sentando cátedra, además de precedente. Que se simula el tercio de varas a un torito bodeguero, perfecto y todos contentos. Que es difícil meter un abanto en el penco, a pedir su devolución, ¡faltaría mas! Da igual que después el toro acabe empujando con todo en dos varas inmisericordes, como el cuarto, al que han dado más cera que a toda la camada de Zalduendo en una temporada. Ni el personal ni el presidente están acostumbrados a esto, porque ya me dirá cómo es posible que se deje crudo a un tercero que no se picó, por más que entrase siete veces a los caballos y se rebotase otras tantas, sin ordenar banderillas negras. O cómo es posible que habiendo dos toros muy interesantes en la suerte de varas y con poder suficiente, como los dos primeros, se nos prive de ver una tercera entrada.

- Ha hablado usted de esa condición de fuerza que hoy no se valora. Si un toro sale noble y fijo, aunque esté inválido, se le aplaude. Si sale manso y con poder, se le protesta.

- Es la Tauromaquia del siglo XXI, y yo soy del XX, ésa debe de ser la explicación: que en los tiempos que corren no tiene cabida otra cosa. Por eso cuando aparece el toro-toro en el ruedo, y me refiero al segundo, todos los de luces andan de cabeza y sin saber cómo meterle mano. Mira que le ha masacrado el piquero, y los banderilleros navegando, y Venegas sudando la gota gorda. Aquí quiero yo ver a los figuras, que son los que estarían capacitados para esta lidia, pero el que puede elegir, ya se sabe, mejor el toro para ballet que para la pelea, como dice don Tomás Prieto de la Cal.

- Sí, hoy se anuncian los toreros que no pueden elegir, los de las lentejas, si quieres los toreas y si no los dejas. Ya es mérito hacer el paseíllo con ellos. Sin embargo, creo que se han equivocado en la lidia, porque con el toro huidizo y fuerte hay que doblarse, a ver si con eso al menos se fija. De los tres, me quedo con Gómez del Pilar en el tercero, ése que quedó completamente crudo y brusco, al que no le volvió la cara y se jugó el tipo con él, de manera seca y sin aspavientos. Aunque la estocada quedó caída, no era fácil entrar a por él en la puerta de toriles, y mereció dar una vuelta al ruedo de las de verdad, pero esto es algo ya en desuso y acabará perteneciendo al mundo antiguo. Rubén Pinar tardó en aprovechar la encastada media arrancada del primero, pero de mucha emoción, porque metía la cara muy por abajo, antes de pegar el derrote. Al final, con la muleta retrasada logró pases más limpios y las tandas probablemente más intensas que hayamos visto en esta feria.

El viejo aficionado dio cuenta del "cierralata", se limpió la comisura de los labios, y me invitó a levantarme.

- Podemos irnos, Cadahalseño, no sea que también acabemos en la puerta de arrastre, como los toros de doña Dolores. Allá penas a los que dicen que se aburren en tardes como ésta. Ya me aburro yo en muchas otras que ellos se van tan felices. Pero no me ha dicho nada de picadores ni banderilleros.

Salimos sin prisas, hablando del gran par de David Adalid al quinto, de la falta de pericia para banderillear a este tipo de toros, sin saber aprovechar las querencias y los relances ni intentar pares al sesgo, ni tener claro que hay que meterlos por dentro al caballo cuando es imposible hacerlo colocados fuera de las rayas. Aunque el personal no lo entienda, ¡coño! 

Cuadro de puntuación de la corrida de Dolores Aguirre



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Me corto la coleta

Puede parecer pretencioso servirme de esta frase, reservada para los que del enfrentamiento con el toro han hecho su oficio, pero permítase...