viernes, 1 de junio de 2018

Cayetano puntúa con una moruchada de Victoriano del Río. Las Ventas, 1 de junio de 2018

Hace sólo cinco días, la crítica "especializada" se tiró a la yugular de la ganadería de Dolores Aguirre y no se limitó a descalificar la corrida del pasado domingo como una moruchada, sino que además exigía, más que aconsejaba, llevarla al matadero. Si son coherentes, ya están corriendo a reclamar a don Victoriano del Río que mande una caravana de camiones a Guadalix de la Sierra para transportar toda la ganadería al matadero más próximo. Pero pedir coherencia en España, precisamente en un día como hoy, y no hablo de toros, parece pecar de sarcasmo.

La tónica general del encierro de Victoriano del Río

En viernes de whisky y clavel, es misión imposible tener tranquilidad en cualquier bar cercano a la plaza. El mensaje de don Venteño me citaba en la Plaza de la América Española. Allí estaba esperándome.

- A las buenas tardes, Cadahalseño. Si le parece nos alejamos un poco del ruido de Las Ventas y tomamos algo en un bar tranquilo.

- Siempre a sus órdenes.

Iniciamos el camino por la solitaria calle Sancho Dávila, paseando tranquilamente.

- Venía dando vueltas sobre una frase que le oí a don Fernando Cuadri, en una charla que dio en Cadalso hace unos años. Decía: los ganaderos del encaste Domecq son muy buenos, porque caminan sobre ese filo de la navaja que separa la bravura de la mansedumbre, y saben cuándo y cómo añadir el picante para evitarlo. A lo mejor a Victoriano se le ha ido un poco la mano.

- Ya es casualidad que se le haya ido hacía la mansedumbre y no hacia la bravura, a la vista de sus dos corridas y un tercio de esta Feria. Se ha ganado a pulso un añito en la nevera y esperar a ver cómo funciona en otras plazas.

- Hombre, lo que no es normal es ese comportamiento huidizo de salida y rajado de cierre de la mayor parte de los toros. Que ocurra con los atanasios no sería una excepción, pero no es lo típico del encaste bodeguero.

Tuvimos que bordear la acera porque coincidimos con la salida de la sesión del Teatro Tribueñe y entramos en el bar adyacente. Acompañaron las dos cañas de Mahou con un plato de ensalada campera, a la que hubo que añadir un chorro de aceite de oliva.

- Lo que no es de recibo es la oreja que don Trinidad ha regalado a Cayetano. Ni había pañuelos suficientes, ni había hecho nada en ese tercero. Además, deben fijarse en el público que lo pide, que hoy era el clásico día de lleno de aluvión. Este palco se está devaluando aún más esta temporada y va a parecer la plaza de Talavera, con mis máximos respetos al pueblo donde murió el gran Joselito.

- Ya vuelve usted con las orejas. ¿No decía que los despojos no le interesan?

- ¿Y qué? Si los políticos pueden decir hoy lo radicalmente contrario a lo que dijeron una semana atrás, no voy a ser yo menos.

No es el viejo aficionado amigo de la ironía, pero por alguna razón no estaba muy centrado en la corrida.

- Vale, prescindiendo de la oreja, que estoy de acuerdo con usted que ha sido un disparate, yo creo que Cayetano ha traído un soplo de aire fresco y de personalidad que nos hace mucha falta. Me quedo con ese galleo por verónicas del sexto, preciso en su finalidad de llevar al toro al caballo, vistoso y realizado con naturalidad, muy bien rematado con esa revolera para dejarlo colocado en las rayas. Y ese inicio de faena de muleta al tercero, sentado en el estribo, con sabor añejo y que tanto practicaba Ignacio Sánchez Mejías. Y su disposición para irse a portagayola y además dar el lance preciso. Lástima que después en el quite de Ronda el toro se fuese en el primer lance.

- Ya sé, Cadahalseño, que usted valora la portagayola, que yo hasta prohibiría, pero no me diga que esa forma de tirarse a matar, medio en plancha y yéndose...

- No es muy ortodoxa ni bonita, lo reconozco, pero ha sido eficaz en sus dos toros, aunque una estocada quedó en el rincón del abuelo. Y le diré más. El único que no ha hecho un toreo periférico esta tarde ha sido él. Porque Manzanares ha estado como suele y Castella los ha largado fuera sin disimulo.

- Pero hombre de Dios, ¿usted cree que eso les preocupa a ellos? No ha visto como le aplaudían y jaleaban al francés en el cuarto esas tandas despegadas por la derecha y los naturales citando en oblicuo y llevando al toro con el extremo de la muleta hacía fuera. Si eso encandila al público, no van a dejar de hacerlo. Y como Castella tiene fama de valiente, ni se lo miran. Cría fama y échate a dormir.

- Ese cuarto, un auténtico borrego, ha sido el único toro con posibilidades de lucimiento. Y ya le digo que con esas tandas en los medios y ese arrimón con péndulo y circular invertido al toro ya aplomado, si llega a matar a la primera, se lleva otra orejita.

Don Venteño me preguntó si quería otra caña, pero al no verle por la labor, la rechacé.

- Aquí lo que hay que tomar ya es una medida contra la pesadez de hacer eternas las faenas a toros de Guisando. Como unos pocos pitos no surten efecto, habrá que buscar medidas más contundentes. ¡No hay derecho a lo de Castella! El otro día dos avisos, hoy tres. ¿Y qué me dice de la costumbre de dejar agonizar a los toros por no querer descabellarlos? Esto lo ha hecho hoy en sus dos toros, y es la peor publicidad que puede hacerse si los animalistas difunden esas imágenes.

 - Es un vicio que adquieren porque le es rentable para cortar orejas. Pero hágame caso, los culpables de este y otros vicios no son los toreros, sino el público que los consiente, si es que no lo fomentan, siempre guiados por los críticos "especialistas".

- Oiga, Cadahalseño, que hoy es viernes y no me ha metido prisa con eso de irse a su pueblo.

- Porque me voy mañana sábado. No hemos hablado de Manzanares. Bueno, sí, para decir que no se ha pasado los toros por el fajín, pero eso no es noticia.

- Y que ha matado bien, pero eso tampoco es noticia.

- ¡Toma! y que venía guapo y elegante, como decía mi sobrina. Bueno, del juego de la mansada de hoy da pereza hablar más.

- Eso, eso, cuando no hay toro, una de aliño y a matar. Así que podemos cortar y darnos el piro.

 En ese momento entró en el bar Javier Villán, acompañado de dos señoras, procedente del teatro. Se sentó, sacó una libreta y comenzó a escribir sobre una mesa. Sin duda, la crítica de la obra "Surge Madrid".

- Qué pena, don Venteño, que Villán dejara la crítica de toros. Yo no me perdía ninguna de sus crónicas en 'El Mundo', de las que aprendí muchas cosas.

- Pero hombre, qué va usted a aprender, si de toros no saben ni las vacas. Eso decimos todos los aficionados cuando nos equivocamos o ignoramos una cosa. Pero, en realidad, sólo lo pensamos de los demás. Que tenga buen viaje y le espero el domingo después de la de Miura.

Cuadro de puntuación de la corrida de Victoriano del Río


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Me corto la coleta

Puede parecer pretencioso servirme de esta frase, reservada para los que del enfrentamiento con el toro han hecho su oficio, pero permítase...