No son tiempos para la épica. Ni para la lírica. Es la era de la estética. Taurinamente hablando, también.
Y para dar gusto a esa masa pagana de gusto estético y orejil, tres hombres G se trajeron de Guadalix un encierro de bonitas hechuras y entre tontinobles y mulas, con la excepción de uno bronco (siempre hay un garbanzo negro en todo cocido). Y, de por si acaso, un zalduendito al uso.
Miguel Ángel Perera era el más alto, pero el de menos neon en el cartel, y terminó fundiendo a negro a las otras dos estrellas G. 3 orejas 3 se llevó en el esportón. Los estadísticos nos dirán cuál fue el último diestro que se las arrancó a dos toros en Las Ventas. Y ahí quedará todo: en las frías, abstractas e impersonales estadísticas. Porque no creo que su actuación perdure en la memoria de los aficionados. Fue una más.
Vino el pacense muy reposado y estirado y le cupo en suerte un tercero manso y escarbador, doliente en banderillas, de esos que arrancan haciendo ballesta con los cuartos traseros, y cuando uno así lleva el hierro de Victoriano del Río, no suele fallar por su comportamiento noble y repetidor. Lo cabalito para el estilo Perera, de pierna atrás y series de un solo y larguísimo pase, sin solución de continuidad, llevado con estético temple, y rematado con cadenciosos pases de pecho. Y el gentío rugió como si allí se estuviera descubriendo el toreo. No importó que se aliviase al entrar al matar para la apoteosis de pañuelos y las exigencias de otra-otra-otra. Todo, hasta las dos revoleras de remate del quite por chicuelinas, fue muy estético y muy pulcro; vamos, lo aseado elevado al summum. Lo que mola hogaño.
Los nuevos cánones: lo arriesgado y puro son los pases descargando la suerte, al hilo del pitón
El segundo de su lote debía de ser hermano del anterior, porque atendía por el mismo nombre, y nació en la siguiente paridera. No era de mucho respeto y en su interior albergaba el alma de una borrica a la que algún duende cachondo había colocado dos cuernos al lado de las orejas. Como tal jumento, andaba el animalito al lado del torero, parándose a mitad de los pases sin mover la cabeza, solo deseando que, de una vez por todas, la tela que le enseñaba ese humano tan raramente vestido, se transmutase en la paja que ansiaba comer. Y, señores, ahí fue el acabose. Si el negrito conseguía caminar tres pasos detrás de la roja, salía un olé de miles de bocas; si el diestro insistía sin moverse agitando la franela cuando el asno dejaba el cansino caminar a su lado, muchos se asombraban: ¡qué forma de tragar! No había riesgo alguno, podía haberle puesto el ronzal y llevárselo a su casa. Para mayor alarde se pegó un arrimón que lo único que demostró fue la total y absoluta falta de casta del seudotoro de Victoriano del Río. Enterró el estoque, pero la acémila, aculada en tablas, no caía. El héroe, verduguillo en mano, veía cruelmente agonizar a la pobre criatura, con dos avisos sonados, sin querer aventurarse al riesgo de fallar, y eso que ya tenía abierta la puerta grande. Para satisfacción del de luces, de la crítica y del personal, dobló las manos al fin el cuadrúpedo y afloraron los moqueros como si Perera hubiese cuajado una faena a un toro de lidia (la explicación del éxtasis pueda estar en aquella frase que salió del sol: ¡Qué gente más rara ha venido hoy!). Otro triunfo de la imparable Torerimaquia. ¡S.O.S. que alguien salve a la Tauromaquia!
Había abierto plaza “El Juli” con un sobrerito de Zalduendo, del que no gastaré una línea en hablar. Pechó después con un cuarto bronco, que es lo que necesita el madrileño para demostrar, a falta de una clase innata, su mayor virtud: la de torero poderoso. Pareció que iba a dominar la brusquedad del bicho, cuando se fue rajado a tablas. Pero lo trajo de nuevo al tercio y la pelea cambió de signo, perdiéndola Julián López a los puntos.
Manzanares tampoco demostró ayer una de sus mejores virtudes: disimular sus mentiras con la muleta. Esta vez buena parte de los jaleadores se dieron cuenta de ese toreo periférico que practica, a pesar de que el segundo era un auténtico carretón, casi chochón. Al mansísimo quinto lo liquidó de una estocada hasta la bola. Está claro que la suerte suprema es el mejor valor del alicantino.
En banderillas destacaron Rafael Sosa y Jose María Soler, por el riesgo que asumieron. Sin embargo, al que hicieron desmonterarse fue a Juan Sierra.
- Ya lo ve, amigo. Madrid ya no es Madrid, que parece Talavera. Sin Tajo y con aprendiz de río, pero como Talavera.- ¿Y no será que es usted el que lleva el paso cambiado?
Cuadro de puntuación de la corrida de Victoriano del Río (5) y Zalduendo (1)
(Cada aspecto está puntuado de 0 a 5, y la nota media es ponderada,
al no tener todos los aspectos el mismo peso en la puntuación)
Momentos previos
3 hombres G
Tercer No-Hay-Billetes
Salvador Núñez recibe correctamente al primero bis
El Juli hizo el quite al que tenía derecho, por chicuelinas
Álvaro Montes deja una y se lleva otra
Fernando Pérez las dejó sobre la piel de "Renacer"
El de Zalduendo se rajó. No fue el único
El clásico "julipié"
Barroso no tuvo la culpa, lo colocó mal Manzanares
Capote en alto para evitar que lo devolvieran
Curro Javier clava reunido, pero se alivia un poquito en el primer par
Luis Blázquez huyendo
Natural de Manzanares. Casi un metro entre torero y "Jocundo"
Más lejos no se puede torear
¿Sabe Manzanares lo que es rematar los pases detrás de la cadera?
Francisco Doblado recibe al tercero, con Perera colocado donde no debe
Quite de Perera por chicuelinas de codo elevado
Media de El Juli a "Bravucón I"
Par reunido de Guillermo Barbero
Juan Sierra se pasa. No importó, le hicieron saludar
Cite del arte moderno
Estocada de mucho alivio. Para muchos, una gran estocada
No es un OVNI. Solo un sombrero
Diego Ortiz mira a "El Juli" mientras no pica al cuarto
Fernando Pérez, con problemas
Un tornillazo más de "Impuesto" a José María Soler
La brusquedad del de Victoriano, al que no pudo El Juli
El quinto se vino como un cohete, sin que Manzanares supiese cortarlo. Difícil acertar para "Chocolate"
De nuevo, muy mal Luis Blázquez (como el fotógrafo)
Gran par de Rafael Rosa a "Jerezano"
Estocada de Manzanares. Su mejor momento de la tarde
Perera remata el saludo en los medios al sexto
Francisco Doblado, que hacía la puerta, dispuesto a defender su cabalgadura
Guillermo Barbero no se ajusta con "Bravucón II"...
... y Joselito Gutiérrez, tampoco
Derechazo de Perera, en su estilo
Y cite con la zurda, también en su estilo
El final de la tarde
3 comentarios:
Ya te lo he dicho: Este año nadie mejor que tú se merece el Premio a las mejores crónicas de San Isidro. Esta, vamos, es de... ¡sombrerazo!
Se agradece el "piropo", más aún de quien viene. Pero ya te dije que yo tengo mi premio, incluso antes de empezar la Feria más larga de la historia: la bondad de mis amigos.
Que nunca nos falte...
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