Se anunciaban hoy tres de las figuras de lo que se da en llamar el neotoreo, o lo que es lo mismo, del que da todo el protagonismo a la muleta, y toda la valoración a los pases limpios y largos, haciendo total abstracción de la posición del torero. Por eso, se ha impuesto el toreo perfilero, al hilo del pitón, con la pierna escondida, retorcido y de ejecución centrífuga. Esto priva a los taurinos, a la prensa y, por ende, a los públicos, y más específicamente el del clavel, que en su delirio incluso se han convencido convencido unos a otros que ahí está el riesgo del toreo. Y hoy casi llegan a la apoteosis. Casi.
Cuando hay una alineación de viernes y festejos orejiles, es tarea complicada pedir una caña en cualquier bar de los alrededores de la plaza. Por ello, don Venteño me pidió que charlásemos en un banco público, no en su acepción financiera, sino en la neotecnócrata de mobiliario urbano. Disparó nada más verme:
-Hombre, Cadahalseño, tiene usted suerte de venir con las orejas puestas, pues ya veía yo en grave riesgo esta tarde hasta las nuestras.
Nos sentamos en un banco algo apartado, junto a un anciano matrimonio que todos los días practicaba la muy antigua tradición de ver la entrada y la salida de los toros.
-Tenga usted en cuenta que la mayor parte del personal remaba hoy a favor del triunfalismo. Venían a ver lo que les gusta, y lo han encontrado. Y ya lo ve, tan felices y contentos. Pero, de todas formas, algo le habrá gustado.
Me respondió con la mirada lejana:
-Sí, claro. Sobre todo me gustó el valor y la inteligencia de Talavante ante un toro manso y entero, pero noble, al que aprovechó tanto sus embestidas intensas como sus querencias a tablas. Hubo emoción y también clase, sobre todo con la zurda. Y variedad de pases, desde los estatuarios de inicio a las bernadinas finales, pasando, naturalmente, por los derechazos, naturales y pases de pecho, pero también trincherillas, y adornos, con la virtud de la ligazón. Bien es cierto que con alivios de posición, pero podían disculparse por la condición violenta del manso. Me recordó mucho a la faena que hace dos años hizo a "Cervato", del Ventorrillo. Eso demuestra que el extremeño conoce y entiende este encaste, tanto como ignora el de albaserrada. De ahí el paso del negro a blanco en menos de una semana. Como mató de estocada en las péndolas, se desató la euforia en el palco y asomó dos veces el pañuelo blanco. Un exceso, porque no hubo nada con el capote, ya sea porque de salida "Artillero" se frenó, ya sea porque tanto se dolía de las puyas que era tarea ardua poder siquiera fijarlo entre idas y venidas a los dos caballos.
-Pero claro, si en el toro anterior el respetable había conseguido la oreja para Manzanares, dar el mismo premio a Talavante era una injusticia palmaria.
Se volvió para mirarme:
-La compensación de los errores no es sino su duplicación. Y ya que menta a Manzanares, hablemos de él. El segundo de la tarde era excesivamente terciado
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