Don Julio Martínez, presidente de Las Ventas, se ganaría a pulso, si existiera, la medalla de oro de las Bellas Cuentas de Taurodelta. Ya he perdido la cuenta de los toros que tozudamente ha ahorrado a la empresa y, consiguientemente, ha sustraído a los espectadores. Hoy ha devuelto uno, pero ha mantenido un inválido, el cuarto, que no era apto ni para la lidia ni para dar dos pasos. Y que nadie le cese...
Buena entrada en la segunda de feria
Cuesta prolongar la tarde taurina tras un festejo tan plúmbeo, pero no iba a faltar a mi cita con don Venteño a las segundas de cambio. El Rincón de César estaba lleno de una concurrencia joven y animada. Nadie diría ni que hay crisis económica, ni tedio en Las Ventas. No vi a mi amigo, así que busqué un hueco en la barra y me dispuse a desparramar la vista buscando algún punto atractivo donde posar mi atención. A un lado, un grupo de varones de mediana edad se lamentaba de no haberse quedado echando un mus. Al otro, un chico mostraba orgulloso el móvil a una amiga, enseñando la foto que se había hecho con Mario Vaquerizo. Así de fácil se contenta la gente. No tardó en llegar don Venteño, acalorado:
- Nada, que casi le doy así a un agente que se ha empeñado en que no cruce la calle Alcalá con el muñeco verde. Aquí, siempre le dan una gorra al más tonto de la clase.
Le dejé apoyarse en la barra, y al minuto teníamos delante las cervezas y un plato de aceitunas preñadas. El cambio de humor es una de sus mejores virtudes:
- ¿No pretenderá que hablemos de la presunta corrida de toros?
- Hágase usted cargo de que tengo que garrapatear la pantalla. Si no me ayuda, me temo que la dejaré en blanco.
Soltó una carcajada:
- Pero hombre de Dios, ni que le pagaran.
Preferí no continuar por ese camino y cambiar el tercio: - Supongo que hoy sí se ha aburrido.
Me guiñó un ojo: - Pues no. Pero porque pronto me he desentendido del ruedo y me he concentrado en una morena de grandes y profundos ojos azabaches del tendido bajo, que se ha pasado la tarde hablando con una amiga sentada un fila más atrás. Así que hoy me lo cuenta usted.
Me resigné: - Ya veo que no está por la labor de colaborar. Aunque, la verdad, poco hay que contar.
Me puso paternalmente una mano en el hombro:
- Pero mire que es usted serio. A ver, que le ayudo, que sí he visto el ganado de Los Bayones, una pasarela de bueyes mostrencos, mal presentados, podridos de casta y que harían volver a su tumba si reviviese a ese gran criador de cerdos que fue don Lisardo Sánchez. De lo que aburre a las gallinas.
- Sí, pero como no hay regla sin excepción, ni pijo sin "aifón", el tercero ha sido al menos un toro colaborador, que ha metido muy bien la cara en la muleta. Bien es cierto que "Linero" era terciado y no le sobraban las fuerzas, a pesar de que apenas se le castigó en varas.
Barrunté que me tendía una trampa:
- ¿Y cómo vio usted a Antonio Nazaré?
Respondi, escrutando su mirada: - Ha sacado buenas tandas por ambos pitones, templando con mano baja y alargando la embestida.
Aguardé su comentario con impaciencia. Bebió, se limpió los labios con una servilleta y al fin dijo:
- Ya. Dígame: ¿era un toro tan abanto como para empezar la faena en el 9, entrar a matar en el 5, y acabar descabellando en los medios? ¡Que hay que mirar esas cosas, coño! Antaño se hablaba de la estructura de las faenas. Hogaño se trata solo de dar series y más series, para allá o para acá, donde sea. Además, ha abusado de ese toreo de tío-vivo que ya sé que entusiasma, pero que tiene menos mérito que el de rematar los pases en la cadera y citar de nuevo para ligar el siguiente. Y ha de prestar atención en la brega pues no puede dejar que los toros corten al picador en el tendido del 10, como pasó en el sexto.
Efectivamente, me había echado el lazo con la pregunta. Traté de aliviarme: - Pues para no haber prestado atención al ruedo, se explica usted con mucho detalle.
- ¡Bah! eso lo ve hasta un ciego. Como que en el sexto cualquier esfuerzo era estéril, porque cualquier parecido con un toro de lidia no se daba ni por pura coincidencia. Aunque visto lo que hay, no me extrañaría que le cayese alguna sustitución al sevillano. Además le provocó la réplica en el segundo a David Mora con un buen quite por chicuelinas.
- Pues lo del sexto de Nazaré le pasó también a Matías Tejela en sus dos toros, un primero que fue un marmolillo y un cuarto absolutamente inválido, que, eso si, trató de tapar, poniéndose pesadísimo, que para eso es de la cuadra de Simón Casas.
Pedí a Remi que me cobrara. - También puso voluntad David Mora, arriesgando en las gaoneras de réplica al quite de Nazaré, con el pundonor de jugársela después de haber sido volteado. Lo que no se entiende es que brindase la público ese sobrero de Fraile Mazas, manso de solemnidad, al que intentó obligar, con demasiados enganchones, pero que se rajó a las segundas de cambio. Con el quinto buey, se puso insoportablemente terco, alargando un trasteo imposible.
Nos abrimos del bar y caminamos calle Alcalá arriba, hablando de los subalternos: - Con los garapullos, bien Félix Jesús Rodrñiguez y Victor Manuel Martinez, y rematadamente mal Adolfo de los Reyes, colocándolas a una mano, como los rejoneadores. Mal "El Puchi" en la brega del sobrero. De los picadores, que tan poco picaron, nada que decir.
Se despidió: - El domingo nos espera la de Escolar, que mañana hay caballos.
- Le pido el favor de que vaya, que confirma el cadalseño Mariano Rojo y yo tengo un compromiso ineludible en Ávila.
Contestó sin volverse, elevando su brazo derecho mientras se alejaba:
- Quien para, que envuelva.
Cuadro de puntuación de la corrida de Los Bayones (5)
y Aurelio Hernando (1)
y Aurelio Hernando (1)
(Cada aspecto está puntuado de 0 a 5, y la nota media es ponderada,
al no tener todos los aspectos el mismo peso en la puntuación)
Manón en el centro de la rueda de caballos
Héctor Vicente levanta el brazo al primero
El segundo de los Bayones era una ruina
Mario Herrero también levanta el brazo al sobrero
Teo Caballero, al tercero
Luciano Briceño, al cuarto
Israel de Pedro, al quinto
y José Antonio Flor, al sexto
Fin del muermo
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