lunes, 24 de octubre de 2011

¡Qué mal despide Madrid a "su" Antoñete!

Ni el dia ni el horario eran propicios para poder acercarse a homenajear a Antoñete en su despedida definitiva: un lunes y de 10 a 4 de la tarde. No sé si podría haberse abierto la capilla ardiente ayer domingo por la tarde. Pero, con tanto tiempo desde su fallecimiento, se habría podido habilitar al menos medio ruedo para su último paseo. Ni una cosa, ni la otra.


He llegado a Las Ventas a las 3 y cuarto. Poca gente en los alrededores. Las banderas, a media asta, y el coche fúnebre ya preparado para el traslado. 


Tampoco había sido posible ubicar la capilla en la Sala Antoñete, porque parece ser que la ocupa una exposición tan importante que no podía desmontarse. Y se le ha encajonado en la Sala Alcalá.


En la capilla ardiente, tres cuartos de hora antes de las 4, el caos total, sin una fila organizada, conversaciones en voz alta, fotógrafos ametrallando a todo famosete que por allí quería dejarse ver, periodistas buscando más famosetes para meterles el micro en la boca, falta absoluta de respeto. Y el lector se preguntará: ¿y los miembros del Cuento de Arreglos Taurinos? Pues por allí pululaban buscando a quién abrazar, desentendidos de poner el más mínimo orden en el sarao. En la muy desenfocada fotografía superior puede adivinarse la absoluta desorganización.


En la calle, la gente llana, alejada de los taurinos, esperaba educada y respetuosamente la salida del féretro por la Puerta Grande.


Aquello parecía un homenaje a puerta cerrada, con la Puerta Grande a cal y canto hasta el mismo momento de salida del féretro.


Y cuando por fin (y porque no quedaba más remedio) se abrió el portón, la prensa gráfica, con su habitual prepotencia y general descortesía, ocultaba el ataúd a la vista de todos los que allí esperábamos.


No sólo han impedido verlo, sino incluso avanzar a la propia familia. En la foto, en primerísimo plano, a la derecha, el "responsable" de todo esto, abriéndose paso a empujones.


Y a menos de un metro de la caja han seguido fotografiando y grabando hasta que se ha introducido el ataúd en el coche fúnebre. Digo yo si los fotógrafos serían del National Geographic y han descubierto un insecto entre las vetas de la madera de la caja, para un documental de la 2. Si no, no me explico la necesidad de hacer mil fotografías de lo mismo, a un metro y con el mismo ángulo.


Y digo yo también que, a lo mejor, desde la planta superior alguno habría podido obtener imágenes panorámicas y, además, sin estorbar a nadie. Sin embargo, allá arriba sólo había una decena de personas, como puede apreciarse en la desenfocadísima fotografía.


Eso sí, fue meter la caja en el coche fúnebre y dejarlo allí solo, como abandonado. Fue el momento que el pueblo aprovechó para acercarse.

Ni un guarda de seguridad que alejase a los fotógrafos, ni un mínimo de organización. Está visto que no puede dejarse nada de la mano de los taurinos y menos aún del Cuento de Arreglos Taurinos que "gobierna" don Carlos Abella.

En la prensa digital y de papel quedará todo muy bonito, con la imposición de su medalla y todo. Pero Antoñete no merecía esta su despedida definitiva, como no mereció aquella como torero y que glosó así Alfonso Navalón:
Recuerdo la tarde de su despedida en Madrid con las taquillas reventando de millones. Manolo Chopera en "agradecimiento" al dinero que le había dado a ganar le preparo una encerrona cruel, para decirle adiós a su público preferido. Una barrida de corrales, con toros destartalados y sin ninguna garantía de poder embestir. Todo lo contrario que a Manolo Vázquez en su despedida de Sevilla con unos toros a su medida y todo a punto para un final glorioso y un dineral para llevarse a casa. Antoñete no pudo dar ni una vuelta al ruedo, estrellándose contra aquellos toros desabridos ante lo que era imposible el lucimiento. El público lloraba de indignacion ante semejante canallada y cuando acabo la corrida lo sacaron a hombros para demostrar que la ambición y el egoísmo de un empresario no pueden acabar con la historia de un gran torero. 
También hoy muchos de los que hemos acudido a despedir al maestro Chenel nos hemos ido indignados calle Alcalá arriba. Claro que los taurinos, los periodistas y los del Cuento de Arreglos Taurinos ni se han enterado. Ellos viven en otro mundo: el suyo, que no es el nuestro.

P.D. La noticia en otros blogs:

La broma final (blog Sol y Moscas)

La última Puerta Grande (blog de Manon)

El muerto al hoyo y el vivo al bollo (blog Salmonetes Ya No Nos Quedan)

En el adiós de un mito (Blog Hasta el Rabo todo es Toro)

Decepción a sí mismos (blog de Rosa Jiménez Cano)

Respeto y honor a los muertos (blog Toros Grada 6)

6 comentarios:

Badila dijo...

Una pena no haber podido dar la vuelta al ruedo.

Únicamente su grandeza, ha posibilitado que los aficionados olvidásemos una mejor despedida y pudiésemos gritarle ¡Torero! por última vez en su plaza.

Es cierto lo que escribes pero es tanta la tristeza...

Siempre nos quedará el Antoñete eterno, ese no se ha ido porque está en nuestra memoria, en las distancias, en la media, el natural, el trincherazo, el ayudado por bajo, tantas lecciones a todos...

Un abrazo.

cadahalseño dijo...

Badila:

El maestro Antoñete es uno de los principales "responsables" de mi afición taurina, que maduraría en aquel glorioso primer quinquenio de los ochenta.

Por eso, esto me duele tanto y no puedo silenciarlo.

Un abrazo,

Anónimo dijo...

Una pena, el maestro Chenel se merecía una despedida a lo grande, como era El, plena de respeto, aplausos, nostalgia y lagrimas, las que provocan los Elegidos en la hora del adiós. D.E.P MAESTRO y gracias por las emociones que nos forjo. Adiós.

Un abrazo. Balta

Anónimo dijo...

Maestro, que no lo veo claro, ni en la despedida de un figurón del toreo son capaces de renunciar a su "paraeta". La golferia por encima de los sentimientos. Lo "intransigentes" hemos sido respetuosos con el maestro
Semana dura primero Alfonso después Chenel. Estamos de luto.
LA DIGNIDAD NUNCA SE VENDE.
ADOLFO CAMPOS

Anónimo dijo...

Los periodistas si se han tenido que enterar porque entre los gritos de ¡torero! se oian otros de ¡fuera la prensa!

Miserables todos.


Luis

cadahalseño dijo...

Pues sí, Balta, Adolfo y Luis, todo lamentable. Sin pisar el ruedo, la capilla en un bar privado de Las Ventas, que es el uso de la Sala Alcalá, sin solemnidad ni respeto, ni nadie que ponga coto a los excesos a los que están acostumbrados los periodistas. No lo he contado, pero en la misma sala, entre el bullicio de los corrillos, había una periodista subida en una especie de taburete con la alcachofa en la mano y hablando a una cámara. Yo no pude llegar hasta la primera fila, porque aquello estaba atascado de fotógrafos disparando a los que estaban detrás del cadáver, fotógrafos que discutían a voz en grito por mejorar su posición. Eso parecía una feria.
Al final, Carlos Abella no solo ha tragado con los incumplimientos de Taurodelta en 2011, sino que ha sido incapaz de organizar un duelo a Antoñete como merecía. Si al final ha hecho bueno al veterinario, cosa que parecía imposible. Porque Gómezz Ballesteros no habría organizado esto tan rematadamente mal.

En fin, un abrazo a todos.

Me corto la coleta

Puede parecer pretencioso servirme de esta frase, reservada para los que del enfrentamiento con el toro han hecho su oficio, pero permítase...