domingo, 2 de octubre de 2011

Tarde de toreros machos. Las Ventas 1 de octubre 2011

Se supone que la presidencia de Las Ventas, ocupada por comisarios de policía, pone especial celo en que el espectáculo transite por los caminos permitidos por el Reglamento Taurino. No obstante, es habitual que los presidentes -unos más que otros- tengan manga ancha en cuanto a la aplicación del art. 84.1El Presidente podrá ordenar la devolución de las reses que salgan al ruedo si resultasen ser manifiestamente inútiles para la lidia, por padecer defectos ostensibles o adoptar conductas que impidieren el normal desarrollo de ésta”. Hoy, sin ir más lejos, el cuarto toro era “manifiestamente inútil” para la lidia, por su “manifiesta invalidez”, pero el Sr. Muñoz Infante ha decidido no devolverlo. El apartado siguiente dispone: "2. Cuando una res se inutilizara durante su lidia y tuviera que ser apuntillada, no será sustituida por ninguna otra." El primero de la tarde se partió el cuerno al entrar al caballo y el usía se plegó a las protestas del público (que se agudizaban si el animal manseaba) y mandó salir a los cabestros. Dice otro artículo, el 80.4: "El espada podrá descabellar a la res únicamente después de haber clavado el estoque. En otro caso, deberá realizar nuevamente la suerte con el mismo". David Mora, en el segundo y el cuarto tiró de cruceta sin haber clavado la espada, sin que público o alguacilillos hicieran reproche alguno. Esto, en Madrid, imagínense en otros lares. Entonces, ¿para qué un reglamento?

Los dos supervivientes reciben el reconocimiento del público

La charla de la tarde habría de ser necesariamente breve, pues como sábado que era, debía partir rápidamente a mi pueblo. Por eso llegué raudo nada más terminar el festejo. Pero hete aquí que don Venteño apareció en el Rincón de César con mayor retraso del habitual.
-Perdóneme, pero hoy tenía que quedarme a aplaudir la salida de los toreros.

-No hay que perdonar nada. Pero hemos de abreviar, que tengo que irme volando a Cadalso de los Vidrios.

-No sabía que tenían aeropuerto. Por cierto, que no me invitó a la feria del Cristo.

-Mire, don Venteño. Está invitado a venir por allí cuando guste, menos en fiestas, porque usted cree que todas las plazas deben ser como Las Ventas, y como tiene la virtud de no callarse, acabaría regañando con más de uno. Y no es plan.

Pareció no encajar bien el comentario:
-Tomo nota.

-Bueno, que nos estamos desparramando y hoy no puedo darme ese lujo. ¿Qué le ha parecido la tarde?

-Francamente interesante. Podría haber sido soporífera, pero los diestros se han encargado de que nadie bostezara. A esto se le llama disposición. Y temeridad, quizás también. Que ninguno haya ido al hule solo puede explicarse con argumentos metafísicos.

Despaché mi caña de dos sorbos, hacía calor: -Yo creo que la tarde ha tenido muchos matices. En primer lugar, una corrida de Gavira muy desigual en presentación y comportamiento. Un reflejo de lo que tiene en el campo, por otra parte. De contrincantes, dos toreros que han salido a darlo todo desde el primer momento hasta la muerte del último toro, a veces sin mucho raciocinio, pero qué difícil es mantener la cabeza fría en estos casos.

-Se vio ya cuando Ivan Fandiño no dejó pasar la primera ocasión para replicar por chicuelinas un ajustadísimo quite artístico de David Mora en el primero bis de Lozano Hermanos. Por cierto que las chicuelinas, enganchadas, tanto de uno como de otro, fueron tan ajustadas que los pitones del colorao rozaron sus piernas y en una de ellas, Fandiño fue al suelo, haciéndose un oportuno autoquite con su capote. Ese sobrero había salido buscando el callejón con descaro y manseó en varas. Después quedó calamocheante y sin recorrido. Buena fue la estocada arriba, volcándose. ¡Hala! ya le he hecho la reseña del primero.

Estaba hablador, se veía que hoy no había salido defraudado. Decidí continuar analizando la labor de Iván Fandiño: -Ahí estuvo el primer susto del vizcaíno. En el segundo, al intentar unas gaoneras le enganchó de la taleguilla y hubo de recurrir al vaquero corto de repuesto el resto de la tarde. Y el peor de todos fue en el quinto, cuando se fue detrás del estoque y el toro le empitonó por el vientre y le dejó inmóvil y encogido en el albero. No me diga cómo el pitón no penetró en su cuerpo.

Me interrumpió:
-Entró a matar o morir. Fue un estoconazo que mató fulminantemente a ese impresionante quinto, "Fantástico" en la tablilla y 626 kilos en la báscula; un tío con toda la barba, apretadísimo de carnes y con dos velas que no verán los del G10 en lo que les queda de oficio. Sólo por esa estocada se daban clamorosas orejas hace unas décadas. Hoy me temo que se la han dado por lo trágico del momento.´

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El estoque hasta la cintas en lo alto y Fandiño catapultado por el pitón derecho.
Galería completa de imágenes: Blog de Rafa Carlevaris

-Pero es que no fue sólo la estocada. Es que el bicho se había escupido en los cinco encuentros al caballo, de los que en alguno salió coceando, y quedó con poder. Menos mal que Jarocho (que ya había pareado bien al primero) lo bregó con mucho oficio, a pesar de las dificultades, y Miguel Martín no le perdió la cara en palos, sobresaliendo en el tercer par. Esto le fue arreglando. Si Fandiño no fuera quien es y no hubiera venido a por todas, le habría tocado las orejas, y tras una de aliño le habría pasaportado con un bajonazo a paso de banderillas. Y no habríamos visto a "Fantástico". Porque el galafate, manso de libro en varas, era fiero y se arrancaba como un resorte a los cites de muleta. A la presencia y a esas arrancadas se sobrepuso Iván y le sacó tandas por el derecho. Por el izquierdo tenía más recorrido y el diestro le largó mucha tela. Al final se vino a menos y en las manoletinas finales se rajó.

Éstábamos concentrados en la charla y no reparamos en un grupito que lideraba un "enterao" para el que no "habíamos visto un pase en toda la tarde". Si le llega a escuchar don Venteño, la pelotera habría sido de comisaría. Metió baza:
-Es que si esta corrida la torean otros que yo me sé, salimos aburridos y echando pestes de la tarde. A Gavira estos dos le han medio salvado, porque del todo, es imposible. En lo que falló Fandiño fue en la lidia del tercero, un manso sin fijeza ni nobleza, que anduvo a su aire en los dos primeros tercios y que quedó gazapón y reservón en el último. Se imponía doblarse con él, corregirle el gazapeo y andarle por la cara; y no el intentar dar pases como hizo, muy voluntarioso, pero al azar de un derrote. En este falló con los aceros.

Calló y vació su vaso de agua, como para dar por concluida la parte de Fandiño. Cambié, pues, el tercio: -Bien, hablemos de David Mora. Le adelanto que uno de los recuerdos que me acompañarán siempre fue esa serie de lances que dio tras incorporarse del recibo a portagayola del segundo, con el toro aún sin saber dónde andaba, con todo su poder y apretando. Allí, en el tercio del 3, ligó unas verónicas apretadísimas, con el toro comiéndose el capote por ambos pitones, enroscándose en cada una de ellas, alrededor de la vertical del madrileño. Realmente emocionante.

Observé que le chispeaban los ojos:
-Hubo alguien a mi lado que miró si echaba atrás alguna zapatilla. Esta plaza se está llenando de ignorantes que se saben cuatro cosas que oyen, sin ser capaces de valorar las condiciones del toro. Estoy harto de decir a quien quiera oírme que el fiel medidor de la actuación de cualquier diestro es el toro. Pero, claro, como están acostumbrados al bobo moderno y a que los lances se dan cuando ya está picado y apenas se tiene en pie...

Mis previsiones de una charla rápida se estaban evaporando. -Ese feísimo segundo manseó ya en el caballo, y le perdonó la vida en el suelo a Fandiño, en el quite que antes comenté, con los pitones en el pecho sin derrotar. No persiguió en palos; feble, noble y de tirasoga en la muleta. El cuarto tampoco le dio opciones por inválido y descastado. En ambos alargó la faena de forma baldía y contraproducente. En ninguno de los dos clavó el estoque y, sin embargo, descabelló. Bueno, el cuarto se echó sólo y Víctor Manuel Martínez hubo de ejercer de matador.

Para liquidar la cosa, le pasé el testigo: -Maestro, le toca el sexto.

No se hizo de rogar:
-También era un pavo, pero menos aparatoso que el quinto. Le saludó con dos firmísimas verónicas, pero se le metió en la tercera. Aunque apretó en la primera vara, que cayó trasera, en la segunda no se empleó. Volvió a intentarlo David Mora con el capote, para mí su mejor faceta, esta vez con gaoneras, que quedaron deslucidas porque el de Gavira perdió las manos. Se movió poco en palos y en la faena, aunque se arrancó de largo a los medios, enseguida se paró y dio fe este "Notario" que no estaba por colaborar, volteando a Mora. A partir de ahí, como el madrileño quería llevarse algo en el esportón, lo intentó sin importarle el riesgo y todo fue una sucesión de "uys", jugándosela sin taparse, como requería la adversa condición del toro, que no pasaba y buscaba. Al final, acertó con una estocada habilidosa, de mérito dadas las condiciones del cornúpeta.

Se me había hecho de noche la tarde que más prisa tenía. Busqué a Remi para pagar, pero don Venteño me cogió la mano y me empujó hacia la puerta:
-Váyase ipso facto a su pueblo que se la está jugando y quiero verle aquí mañana.

Cuadro de la puntuación de la corrida de Gavira en Las Ventas el 01/10/2011


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Me corto la coleta

Puede parecer pretencioso servirme de esta frase, reservada para los que del enfrentamiento con el toro han hecho su oficio, pero permítase...