sábado, 1 de octubre de 2011

A don Fernando, in memoriam. Las Ventas, 30 de septiembre de 2011

Ayer faltaron él y Pedro, su sobrino. Era muy raro, por lo insólito de que don Fernando no estuviese con mucho adelanto sentado en el número 50 de la primera fila de la grada del 3. Siempre atento, educado, callado, haciendo el quite a cualquiera que no hubiera podido coger un programa, la revista de El Toro o la que la Comunidad reparte la tarde de la Beneficencia. Desenvolviendo su sempiterno bocadillo a la muerte del tercer toro. Bueno, un poco antes. Y celebrando su santo el 30 de mayo, provisto de unas botellas de vino y una pila de vasitos de plástico. Era un hombre bueno, saltaba a la vista desde el primer día que lo conocí. Y más de 25 años de vecino de abono lo han corroborado. Hoy me he enterado de que murió el pasado martes. Nos despedimos el 8 de junio, deseándonos un buen verano, como cada año. Ya no habrá más "hasta mañana", cuando desfilaba delante de mi asiento al finalizar cada corrida, y bien que lo he echado de menos esta tarde. Imagino cómo estará Pedro, y me hubiera gustado darle un abrazo. Descanse en paz.

Así hacía "Pompito" el avión por el derecho

Alcancé a don Venteño en la misma puerta del Rincón de César. Estrenaba un sombrero blanco que se quitó con la zurda para dejar salir a una hembra de mucho trapío y ya de cierta edad, inclinando la cabeza a la par que dibujaba disimuladamente un natural. Le susurré por detrás: -Ese codilleo.

-¡Ah, es usted! Ya ve, se me ha ido viva, casi como el cuarto a El Cid.

-Bueno, no se me adelante, que dejaremos eso para el final.

-A mandar. Ande, pídame el aguachirle ese azul que me voy a aparcar a la mesa del fondo.

Hice una seña a Remi y me senté con don Venteño. Sacó un pañuelo inmaculado y se secó el sudor.
-¡Vaya calor! Debe de ser cosa del cambio climático.

-No me hable del tiempo que para eso ya tengo el ascensor de mi casa. Dígame que le ha parecido la corrida del Puerto de San Lorenzo.

Miró con cara de cansancio, mientras se guardaba el pañuelo en el bolsillo de la chaqueta.
-Pues que le podían haber aplicado la Ley de Dependencia, porque cuatro de los seis eran inválidos. Y ahí tiene usted a don Trinidad ahorrando dineros, con la complicidad de El Cid y Castella, que mantuvieron casi con pinzas al primero, segundo y quinto. Al sexto no le pudieron salvar, creo yo que porque les dio vergüenza tanta desvergüenza. Así que de esos tres ni una palabra.

-Hablemos pues del lote de Perera, y dejamos al cuarto para el final.

Apareció Remi con las bebidas y un aperitivo de chipirones a la plancha: -Aquí está el agua y la caña y unos chipirones de enfermo, que los he hecho yo sin gota de sal.

Refunfuñó don Venteño:
-Esos no son de enfermo. Son descastados como todo lo de estos tiempos: toros, afición...

Traté de que no se dispersara: -Gracias Remi. Un detalle.

-Al extremeño le ha tocado un tercero sin trapío, que sacó esa mansedumbre franca, rebrincada y móvil característica de los atanasios, aunque sin escarbar. Tuvo bastante con conseguir que no se le escapase a cada pase. Recorrió todos los terrenos procurando la quietud, favorecida por la tendencia siempre centrífuga de la embestida de "Playero", que no corrigió, mostrando siempre los vuelos externos de la muleta. Se alivió con el estoque y se "lució" con la cruceta. No me dirá que no se lo doy en bandeja.

-No me quejo. Y ya que se ha embalado, vamos con el sexto.

-El sobrero de Los Bayones era acapachado y recortadito. Salió revoltosillo y manseó en varas, se frenó en palos y llegó a la muleta flojo y entrando al paso. A Perera le bastó una estocada pasada.

Dejé que bebiera un sorbo: -Bien, nos queda lo importante: Nuestro queridísimo Manuel Jesús.

-Y dice bien´por lo de "queridísimo", que yo he sido "cidista", pero ya sabe que hace años que no es "mio Cid". Y hoy ha demostrado que hay rescoldos de su época dorada, pero no sale la llama. Yo se lo resumiría en: una, uno y una.

-Me lo explique.

-Muy sencillo, cadahalseño. Una estupenda media verónica en el quite, aunque el toro la siguió con la cara alta; un natural extraordinario; y una tanda suprema con la derecha, que era el pitón del toro. En todo lo demás, por debajo del boyante "Pompito", toro extraordinario para capote, banderillas y muleta. O sea, toro de cante grande. Y mira que además lo lució dándole el sitio que demandaba, pero hubo demasiados alivios.

No podía ni quería llevarle la contraria: -Sí, faltó ajuste en la faena. Aunque me quedo también con la última serie genuflexa en las rayas. Y como en las grandes ocasiones, falló a espadas.

-La pena fue que el toro bajara de nota en el caballo, ¿no le parece?

Asentí: -Así es, aunque empujó en la primera vara, salió suelto y la segunda no pasó de picotazo.

Apuró su vaso, cogió el sombrero y se levantó:
-Bueno, cuando guste, que no quiero quitarle tiempo para que escriba esto. Que luego sus pocos pero fieles lectores me echan la culpa del retraso.

-No haga caso, es por chincharle, que como saben que usted enseguida embiste...

-Por cierto, que hoy le voy yo a destacar al banderillero: Guillermo Barbero, eficaz desviando al toro del caballo de puerta, honrado pasando en falso para no clavar en mal sitio y torero saliendo del par de banderillas. Todo en el sexto. Hubo más, pero en los toros de los que hemos decidido no hablar.

-Anotado queda.

-Y váyase que me quedo a pagar. Ya le dije que me sobra el dinero con tanto ahorro, y no quiero que se lo lleve todo el "impuesto de los ricos".

Metí mis apuntes en el bolsillo y me malicié que era una mera excusa para quedarse en el bar.

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Cuadro de puntuación de la corrida del Puerto de San Lorenzo, el 30/09/2011 en Las Ventas


2 comentarios:

La condesa de Estraza dijo...

Como siempre, gracias, y mi enhorabuena, por el gráfico en el que valora a los toros uno por uno: lo mejor de lo mejor de la red.

La condesa de Estraza

cadahalseño dijo...

Gracias, condesa. Es una tarea que se ha convertido en costumbre en cada festejo taurino. Ya me gustaría de todas formas hacerlo un poco más objetivo.
Reciba mi más cordial saludo.

Me corto la coleta

Puede parecer pretencioso servirme de esta frase, reservada para los que del enfrentamiento con el toro han hecho su oficio, pero permítase...