Echamos de menos, cada vez más, la emoción en una corrida de toros, hartos del torito colaborador y del torero aliviado en colocación y mando. Y estamos aburridos del pasotismo del "no ha servido" cuando no sale ese torito que se deja y pasa; ya se sabe, no se ha podido hacer nada, no ha habido material. Me gustaría que la emoción venga de la mano de toros poderosos y encastados, pero, a falta de éstos, es plausible que sean los toreros los que se sobrepongan a la mala condición de sus enemigos, y den todo para intentar el triunfo.
Un buen puñado de jóvenes se lleva a López Simón hacia la Puerta e Alcalá
Alberto López Simón es el torero de la temporada 2015, y con esa vitola venía a su mano a mano con Diego Urdiales, otro de los destacados con faenas para el recuerdo en Madrid, Bilbao o Logroño. El madrileño había pagado el tributo de la sangre y ha demostrado que sigue dispuesto a repetirlo. En el segundo de la tarde, un toro manso y abanto al que ha tenido que perseguir desde el 10 al 6, se ha puesto en el sitio donde se obliga al toro a pasar o a cogerte. Ha hecho caso omiso, sin mover una zapatilla, a una primera colada por el derecho, y en la misma tanda ha vuelto a plantarse sin poder evitar que el toro se lo echara a los lomos con una cornada en el muslo. Antes había toreado con el temple y la seguridad que le caracteriza. Renqueante ha continuado la lidia hasta el final y eso ha calado en los tendidos. La emoción es la que ha provocado que el personal sacase los pañuelos, obviando el pinchazo bajo previo a la estocada, y lo que debería haber terminado en una fuerte ovación ha concluido con el excesivo premio de una oreja. Pero ya se sabe, las emociones no son hijas de la razón.
Ha demorado la intervención quirúrgica para poder estoquear sus otros dos toros, que se han corrido en quinto y sexto lugar. El quinto, de cara muy justa de presencia, ha sido también abanto y le ha tocado bregarlo a Domingo Siro, supliendo las carencias de movilidad de su matador. En el quite que hizo Diego Urdiales, el animal se abría descaradamente y alimentaba negros presagios sobre el juego en la muleta. López Simón lo ha fijado en las rayas, logrando buenas tandas por el derecho, manejando con valor, temple y verdad la muleta y cuando a la tercera se ha rajado, lo ha exprimido en las tablas con otras dos tandas ajustadas, rematadas con una estocada delantera, cobrada meritoriamente al encuentro, consiguiendo otra oreja, esta sí, justa.
El sexto había apuntado cosas buenas en los dos primeros tercios y el de Barajas se ha ido al centro a brindarlo al respetable. Entretanto, el toro derrota en el burladero de matadores, arrancando astillas y sale con la mano derecha rota. Se frustra así la posibilidad de que López Simón ratificase su triunfo con otro trofeo que legitimase la Puerta Grande por la que había de salir, gracias a esa primera oreja inmerecida. En cualquier caso, Alberto se ha subido encima de la mansa corrida del Puerto de San Lorenzo, demostrando que cuando un valiente está en un momento dulce todos los toros valen, volviendo a triunfar en Madrid por tercera vez en esta temporada y visitando la enfermería por segunda.
Diego Urdiales ha preferido mantener su forma de entender el toreo, intentando adaptar a él las malas condiciones de sus toros. Lo mejor fueron las verónicas de saludo a su primero, un burel distraído que nunca se empleó. El tercero planteó muchos problemas, un toro mirón y borricón al que el riojano consintió con valor seco y al que mató de estocada contraria. El cuarto fue un toro rajado que andaba para atrás y embestía sin estilo y, como se dice ahora, soltando la cara; lo liquidó de estocada habilidosa.
Todos los toros han sido pitados en el arrastre, caso curioso en una tarde en que se abrió la Puerta Grande. Ciertamente han sido mansos, aunque casi ninguno salió suelto del caballo, y hubo que sacarlos del peto.
Ha destacado con las banderillas Vicente Osuna en el sexto.
Al abandonar el coso vi desde arriba como, por la calle, una ola de jóvenes aclamaba y llevaba en volandas a López Simón desde la Puerta Grande a la Enfermería. Eso nos hace mucha falta: la ilusión de la gente joven.
Cuadro de puntuación de la corrida de Puerto de San Lorenzo (5) y Valdefresno (1)
LA TARDE TRAS EL VISOR
López Simón saluda la ovación tras su retorno al ruedo
El quinto, a su aire y por los adentros
"Campeador" se abre en el remate del quite de Urdiales
Problemas para César del Puerto
En el sitio y con las zapatillas apuntando al toro
Temple, mando y ajuste
Estocada al encuentro
El OVNI del 4
La peña estuvo presente
Buen par de Vicente Osuna al sexto, doblando la pezuña por donde se partió la mano
"Bailador" saca astillas y se parte una mano... ¿o se la había roto antes?
Miguel Ángel Sánchez, el sobresaliente
Infante con capote acude ilusionado hacia López Simón
El quinto, a su aire y por los adentros
"Campeador" se abre en el remate del quite de Urdiales
Problemas para César del Puerto
En el sitio y con las zapatillas apuntando al toro
Temple, mando y ajuste
Estocada al encuentro
El OVNI del 4
La peña estuvo presente
Buen par de Vicente Osuna al sexto, doblando la pezuña por donde se partió la mano
"Bailador" saca astillas y se parte una mano... ¿o se la había roto antes?
Miguel Ángel Sánchez, el sobresaliente
Infante con capote acude ilusionado hacia López Simón
1 comentario:
CORNADA
“Valiente, López Simón, torero de corazón.”
¿Recibir una cornada?,
a mí no me importa nada,
vengo al ruedo por el triunfo
de los Dioses del Olimpo.
Siempre buscando la gloria,
forjando fiel trayectoria,
plasmo mi verdad taurina,
que en el arte se origina.
Valor, arrojo, hombre fuerte,
confiadísimo en la suerte,
me cuida La Virgencita,
mi vida lo necesita.
Soy torero de fortuna,
de los cuernos de la luna,
preparo muy bien mis tientas,
el paseíllo, en Las Ventas.
Arrimado, más que nada,
¿qué me importa una cornada?,
pitones, rocen mi traje,
del miedo, hoy, me sustraje.
En los gajes de un oficio,
que da cielo o precipicio,
cortando rabo y orejas,
logrando indulto, sin quejas.
Defiendo mi tauromaquia,
realidad, festejo, magia,
me gusta astado cinqueño,
bravo, de casta, de ensueño.
Con más de quinientos kilos,
que levante los suspiros,
más de media tonelada
que, a mí, no me importa nada.
Soy espada, el más osado,
¡madre mía!, toro pasado,
muy cerquita de mi vientre,
Dios proteja al que lo intente.
¡Qué un olé, surque los vientos!,
las palmas sean mis alientos,
de una afición sublimada,
por el toreo enamorada.
Banda de Música, suene,
que un paso doble, resuene,
tóquenme “España Cañí”,
la cuna donde nací.
Viendo llenos los tendidos,
por seres bien entendidos,
en cuestiones de la lidia,
con decoro, sin perfidia.
¿Qué pierdo, al perder la vida,
sufriendo mortal herida?,
revolcado, lastimado,
nunca, jamás me he rajado.
Piel surcada, por raíces,
sangrantes mis cicatrices,
cosidas llevo las venas,
de un hilo penden mis penas.
Aunque sufra otra cornada,
a mí no me importa nada,
mas que cimbrar una Plaza,
soy alma que no fracasa.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 20 de septiembre del 2015
Dedicado a Don Carlos Campos, fiel amante del toreo
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
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