sábado, 13 de junio de 2015

Los contratos quitan el hambre. El Tiemblo 13 de junio de 2015

La promoción de los toros, como manifestación cultural legalmente reconocida, es una obligación de las administraciones públicas, que incumple la mayoría de ellas, empezando por el Gobierno español. El ente público RTVE desatiende también su misión de servicio público, manteniendo un programa escondido en la parrilla (y que, por otra parte, bien escondido está), olvidando las noticias taurinas en los telediarios y sacando pecho por la retransmisión vergonzante de una corrida de toros en dos años. Por eso produce alegría que algunos municipios se involucren en la gestión directa de corridas de toros, como un elemento esencial de sus fiestas patronales, y lo hagan ofertando precios realmente populares.

Tarde soleada, fresca y ventosa

Al reclamo del cartel, y recuperado de la ración irracionalmente pantagruélica de la Feria de San Isidro, el aficionado acude al cercano y querido pueblo de El Tiemblo, en los inicios -o finales, según se mire- de la cordillera de Gredos, que celebra el día de su patrón, San Antonio de Padua, con una corrida de Valdefresno, muy descarada según las fotografías que ilustran los carteles anunciadores. Sobresale en el cartel Eugenio de Mora, uno de los triunfadores de estos inicios de temporada en Madrid, al que acompañan el torero de la zona Luis González y el francés Thomás Dufau, al que animan dos pancartas fijadas en el tendido. Este pueblo se dedicó a la industria del barro y en la bodega del aficionado se conservan tinajas de barro hechas por los artesanos tembleños en los tiempos de su abuelo boticario

 El público responde al atractivo del cartel cuajando los tendidos de piedra en una tarde fresca, soleada y ventosa, en la que se echa de menos un papel con los datos de toros, matadores y cuadrillas.

No comienza bien el festejo, pues de primero sale un negro salpicado, gargantillo y botinero, de fea encornadura astillada y que no figura en las fotografías del cartel ni, según comentan vecinos de localidad, ha sido desencajonado por la mañana. Ha de aclararse que en El Tiemblo es costumbre el desenjaule matinal de los toros a lidiar, para que puedan ser contemplados por todos aquellos que lo deseen. El toro, además, carece de fuerza y claudica constantemente, lo que refuerza las iniciales protestas al palco, que lo mantiene en el ruedo. El aficionado considera que si en Las Ventas hay un presidente, don Julio Martínez “el Mantenedor”, que actúa de igual forma, no es de extrañar esto en una plaza de tercera. Eugenio de Mora pone en práctica sus mejores dotes de enfermero y consigue que el toro se mantenga en pie, con tan suma pericia que incluso al final de la faena de muleta, el burel parece reponerse. Una honda eficaz lo despena.

De segundo asoma un toro negro aleonado y bajo de agujas, que tiene completamente tronchado el cuerno derecho, probablemente por un accidente en el manejo en la plaza o en el desenjaule matinal. Desconozco si el hecho de haberse ya sustituido el primer toro complicaba el reemplazo de este segundo, pero en esas condiciones un toro no puede salir a la plaza en ningún caso. Por si fuera poco, el animal también dobla las manos. El piquero lo pica delantero, en su sitio, y los banderilleros no aciertan. Luis González, que luce crespón negro en el brazo, brinda al cielo y desperdicia, sin temple ni mando, la dulce y pronta embestida del morito. Necesita de cruceta para pasaportar al noble toro de Valdefresno.

La presentación del tercero despeja cualquier duda sobre manipulación de las puntas, pues luce una espectacular cornamenta aparentemente limpia de pitones. Bueno, limpia, hasta que un peón se encarga de dejar el capote fuera del burladero y hacerlo estrellarse contra el duro cemento de la barrera. El piquero tarda en clavar la puya, pero finalmente lo hace en buen sitio. El toro derrota mucho en los burladeros y acude bien en banderillas. Al aficionado le parece que el toro tiene un buen pitón izquierdo, pero Thomás Dufau debe de opinar lo contrario porque plantea toda la faena por el derecho, por donde al principio entra algo rebrincado y cabeceando (soltando la cara, dicen ahora). Aprovecha el pitón izquierdo para completar dos circulares invertidos, intentando solo una tanda de naturales ayudados. No acierta con los aceros.

Acapachado y abierto de pitones es el cuarto, también limpio de pitones, que sale geniudo, pero al que recetan un puyazo enorme y trasero con el toro metiendo los riñones. El aficionado lamenta que este gremio de varilargueros se haya acostumbrado a cumplir en un solo puyazo, hurtándonos la belleza de ver arrancarse un toro en una segunda entrada. La falta de fijeza del toro plantea problemas a los rehileteros, que tampoco exponen nada, y se cambia el tercio con solo tres palos clavados. Eugenio de Mora ve las casta cerca y se quita de en medio a base de pasitos atrás y poniéndose al hilo de un toro con poder. De la suerte de matar se va descaradamente y acaba mandando al otro mundo a este toro encastado de 4 golpes de descabello. Comenta el aficionado con su amigo Julián que los contratos quitan el hambre y las ganas de exponer.

Luis González se luce con un buen saludo por verónicas a un toro bien armado, muy bien picado en el único puyazo. Acude con codicia en segundo tercio y llega con casta y nobleza a la muleta. A Luis González lo desarbola en ocasiones la bravura, el viento y la poca práctica, instrumenta algunos buenos derechazos, pero pierde muchos pasos. Consigue despacharlo con una estocada delantera, y el palco le regala dos orejas, que alegran a sus paisanos que se han desplazado desde Cebreros. Sonó furante la faena el pasodoble “Puerta Grande” y de puerta grande era el toro. Por cierto, que al aficionado le gusta cómo suena la banda de música.

El último de esta corrida cinqueña es terciado, se frena y mansea en el capote, aunque se queda en el peto. Los banderilleros le cogen miedo y el bicho, muy parado, no ayuda. De forma sorprendente, Dufau brinda el toro al público y pretende inciar con un pase cambiado en los medios. Afortunadamente el lisarnasio no acude, y no le queda otra que acercarse a tablas para intentarlo con un toro a la defensiva, que se raja pronto. Tampoco acierta el francés con los aceros.

El aficionado y su amigo Julián son de los pocos que se quedan a ver la salida de los actuantes, y ponen rumbo a Cadalso, comentando las cosas buenas y malas de una tarde de toros en un pueblo de España.

Cuadro de puntuación de la corrida de Valdefresno

LA  TARDE  A  TRAVÉS  DEL  VISOR

11 euros el Sol (que se agradecía más que la sombra)

 Larga cola en taquilla-báscula

 Eugenio de Mora charla a la llegada

 Los mozos de espadas, con los deberes hechos

El palco privado


 La presidencia ordena el inicio

 Thomás Dufau desea suerte a sus compañeros

 El paseíllo visto por detrás

El primero no estaba reseñado...

 ...y parte del público lo protestó

La vara de detener... 

 ..hizo este agujero

 El de Valdefresno flojeó...

 pero la experiencia y suavidad de Eugenio de Mora lo ayudó

 Algún espectador no parecía estar muy de acuerdo con el toledano

 La peña azul

 El segundo salió con el pitón derecho tronchado

 El piquero se agarra bien

 Revolera de remate de Luis González

 Faltó temple con la muleta

 El cebrereño se atraca de toro

 La peña blanca y una de las dos pancartas de los seguidores del francés

 El tercero emerge de una nube de polvo

El varilarguero se recarga

 Un capote hizo que el pitón quedase en la pared y que sangrase por el belfo

 El morito echa la cara arriba

 Molinete despegado de Thomás Dufau

Por fin se riega el ruedo 

 Serio cuarto

 El picador castiga bajo y trasero

 Te pongo una sí, una no

Obligando por arriba

 Eugenio de Mora se alivia

 La peña verde

 Cara de lisardo en el quinto

 Luis González inicia el saludo con larga cambiada de rodillas...

 ...prosigue con verónicas..

 ...y remata con media

La vara en su sitio

Picador, cabalgadura y monosabios 

 Buen picador

 Buen par (de los pocos de la tarde)

 Luis González no se confía y se ayuda en el natural

 A ratos fue desarbolado por el buen toro de Valdefresno

 Dos orejas muy bondadosas

Fernando Sánchez acude a devolver la criatura con que el abulense paseó las dos orejas

 La peña roja (todas tuvieron un exquisito comportamiento, ¡enhorabuena!)

 Sexto lisardo

 Saludo con larga de rodillas del Dufau

 El del castoreño pica en mal sitio y recargándose, con el toro fijo y metiendo los riñones

 Otro buen par

 El francés baja la mano

Salida a hombros de Luis González

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Me corto la coleta

Puede parecer pretencioso servirme de esta frase, reservada para los que del enfrentamiento con el toro han hecho su oficio, pero permítase...