La escasa ilusión que proporciona el inicio de la Feria de lo Otoño iba difuminándose, con algunos altibajos, a medida que avanzaba la tarde, de cielo gris y amenazante. Bastó que al final apareciera la casta, con el nombre de "Aviador", para que descubriésemos los claros en el cielo y que el ruedo volviese a centrar la atención de los espectadores. El novillo era de los que requieren oficio y decisión. La última la tuvo Juan Ortega, pero de oficio anda aún más que justito.
Con "Aviador" volvió la luz a Las Ventas
Ocurre, sin embargo, que unos cuantos años de Choperitas, reforzados últimamente con la Extraña Pareja, han traído a la plaza no solo más cemento a los tendidos, sino un estado general de abatimiento que la hace parecer autista. Se ha instalado una especie de desgana en los espectadores, más propia de quienes tienen que fichar por obligación que de quienes acuden al coso con ilusión. Parte de la afición se ha arrogado el papel de severo tribunal, pronto a señalar los defectos, aunque sean de aprendices, y reacio a aplaudir las virtudes de reses o actuantes. Como la tristeza acaba siendo contagiosa, tampoco los protagonistas muestran resolución y arrojo. Y para colmo de males la situación de la ganadería (que dicen brava) está como está. El diagnóstico, pues, deja poco lugar a dudas. El paciente (tomado como conjunto de esto que llamamos "los toros") está deprimido, por más que la prensa alardee de que su salud es envidiable.
Sin ir más lejos, lo de esta tarde en Las Ventas ofrece variados ejemplos de ello. Es cierto que la plaza ha reaccionado cuando la casta ha aflorado en el ruedo, pero con sordina, sin mucho reconocimiento sonoro. De hecho sólo una débiles palmas despidieron a "Aviador". Muy seco también el respetable con la labor de Javier Jiménez, que, aunque sevillano, no ha sido tocado por la varita mágica del arte, el pellizco o la clase, pero que ha demostrado sobrado oficio con un flojo y pastueño primero, al que había que cuidar, y con un cuarto geniudo al que supo disimular sus defectos, logrando algunos pasajes estéticos aceptables, mas con algunos desajustes y enganchones. Si añadimos que en sus dos novillos se ha ido detrás de la espada, que ha participado con quites más o menos vistosos, y no nos olvidamos de que aún es solo novillero, creo que una vuelta al ruedo habría sido justo premio a su labor. Claro que en Las Ventas lleva paso de quedar para el recuerdo de los más veteranos lo de la vuelta al ruedo, porque algunos tienen la convicción de que sólo puede hacerse con un apéndice en la mano y andan prestos a silbar en cuanto el torero hace ademán de iniciarla sin haber cortado oreja.
Diego Fernández, que sustituía a Sergio Felipe, anduvo vulgarote en su lote, más preocupado de la postura que de torear a su fácil y débil segundo, y sin conseguir solventar los escasos problemas que, por el pitón izquierdo, le opuso el manejable quinto. No mató bien, pues sus estocadas quedaron caídas y salió desarmado. Como sus compañeros, tuvo el mal detalle de ser más voluntarioso en los quites de los novillos ajenos (bueno el de chicuelinas al primero de la tarde) que en los propios.
Ya hemos avanzado que el sexto de la tarde, amén de un par de sustos, dejó al aire las carencias de Juan Ortega. Pero esto es perdonable en un novillero y me temo que a un buen racimo del escalafón superior le hubiera pasado lo mismo. Para su desgracia, el tercer novillo, frenado, sin recorrido y punteando, tampoco se prestaba al lucimiento, aunque no necesitase, por parado, del macheteo final. No estuvo tampoco acertado ni con los aceros ni en la colación de sus dos novillos para el caballo, que dejó cortos o metió al relance.
Los novillos del Ventorrillo, bien presentados, ofrecieron un juego variado, pero malo en conjunto. Los dos primeros, febles y aborregados, el tercero, manso, y el manejable quinto, apenas pelearon en varas, saldándose esta suerte con un simulacro por segunda entrada. El cuarto sacó genio y el sexto cumplió en todos los tercios, desde la puya donde empujó al jaco con poder y fijeza, hasta la faena donde buscaba la muleta humillado y con transmisión.
Entre los subalternos, destacaron en lo malo dos picadores: Javier Bastida, y Manuel Cordero, picando al segundo y cuarto, respectivamente; y en lo bueno, Miguel Martín, tanto en la brega como con los rehiletes, en los que saludó. También es digno de aplauso Rafael Figuerola que dejó llegar al tercero de la tarde, clavando en el mismo balcón.
Mañana más de la misma sangre en el ganado. Veremos.
Cuadro de puntuación de la novillada del Ventorrillo
(Cada aspecto está puntuado de 0 a 5, y la nota media es ponderada,
al no tener todos los aspectos el mismo peso en la puntuación)
Cielo amenazante para el inicio de la Feria
Se hace difícil llegar a tiempo del paseíllo cuando fijan la hora en las 5:30
Javier Jiménez por delantales
Agustín Romero pica bajo
"Imperial", bonito ejemplar
Lipi clavando el primer par
Inicio de volatín
Javier Jiménez manda p'allá a "Corcito"
El de Espartinas se vuelca sobre el novillo
Javier Bastida a caballo atravesado...
...y después cerrando a "Corcito"...
...al que tampoco le sobraban las fuerzas
Diego Fernández tenía prisa por iniciar la faena de muleta
Barriendo la arena con el hocico
Los beneficiados de la Comunidad no van ni gratis a las novilladas
Aficionados, graves y muy atentos
Juan Pablo Molina señala bajo
Más delantales en el quite de Javier Jiménez
Rafael Figuerola arriesga sin acierto
Pinchazo delantero de Juan Ortega
Manuel Cordero no tuvo su mejor tarde
Los buenos fotógrafos de la piedra
Vicente Varela tira los palos
Manoletina de Javier Jiménez a "Alagado"
El de Espartinas volvió a atracarse de novillo
Antonio Fernández tampoco ofrece los pechos del aleluya
Diego Fernández deja en suerte a "Afortunado"
Excelente par de Miguel Martín
Natural de Diego Fernández, cargando la suerte
"Aviador" en su primera entrada al penco
El castaño le hizo cruzar la plaza corriendo a Juan Ortega
La cuadrilla no acertó a evitar que "Aviador" acabase buscando a Juan Ortega en el suelo
Los claros terminaron por hacer hueco entre las nubes
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