El anuncio del hierro de Adolfo Martín y la segunda comparecencia de Iván Fandiño habían despertado gran interés. No en vano para muchos, entre los que me encuentro, habían sido los triunfadores de San Isidro. La tarde veraniega dio el empujón final para llenar Las Ventas.
La frase es manida y casi siempre certera: ...tarde de decepción. Ni los albaserradas ni el vasco dieron la talla. Tampoco un Javier Castaño, muy desdibujado. Sólo un toro de enorme clase en la muleta, como "Madroñito"; Antonio Ferrera, a pesar de sus excentricidades; y la cuadrilla de a pie de Castaño, concentraron el interés de los espectadores.
Escenificación de que a Ferrera le sobran los subalternos de a pie
La corrida de Adolfo estaba bien presentada, acorde con su encaste, concepto configurador del trapío, que, sin embargo, muchos confunden a estas alturas con el volumen o la báscula. Lo que se dejaron en la finca fue la casta, que es lo más relevante en un toro de lidia, y mira que llevaban nombres ilustres de esta ganadería. Cuatro mansos y descastados; el quinto, incierto y sin codicia; y solo el cuarto regaló unas embestidas entregadas en la muleta. Mal, sin paliativos y suspenso rotundo para el ganadero.
Con este material poco podía hacerse, y poco se hizo. Pero tampoco eso salva a Javier Castaño, en una de sus tardes más grises en Las Ventas. Muy desdibujado y dubitativo, especialmente con el quinto, un animal que se enceló en el peto, pero que llegó a la muleta distraído y defendiéndose. Y si mal anduvo el salmantino con los engaños, con los aceros estuvo pésimo. Por el contrario, ha de calificarse de sobresaliente su cuadrilla de a pie, con un Marco Galán que llevó con guante de seda a los dos del lote, un Fernando Sánchez que dejó un gran par al quinto, saliendo andando con la misma galanura con la que va al toro, y un David Adalid que arriesgó en sus cuatro pares, aunque fallase en el primero del quinto.
Fandiño había apostado muy fuerte con ese doble anuncio en la feria y las cosas no le han rodado bien. La orejita del viernes sabe a muy poco. Tampoco ha tenido suerte con los toros, especialmente con los adolfos. El tercero, mansito, bajaba la cara, pero sin celo y con tanta flojera de manos que impedía poder someterlo por abajo. Además, movía las patas en el sentido en que el matador se disponía a citar, dejándole siempre descolocado y al hilo del pitón. El sexto se limitaba a pasar y salir distraído con la cara alta. Y para colmo, y al contrario que el viernes, también falló a espadas.
Y dejo para el final al director de lidia, que volvió a poner en desacuerdo a los tendidos. Antonio Ferrera, digámoslo pronto, estuvo bien. Le sobraron excentricidades, sí, pero eso forma parte de su personalidad, bendita personalidad en el toreo uniforme de hoy en día. Lo que no puede discutirse es que el extremeño salió a por todas, hubiese o no toro apto para el lucimiento. Con el capote fue a los medios a saludar a sus toros, ya fuera al parado primero como al huidizo cuarto. Cuidó de dejar largos y colocados a los toros en el tercio de varas. Hizo quites al caballo, en sus toros y en los de Fandiño, pero quites en toda la extensión de la palabra, sacándolos él mismo del peto, incluso instrumentando chicuelinas en la salida, como hizo en el cuarto. Y con la muleta, nada podía hacerse con el insípido primero, mas toreó con cadencia y pases largos, al natural con ambas manos, a un "Madroñito" que yendo a más desde su huidiza y mansa salida, acabó regalando unas embestidas lentas, humilladas y profundas, asaltilladas en suma, que aprovechó Ferrera, bien es cierto que demasiado en corto. Muy acertado también con los aceros, sobre todo en una gran estocada por derecho a ese quinto, después de pinchar en todo lo alto. Oreja, pues, merecida y pedida mayoritariamente.
He pasado por alto sus tercios de banderillas, porque quizás conviene separarlo del resto. Ahí es donde Ferrera cuida de una puesta en escena original, con un punto de extravagancia. Vaya por delante que no me gusta su forma de poner banderillas, muy movida y con ese horrible salto al dejar los garapullos. Pero no cabe duda de que da espectáculo para los espectadores que gustan de ello y hace huir de la rigidez extrema del ritual taurino. Por ello, quizás convenga desglosar sus segundos tercios a la hora de enjuiciar su actuación en conjunto.
Al final, las despedidas de rigor a los vecinos de localidad, pues la última de la temporada será el día 12, y el sábado es el peor día de toros para los que emigramos de la Villa y Corte cada fin de semana.
Hasta el año que viene.
Cuadro de puntuación de la corrida de Adolfo Martín
(Cada aspecto está puntuado de 0 a 5, y la nota media es ponderada,
al no tener todos los aspectos el mismo peso en la puntuación)
A las 14:16 salíamos de la entretenida matinal sin caballos, con un azul bellísimo y uniforme en el cielo
Gente hasta en la escalera para ver llegar a los matadores y, sobre todo, a la cuadrilla de Javier Castaño
Tranquilidad en el patio de caballos
El Yiyo de Ariza saluda a Roberto Bermejo antes de su última corrida como subalterno
Tres y horas y cuarto después de finalizar la matinal se iniciaba la vespertina, con el mismo tono de azul celeste
Tarde de expectación. Ni el sol quería perdérselo
Los matadores corresponden a unas palmas destinadas a los subalternos
Alonso Sánchez da los pechos, pero pica bajo a "Escribiente"
Ferrera cuarteando en exceso
El albaserrada casi se dejaba tocar los pitones con las caderas
La estocada quedó arriba, salvando el fielato como se pueda
Tito Sandoval citando como siempre
Segundo encuentro de "Baratero" con el penco
Quite por verónicas de Iván Fandiño al segundo de la tarde
Javier Castaño trata de despedir al adolfo con un pase de pecho
Segundo intento con la espada, cobrando una estocada defectuosa
"Murciano" echa la cara arriba en el segundo puyazo de Rafael Agudo
Jarocho apura en tercer par al tercero. Manolo Rubio, atento al quite
Fandiño cita al cornipaso
"Murciano" perdió las manos en el peor momento
Los palcos de los que entran por la cara también se llenaron
Blanco, blanquísimo. No estaba Morante
Ferrera aguanta a "Madroñito", esperando que el piquero llegue a su posición,
sin dejar intervenir a la cuadrilla
Ferrera presto al quite. Dionisio Grilo levanta la mano. El delegado gubernativo, atento
Remate del quite por chicuelinas
Pluriempleo
Feísima forma de clavar los rehiletes
Pase natural y relajado (el estoque simulado abandonado en la arena)
Ferrera empuja con toda su alma, pero no pasó de pinchazo en todo lo alto
Estocada en su sitio, entrando por derecho
Fernando Sánchez cita a caballo atravesado a "Carpintero"
Marco Galán, extraordinario en la brega
Fernando Sánchez sale andando del segundo par
David Adalid da ventajas a "Carpintero"
Hubo jóvenes y quisieron dejarlo de manifiesto
No estuvo fino Javier Castaño en la suerte suprema
Pepe Aguado tapando la salida
Jesús Arruga pareando a "Madroño"
Roberto Bermejo tras cortarse la coleta
Ferrera tuvo el detalle de salir acompañado por el torero aragonés, en su despedida
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