extrapicurciela: Variedad. Las Ventas, 17 de mayo de 2017

miércoles, 17 de mayo de 2017

Variedad. Las Ventas, 17 de mayo de 2017

La uniformidad es uno de los grandes males que asolan nuestra Tauromaquia. La uniformidad de comportamientos de los toros como resultado final de la selección ganadera que hace previsibles sus reacciones. Y la uniformidad en los estilos y faenas de los toreros que hace difícil a veces diferenciar a unos de otros. Afortunadamente esta tarde los toros han tenido comportamientos muy distintos y los estilos de la terna han sido muy diferentes.

Pureza en el natural de José Garrido al tercero

Casi no se podía entrar en el Rincón de César. El fútbol volvía a acaparar la atención de los que salían del coso madrileño. En la mesa del fondo, don Venteño estaba ajeno a todo aquello. Ensimismado en una tablet no se percató de mi presencia hasta que lo saludé:

-Buenas tardes. Era con lo último que pensaba verle.

Levantó las cejas sin mirarme:

-Buenas tardes, amigo Cadahalseño. Ya ve, me estaba poniendo al día. Los antitaurinos han acabado con el monopolio de la policía en el palco de Las Ventas.

Manifesté mi asombro:

-Explíquese ¿qué tienen que ver los antitaurinos en esto?

Me pasó la tablet. La noticia era que los grupos de PSOE, Podemos y Ciudadanos en la Asamblea de Madrid habían aprobado una proposición no de ley instando la modificación para que ser policía deje de ser un requisito de presidente de Las Ventas.

-Pero no han sido los antitaurinos.

Me retiró la tablet y me pasó un plato de empanadillas.

-Yo me entiendo. Ande, coma una empanadilla que no habrá probado en su vida. Es de bonito del norte con tomate, pero lo espectacular es la masa, casera y a mano, hecha con no se qué harina que no absorbe la grasa al freírla.

Acepté la empanadilla, que, efectivamente, estaba deliciosa.

-Bueno, metámonos en harina y hablemos de la corrida. ¿Qué le ha parecido?

-Una cosa curiosa. El sorteo ha sido caprichoso y ha dividido la corrida en tres partes. La primera, con dos toros flojos y mansitos que no han dicho absolutamente nada. La segunda con dos toros que han dado posibilidades para descerrojar la Puerta Grande. Y la tercera, con dos toros ásperos, incómodos, que requerían mucho mando.

No era fácil seguir la conversación, porque el ambiente en el bar era ruidoso.

-Entonces pasamos de los dos primeros y dígame cómo ha visto a Garrido con el tercero. Yo creo que le ha faltado decisión para tocar a la salida de cada pase y dar continuidad a las series, y eso que el toro era muy templado y bajaba extraordinariamente la cabeza.

Me miró escudriñándome.

-Yo le he visto peor que otros días con el capote y mejor con la muleta, toreando muy clásico, muy ajustado con ese toro, que permitía torear despacio como ahora gusta tanto. Pero todo tiene su medida y la faena tiene que estar ya hecha con cinco tandas. Y a éste le ha sonado el aviso antes de entrar a matar, después de las bernadinas para calentar al personal. ¡Pero hombre! el personal se calienta con esas cinco tandas, se cuadra al toro y se le mete el estoque. Así se desoreja a un toro en Madrid, o si no que pregunten a Juan Mora.

El ruido en el bar aumentaba tras cada "uy" o cada protesta. Quise adelantarme a dar mi opinión del otro toro.

-El cuarto era un toro distinto, Manso de libro en el peto, pero alegre en palos y muleta. No puede decirse que El Fandi se haya dejado algo de su repertorio en banderillas y muleta, pero se le ha escapado un toro de los que llegan al tendido, muy bueno por el derecho. De todos modos, si la estocada hubiera quedado arriba, se lleva una pelúa.

Me dejó terminar, se lo pensó y respondió:

-Mire, Fandila da de sí lo que da con la muleta, básicamente empezar y terminar de rodillas la faena. Lo que puede hacer mejor son las banderillas, que ha puesto siete pares y sólo uno lo ha puesto más o menos en la cara. ¡Que estamos en Madrid! Pero le diré que ha pegado un pedazo de media en el quite al primero, despacito y llevando la embestida, que no esperaba. Pero ese cuarto toro en otras manos, bien matado, era para desorejar.

Llegó el descanso del fútbol y mucha gente salió. Por fin, podíamos hablar tranquilos.

-Nos quedan los dos últimos. El quinto salió olisqueando la arena y escarbando y no lo dejó.

-Anda que no era esmirriado y feo. Pero con todo y eso, a un toro que cuando se arranca lo hace con todo para frenarse en medio del pase y puntear, no se le puede aplicar la receta de todos los días con el dócil y suave. Y Perera no lo ha obligado ni lo ha dominado y además ha recurrido a sacar el estaquillador por encima de las palas como autodefensa, que era lo peor que se le podía hacer. Parece que se ha olvidado de que cada toro tiene su lidia. Y algo parecido le ha pasado a Garrido con el sexto, exponiendo pero sin corregir el defecto ni mandar al toro, porque digo yo que algo sabría de esto el Paleto de Borox cuando decía que torear es llevar al toro por donde no quiere ir. ¡Cuánta falta hacen toros con genio, por mansos que sean!

Me ofreció otra empanadilla, pero preferí reservarme para cumplir en casa.

-Está bien, si no quiere, me la terminaré yo. Si la empanadilla fuera un toro de Fuente Ymbro y este palillo, una vara, casi ni pincharía no sea cosa de que se rompa, que hay que ver que poco les han dado y cómo han manseado en el peto.

Me levanté, cogí mi cámara y me despedí.