Hace poco Cenicientos fue noticia porque el actual Ayuntamiento quitó unos postes de piedra con las inscripciones de los números romanos que señalizaban el Vía Crucis cristiano, postes que había colocado el anterior equipo de gobierno. Trató de justificarse la medida con varios argumentos, entre ellos, el pretendido rechazo de los símbolos por los musulmanes del municipio, algo paradójico cuando en la ciudad vieja de Jerusalén, de mayoría judía y musulmana, tales símbolos jalonan la denominada Vía Dolorosa. Era de temer que, por el mismo motivo, se ordenase la demolición de la plaza de toros, por no molestar a los antitaurinos (que haberlos, haylos), aunque aquí no montan su cansino numerito insultante y liberticida. Afortunadamente la plaza sigue en pie y dentro de ella algunos recorrieron su paticular víacrucis. Vamos a contarlo.
Triste final de Feria
El aficionado tiene especial predilección por el encaste saltillo y no podía perder la oportunidad de ver una corrida que se anuncia con el hierro de Saltillo, que comprara hace dos o tres años José Joaquín Moreno Silva a sus primos. En el programa se indica que la ganadería es la de Moreno Silva (del mismo encaste), con el añadido entrecomillado de Saltillo. ya que el ganadero ha decidido anunciar todo de esta forma. De nuevo, en tarde soleada y calurosa, la plaza ofrece una buena entrada, con la presencia de habituales venteños que el aficionado saluda.
A pesar de que la tablilla anuncia el círculo representativo del hierro de Saltillo, el primero está herrado con el de Moreno Silva. De aspecto santacolomeño, sale enterándose y frenándose en el capote. El de brega, al intentar lancear y no conducir su embestida, sufre una colada. En los dos puyazos, empuja y le castigan, clavando en buen sitio. Ni el de brega ni los banderilleros se confían con “Capucherito” demostrando su poca profesionalidad. Tampoco Serafín Marín se muestra decidido con este toro reservón, al que tumba de una estocada desprendida, y debe descabellar después de levantarlo el puntillero.
El segundo sale astillado del pitón derecho y es veleto del izquierdo. No se emplea en el saludo de José Carlos Venegas, que deja que su picador le barrene, mientras el saltillo empuja, sin ordenar sacarlo. “Guapetón” ha salido del peto con dos brochas por pitones y no humilla en el quite del andaluz. Los banderilleros parean a la carrera, y el cárdeno les persigue hasta las tablas. Queda distraido en la muleta, sin entrega y Venegas tampoco se decide a metérselo para dentro. La estocada es defectuosa, pero suficiente para que el burel se eche en tablas. La escasa petición decide a la presidencia a sacar el moquero, entre numerosas protestas.
Mirado por delante, el tercero no parece saltillo, estrecho de sienes, astillano y con las mazorcas gruesas. No humilla en el capote ni se estira Cristian Escribano, que deja a su varilarguero que le aseste dos puyazos traseros, barrenando y tapando su salida. Los banderilleros cumplen a dures penas su misión, a dos manos pero a la carrera. El aficionado piensa que el encaste provoca psicosis. Tanta que el diestro madrileño no quiere ni ver a “Virlito”. Lo despena de estocada, perdiendo la muleta. Ha sido el primer ejemplar que ha abierto la boca antes de la suerte suprema.
El cuarto es aplaudido de salida por lo ofensivo de su delantera, que al aficionado tampoco le parece típica del encaste. Es devuelto, tras flojear en el caballo y desplomarse en el segundo tercio.
El sobrero es un torito de Adelaida Rodríguez que sale sin maldad, al que cuidan en palos y al que banderillea un renqueante Rui Manuel Antunes, que además lo hace bien. El animal va y viene, como un carretón, y Serafín Marín da placer a los que les mola el toreo estético sin emoción. Los pinchazos del catalán evitan el corte de despojos.
El quinto es pobre de cara y Venegas lo lancea retrasando las zapatillas. El picador aprieta con la puya en buen sitio y “Mandarino” galopa en la segunda entrada. El aficionado tuerce el gesto al presenciar uno de los peores tercios de palos que nunca haya visto, con los malos banderilleros intentándolo a la media vuelta y arrojando los palos, sin motivo alguno. Al andaluz no se le ve firme con la muleta, y más aún tras una colada por el pitón derecho en un cite de muleta retrasada. Nada que ver con la gesta que realizó en Las Ventas ante un toro de Cuadri en 2014, y que contraría y defrauda a Miguel, sentado al lado del aficionado, que se había acercado con la ilusión de que repitiera aquella actuación, que glosó con sentimiento en este blog el 9 de junio de 2014. La estocada es suficiente.
El sexto, que como sus hermanos lleva el hierro de Moreno Silva, es de buena presencia y en el primer lance va descaradamente al cuerpo de Escribano, que sale por pies, repitiendo la misma acción dos veces con Leonardo Palacios, el peón de brega, que se refugia en los burladeros que tiene más a mano. Espera escarbando y echándose la arena a los lomos. Al aficionado le parece la estampa de la bestia que espera que salgan sus víctimas para zampárselas. “Cantaor” es manso y se escupe repetidamente del caballo, nada más sentir el hierro. En la cuarta entrada empuja brevemente para irse nuevamente de naja a terrenos de nadie. Los de a pie se inhiben y el picador decide ir a buscarlo, en medio de una fuerte bronca. Por tres veces más vuelve a rebotarse del caballo, y el varilarguero trata de rodearlo para picarlo contra las tablas. La presidencia ordena el cambio de tercio y la pareja de la Guardia Civil acude a tomar nota del picador, entre aplausos. Al aficionado le parece que los agentes han actuado digamos de manera populista, dejándose influir por la pasión irreflexiva de los tendidos, cuando la autoridad, tanto en esta corrida como en las anteriores, ha mostrado su absoluta pasividad ante auténticos incumplimientos reglamentarios, sobre todo, de picadores que han barrenado a placer con la salida tapada. Puede el lector imaginarse cómo ha transcurrido el segundo tercio con este marrajo, teniendo en cuenta los lamentables tercios protagonizados con toros sin peligro especial. A Cristian Escribano le tocaba lidiar al pregonado, puesto que todo toro tiene su lidia; en este caso, la de romperle el espinazo con pases de muleta obligados. El problema es que malajes de esta catadura salen pocos y ni los diestros, ni las cuadrillas, ni el público, (ni la Guardia Civil) están acostumbrados a su lidia. Y así, el getafense se limita a poner el trapo delante y dejar una media tirando la muleta a la cara, que le obliga a descabellar de cualquier forma, sufriendo incluso un susto al caer en la cara por un arreón de la joya, cuyo comportamiento da por pensar si estaba movido. Por si fuera poco, mientras el diestro intenta descabellar tiene que oír los insultos, que con total impunidad le vocean algunos energúmenos que sobran en este y en cualquier coso.
Con los toreros arremolinados alrededor de la pareja de agentes, termina de mala manera la Feria 2015. En los comentarios posteriores se buscan culpables: la empresa que contrata tuneleros, los toreros, por su falta de profesionalidad, etc. El aficionado abandona la plaza compadeciendo a un Cristian Escribano que ha tenido que pechar con uno de los toros más avisados que ha visto nunca y con un público absolutamente injusto, en una plaza de tercera, con un encaste que nadie quiere ver ni por asomo y sin un porqué aliviador de su bolsillo. Ha sido su víacrucis; sólo faltó escuchar: ¡Crucifícale e indulta al barrabás! Que luego no vengan lamentos cuando estos encastes desaparezcan.
Cuadro de puntuación de la corrida de Moreno Silva
LA TARDE TRAS EL VISOR
Lleno en la sombra
La antirreglamentaria tarjeta de abono ¿Ha tomado nota la autoridad, o solo la ha tomado con el picador?
Cartel de la Feria
Cuadro resumen de la Feria
2 comentarios:
Efectivamente, José Luis. Sufrí una pequeña desilusión con Venegas. Y es que lo que realizó en San Isidro con el toro de Cuadri fue algo que me llegó muy hondo, que me emocioné sin remisión... y no hay más. Pero me compensó de esa pequeña frustración estar en tu grata compañía y en la de otros paisanos.
Por cierto, sólo te veía hacer fotos y ahora veo que como un sabio prestidigitador te sacas esta magnífica crónica de tu sombrero-magín privilegiado. ¡Una eminencia!, que diría tu hermano Antonio, al que admiro de ley.
Un placer de tarde, con sus nubes y todo. Salud.
Amigo Miguel, acabo de leer el comentario. El placer de compartir localidad ta sabes que es mutuo y poco habitual.
No solo hice fotos, pero se ve que prestabas más atención a lo más interesante. Mi memoria es flaca y necesito de recursos.
Un abrazo, y salud.
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