Esa manida frase de "una cosa es torear y otra es dar pases" me viene al pelo para hablar de la tarde del domingo en Las Ventas.
Adelanté el regreso a Madrid porque ya tenía "mono" de Las Ventas. No puede decirse que el cartel fuera precisamente atractivo, pues se anunciaba de nuevo el ganado de José Luis Pereda, y los diestros sumaban 19 corridas en 2011, si bien 12 eran del director de lidia, el madrileño Sergio Aguilar. Por otro lado, el calor sofocante del ferragosto madrileño invitaba más a la búsqueda de un iglú que exponerse al asfixiante fuego que irradia el cemento venteño; cemento que, como en tantas ocasiones, presidió el festejo, pues allí no juntábamos más de dos mil almas, a ojo de buen cubero. Figúrense si habría poca gente que hasta pude conseguir un programa de mano (y los habituales saben qué quiero decir).
Y a fe que acerté yendo a la calle de Alcalá porque allí pude reencontrarme con el toreo. Uno ya está asqueado de este concepto moderno de tauromaquia (la torerimaquia a la que me refiero tantas veces) de mil pases al burritoro, que han impuesto los taurinos y sus corifeos de engrasada pluma. Pero muy de vez en cuando uno tiene la suerte de estar presente cuando el toreo se desparrama por el ruedo. Y eso sucedió en el último tercio del cuarto de la tarde.
"Lagrimita", que así se llamaba el cinqueño, no llevaba dentro esa perla que hoy buscan los taurinos: la toreabilidad. Muy al contrario, fue un toro complicado, sin emplearse de salida, si bien empujó en el peto. No dio facilidades en el segundo tercio, lo que hace mayor el mérito de los buenos pares de Víctor Hugo y Víctor Cañas y, sobre todo, la brega de Pablo Pirri, a pesar de lo que le incordió Gabriel Picazo. Quedó el animal algo incierto, tardo y sin romper en la muleta. Si a alguien le pareció que embestía fue porque así lo hizo parecer la excepcional labor de Sergio Aguilar, serio, sin gestos, toreando en corto, pues así lo requería el animal, sometiendo al burel con pases de mano baja, de temple y mando, enhebrando con ambas manos una faena plena de pureza y ritmo, rematando los pases hacia dentro, y logrando momentos de gran belleza. Gustó un cambio de mano seguido de un natural largo, llevando muy embebido al bicho. Terminó con apretadas manoletinas antes de pinchar por partida doble en la suerte contraria, quizás por alguna duda. Fue una faena para el recuerdo, que merecía ese premio de la vuelta al ruedo que hoy anda en desuso. Todo quedó en un gran ovación con saludo casi en los medios. Con el manso segundo, sin embargo, no había estado afortunado.
Sergio Aguilar citando en corto al cuarto
Por lo demás, hay que destacar al tercer toro, con el hierro hermano de La Dehesilla, de nombre "Buenasnoches", bonito de capa y hechuras, que metió la cara de salida, manseó en el peto, acometió y persiguió en palos y fue boyante en la muleta. Lo desaprovechó Gabriel Picazo, toreando al hilo, con pases centrífugos y algo embarullado. Por cierto, que no tiene el de San Sebastían de los Reyes precisamente amigos en los tendidos, pues le afearon estentóreamente la colocación como si de figura se tratare. La estocada con que pasaportó al negro salpicado fue lo único a anotar en su haber.
"Buenasnoches" visto desde la grada del 8
Y en el sexto, si se había dejado escapar el bombón, pues qué se podía esperar de Picazo.
Gabriel Picazo saludando al sexto
Confirmó alternativa Octavio Chacón con un primero aborregado, y un toreo estilista, despegado, matando sin marcar los tiempos. El quinto empujó con ganas en varas, tuvo a su merced dos veces a Vicente Ruiz con los palos, y resultó muy complicado en la muleta, defendiéndose y derrotando sin pasar, con el que Chacón estuvo valiente, sin perderle la cara, pero sin recetarle los pases de castigo que demandaba tan mala condición.
Octavio Chacón lanceando al quinto
Con la vara larga destacó Juan Gil en el quinto, y Sebastián Pereira resultó cogido al confiarse en el tercio de banderillas del sexto y resbalar después en el estribo.
Cuadro de puntuación de la corrida de José Luis Pereda- La Dehesilla
(Cada aspecto está puntuado de 0 a 5, y la nota media es ponderada,
al no tener todos los aspectos el mismo peso en la puntuación)
al no tener todos los aspectos el mismo peso en la puntuación)
Soledades de un domingo de agosto en Las Ventas
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