- Cuando se anunció la feria de Otoño supuse que Victorino Martín echaría una corrida espectacular, para compensar la mediocre de San Isidrín. Nada más lejos de la realidad. Ya, al llegar a la plaza y ver el programa de mano, me topé con la mala nueva de que la corrida venía remendada (algo impensable en este ganadero). Y para mayor inri, la presentación de los cinco que salieron al ruedo (exceptuando al quinto) dejaba mucho que desear. Y no digamos el juego, si exceptuamos al segundo, complicado pero encastado y, por ello, emocionante. Para remate, el tercero fue devuelto a los corrales por falta de fuerza.
- La elección de la terna que debía enfrentarse a los albaserradas me pareció acertada sobre el papel. Y no me equivoqué.
- El primero de la tarde, de presencia justita, intentó saltar la barrera por el 8. José Luis Moreno no terminó de acoplarse con él y tuvo la fortuna de que su propio capote le hizo el quite cuando resbaló en la cara del toro. No consiguieron fijarlo y se fue al picador de puerta, que tapándole la salida le cuidó, a pesar de lo cual salió flojeando; tardeó en la segunda entrada en la que apenas le castigaron y de la que saldría suelto. Quedó muy soso y sin fuerza para banderillas, en las que le presidente –el inefable don Julio Martínez- hizo entrar una cuarta vez cuando el toro ya tenía 4 palos (cosas de don Julio). Los inicios de faena tuvieron torería, pero la falta de casta y de fuerzas, sin humillar, rebajó las virtudes de José Luis Moreno, con la muleta: temple, pureza en la colocación y al embarcar al toro con la panza de la muleta. Por el izquierdo fue menos claro el animal; destacó la forma de tragar de Moreno en un parón a medio pase; bueno fue el trasteo final con izquierdo, con trincherillas y pase del desprecio. La estocada quedó rinconera. El cuarto era veleto y abierto de cuerna, largo y rabicorto; no le forzó el andaluz en los lances. Mala pelea hizo en varas, sin emplearse, repuchándose y saliendo suelto; en palos destacó un buen primer par de Félix Rodríguez, pero en el segundo no encontró toro. Quedó con muy poco recorrido y perdiendo las manos cuando le obligó el diestro, que recurrió a un toreo excesivamente movido que, como se demostraría después no era necesario, pues el victorino, aunque sin clase, obedecía al engaño; los dos desarmes deslucieron aún más la faena. Tenía prisa don Julio y dio el primer aviso a los 9 minutos, antes de que Moreno recetase una estocada desprendida y tendida.
- El veleto segundo tuvo mucho picante en el saludo genuflexo y arrebatado de Diego Urdiales, que al final quedó desarmado. Zigzagueó ante el capote del riojano, que lo llevó bien por delante y lo dejó en su sitio, saliendo por la cara del caballo (esto lo apunto porque se ve en raras ocasiones). Empujó de lado por izquierdo, y Bernal le cuidó en las dos varas, de las que salió enterándose. El segundo tercio fue poco afortunado, porque Plumero no lo puso fácil. Comenzó Urdiales con mucha decisión y por abajo la faena con un toro al que había que llevar tapadito, porque no era nada claro y buscaba el corvejón por el pitón izquierdo; no se amilanó el espada y, en los medios (seguramente el único sitio donde se le podía ganar la batalla) pisando con firmeza los terrenos de verdad acabó por encima del toro, al que terminó abanicando, con desplante que, esta vez sí, es digno de aplauso. Tras pinchar en lo alto, enterró el estoque embraguetándose; el toro rodó. La vuelta al ruedo, que dio tras la petición no atendida por el palco, fue merecidísima. El quinto, nada aparatoso por delante, era alto y de bonita estampa. Salió corretón, buscando salidas e inquietando a los monos del callejón; cabeceó en el capote de Urdiales. En el caballo no se empleó y le cuidaron tanto que puede decirse que quedó sin castigo, lo que se notaría en la faena de muleta. No se confiaron los banderilleros con los palos. Lo inició obligándolo pero no pudo hacer pasar a este Galletero que había quedado bronco, con la carita a media altura y buscando siempre el traje de Urdiales. Vista la imposibilidad del lucimiento estético, el diestro lo macheteó a la antigua y con una estocada mandó al otro mundo a este regalito cárdeno.
- Sergio Aguilar se fue sin matar ninguno de la ganadería anunciada. El tercero fue devuelto por falta de fuerza, aunque no quiero pasar por alto el hecho de que don Julio Martínez ha mantenido este año en el ruedo por los menos diez toros más inválidos que este. El sobrero, de Julio de la Puerta era abierto y veleto. También con querencia a chiqueros, se vino por los adentros del sol al piquero de puerta, que le dio un refilonazo; al volver le agarró trasero, se fue el toro, volvió al peto y El Bala, contumaz, clavó atrás (y se lo premiaron con aplausos); la segunda vara se la puso el de tanda sin previa colocación, de la que salió el animal andando y humillado. Se lució Pablo Pirri en sus pares. Aguilar brindó al público y al cielo. El toro era soso y descastado, pero humillaba mucho y el madrileño en unas aceptables series con la zurda se lo pasaba muy cerca, tanto que llegaría a empalarle la pierna sin derribarle. La faena fue a menos, al pasar a torear despegado y no conseguir el acople; el toro pareció terminar yendo su aire. Sergio pinchó entrando a toro corrido, repitió el pinchazo y terminó cazándolo con una estocada hasta las cintas en las agujas; tras el aviso, el burel buscó las tabas para echarse. De Carriquiri era el sexto, muy serio, un tío: hondo, bien armado, silletito, con pecho y culata. Buscó la huída antes de emplazarse. Se arrancó con poder al caballo y del topetazo derribó al caballo; muy atento Aguilar hizo un oportuno quite al caballo; por contra, en la segunda entrada, lo metió dentro al relance, se durmió el morlaco en el peto y perdió las manos al sacarlo; se animó el diestro a un quite por chicuelinas rematado con media y “revolerilla”. Bregó bien Pirri, andando para atrás y ahorrando capotazos. Volvió a brindar al público, pero la faena no tomó altura, a pesar del temple de Sergio, porque el toro entraba aborregado y con la cara a media altura; terminó con bernadinas y un estoconazo a ley pasando el fielato.
- Ciertamente fue una tarde desnivelada, donde los toreros pesaron mucho más que los toros. Sólo hubo emoción en los dos del lote de Urdiales, porque ambos eran complicados y porque el riojano anduvo muy firme con ellos. Aceptables estuvieron Jose Luis Moreno y Sergio Aguilar y se han ganado la repetición en la próxima temporada. Sin embargo, las dos tardes de Victorino en Madrid en ésta, unidas a algunas de otras plazas, son un serio toque de atención a Victorino, que debe servir de un revulsivo en el que confiamos.
En el blog de Rafa Carlevaris, de donde he sacado las fotos que ilustran estas notas, puede contemplarse un amplio resumen del festejo.
Cuadro de Puntuación de la corrida de Victorino Martín del 04/10/2009 en Las Ventas.
(Cada aspecto está puntuado de 0 a 5, y la nota media es ponderada, al no tener todos los aspectos el mismo peso en la puntuación)
Nota: Publicado originalmente en el blog estrapicurciela
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