lunes, 26 de abril de 2010

Los P-R ya no se caen. Las Ventas 25 de abril de 2010

El pasado domingo retornaron los pablorromeros al ruedo venteño. En los mentideros taurinos se había extendido la noticia de que para tal evento el ganadero había apartado una auténtica "tía"; e inmediatamente el teléfono de la empresa quedó colapsado: Victoriano Valencia, Salvador Boix, Toño Matilla, Roberto Domínguez y Curro Vázquez se peleaban por anunciar a sus poderdantes en el festejo.

Para evitar agravios, Choperita tiró por la calle de en medio, miró el escalafón al revés y decidió ofrecer la corrida a tres toreros que en 2009 sumaron en conjunto trece festejos, sin importar que uno de ellos, José Calvo, estuviera anunciado el mismo día y a la misma hora en el incomparable marco de la plaza manchega de Las Virtudes.

Ya sin ironías, había interés por conocer el estado de una de las ganaderías emblemáticas del campo bravo. En una interesante conferencia que, con sencillez y humildad, dio en Cadalso hace algo más de un año, el representante de Partido de Resina, don José Luis Algora, se mostró esperanzado en la recuperación de la ganadería, sobre todo en su mayor defecto, que era la falta de fuerzas, y ello a pesar del problema de brucelosis que padeció en 2007.

Llegué con suspicacias a la plaza: teniendo en cuenta que el principal problema de la ganadería había sido la flojedad, me alarmaba el peso de los astados (con una media en la báscula de 600,33 kilos). Afortunadamente, no eran cebones; tan desmesurado peso no respondía a un exceso de grasas y, salvo un toro, el cuarto, los demás demostraron una extraordinaria fortaleza de patas (incluido el último, que perdió un par de veces las manos, mas por codicia).

Está muy extendida la opinión, que comparto, de que los pablorromeros son los toros más bonitos de la cabaña brava. La presentación de la corrida lo acreditó, en especial el segundo de la tarde, casi prototipo del tipo de su encaste (y que me perdone don Gonzalo García de Castro por utilizar esta expresión). Como se había anticipado, la corrida era "una tía", de las que imponen respeto y de las que dan importancia a los que se enfrentan a ellas, con el añadido de ser todos los toros cinqueños y cuatro de ellos con seis yerbas.

Cuestión distinta fue su comportamiento, que, por otro lado, no acusó la edad de los astados. No desarrollaron sentido, no se comieron a nadie y anduvieron faltos de acometividad. Hubo destellos de fiereza, como la forma de empujar en los burladeros del primero o la muerte del segundo, pero poco más. Los varilargueros, como habitualmente, no fueron capaces de detenerlos con la vara y los dejaron estrellarse contra el peto; los derribos, impericia de los de aúpa aparte, se debieron al poder más que a la bravura de los toros.

Como esta empresa apenas publicita sus festejos, no se cubrió ni la cuarta parte del cemento, y eso que la afluencia de turistas fue llamativa: a mi derecha, izquierda y retambufa, en la grada del 8, no se hablaba español. Antes del inicio, los altavoces anunciaron que se guardaría un minuto de silencio por el fallecimiento de Jaime... (aquí una pausa de 10 segundos) Marco "El Choni".

El orden de lidia quedó totalmente descabalado, en principio por la confirmación de alternativa de Álvaro Ortega y posteriormente por lesión de José Calvo. De forma que el director de lidia áctuó en 2º y 6º lugar; Fernando Cruz, 3º y 5º, y 1º y 4º el confirmante. Aunque los tres fueron tratados con respeto, tal y como merecían con sólo anunciarse, los aficionados se pusieron sin reservas del lado de los pablorromeros, sobrevalorados toda la tarde. Fueron toros de lidia, es verdad, pero en general pecaron de abantos en el primer tercio, y reservones y faltos de acometividad y movilidad en el último, defecto que no puede achacarse a un excesivo castigo en varas.

- El primero, veleto, remató en las maderas pero salía distraído de los lances poco firmes de Álvaro Ortega; derribó con facilidad a "El Legionario" en su primera entrada, y en la segunda, cobrada al relance y al paso, el piquero no se vengó de la costalada y levantó la mano; quedó muy soso en banderillas, marrando Curro Robles en el tercer par al dejar un solo palo en el brazuelo; en la muleta, Garrofillo "se dejó" por ambos lados pero Ortega no acertó a mandarle, citando siempre con la muleta retrasada y sufriendo un desarme; lo despachó de un pinchazo y una estocada. El cuarto era badanudo y acapachado;  salió abanto y robó el capote a Ortega en el primer lance; se fue suelto al caballo de puerta donde recibió un puyazo muy trasero, rectificado, en el que se repuchó y cabeceó, perdiendo las manos por dos veces, repitiéndose la historia con el picador de tanda; poco lucidos estuvieron los banderilleros, no así Curro Robles, con una brega justa y buena; Zepelín echó el freno en el último tercio, y por el izquierdo a punto estuvo de enganchar dos veces a un Ortega falto de recursos, que terminó recurriendo a un arrimón sin sentido cuando el astado quedó en marmolillo; tampoco anduvo fino con los aceros.

- Ya he dicho que el segundo era un precioso cárdeno claro, bocinegro. Demasiado pronto intentó estirarse José Calvo, que no supo resolver lo revoltoso de Impulsivo; le agarró con eficacia Antonio García, cuidándolo, pero clavando la puya en la cruz (que es muy mal sitio), para después ponerlo muy en corto el Niño de Belén, dejando el picador que se estrellara contra el peto y dándole trasero, lo que no fue óbice para que le aplaudieran; el toro empujó fijo en este segundo encuentro; intentó Fernando Cruz (y es noticia) un quite que quedó en nada porque el cárdeno buscaba la huída; en palos se dolió, destacando Navas en negativo; le citaron desde los medios y el toro acudió pronto y desarmó a Calvo a la primera; no supo cogerle la distancia al toro que comenzó defendiéndose para mejorar después, noble y humillado sin que el diestro consiguiese aprovechar esta cualidad y abusando del toreo de abajo a arriba, deslucido; en un muletazo con la zurda se quedó sin rematar y a punto estuvo de engancharle, recibiendo un pisotón del que quedó mermado; terminó encimista y quitando las moscas a un toro ya aplomado; cobró una estocada cáida, y en la hora de la muerte afloró la casta del animal que se resistió gallardamente a doblar. Se retiró a la enfermería para no salir hasta el final de la tarde. El sexto también era de lámina y con mucha leña; tras el primer lance, los 623 kilos de toro saltaron la barrera y salió del callejón dando gañafones y desarmando a Calvo; buscó las vueltas al caballo, Ricardo Romero perdió la vara y salió del primer encuentro sin un rasguño; le pondrían en corto en el segundo, en el que se repuchó, cambiaron el tercio con apenas un picotazo; acudió a los palos con la cabeza alta y persiguió siempre a la salida de los pares; quedó brusco, mirón y sin humillar, pero obdeciendo al toque de Calvo, que anduvo firme y exponiendo, mejor por el izquierdo, aunque no pudiera ligar ni rematar; tragó lo indecible en un parón a mitad de pase y terminó con una emocionante serie de naturales; no entró decidido y pinchó, para terminar con entera y tres descabellos.

- El tercero era alto, muy serio de cara, engatillado y badanudo. Salió sin emplearse ni rematar; entró al paso al caballo, con la cara tan alta que rebañó con el pitón encima de la silla, el segundo fue al relance, empujando y derribando con poder, encelándose con el caballo; el quite de Ortega fue insulso; el toro anduvo distraído y esperando, provocó los pasos en falso y en el último par le echó la cara arriba a Hombrados que hubo de dejar un palo casi en el testuz (y que molestaría durante la faena de muleta, porque a nadie se le ocurrió arrancarla); Peruano fue muy reservón y no se empleó en ningún momento; Fernando Cruz dio la sensación de no saber cómo resolver la papeleta y terminó dando un auténtico mitin con los aceros. El quinto nos retrotrajo un siglo atrás: enorme, proporcionado a pesar de los 673 kilos en la tablilla, y bien puesto; muy frío en los lances de salida y sin emplearse en el primer puyazo, que Iturralde puso muy caído, del que salió suelto; el caído en el segundo encuentro fue Iturralde al no poder detener la enorme fortaleza de Carrasquero; se oyeron protestas porque no se ponía de largo en el tercer encuentro (esto se debe pedir casi siempre, pero en este caso, lo cierto es que el toro no lo merecía), donde le dieron trasero, se repuchó y se fue; en palos el animal se defendió con la cara muy alta, obligando a Serrano y Muriel a tirárselos en mil pasadas (por cierto, que no salió el tercero de la siguiente cuadrilla, seguramente por la confusión del orden de lidia); mucho mérito tuvo la faena de Fernando Cruz, muy firme con un animal que pasaba, sin más; consiguió una serie importante con la izquierda, con la que debió concluir la faena, pero la alargó innecesariamente y tuvo problemas para igualar al toro; tampoco anduvo fino con el estoque y, al final, cuando el toro parecía que iba a echarse, a punto estuvo de dar un disgusto a Hombrados.

P-R aprobó con nota la asignatura de la fuerza, pero aún le queda a Algora bastante trabajo por hacer en otros aspectos. Al menos, mantuvieron la emoción y con decir que no me aburrí ya digo bastante.

Cuadro de Puntuación de la corrida de Partido de Resina del 25/04/2010 en Las Ventas.


(Cada aspecto está puntuado de 0 a 5, y la nota media es ponderada, al no tener todos los aspectos el mismo peso en la puntuación).


Nota: Publicado originalmente en el blog estrapicurciela

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Me corto la coleta

Puede parecer pretencioso servirme de esta frase, reservada para los que del enfrentamiento con el toro han hecho su oficio, pero permítase...