domingo, 1 de abril de 2018

El palco devalúa una notable corrida de 'Toros de El Torero'. Las Ventas, 1 de abril de 2018

La temporada de grandes ferias arrancó  en Valencia con un llamativo desconcierto y falta de criterio en el palco, que puede acabar convirtiéndose en epidemia, si el síntoma de hoy en Las Ventas vuelve a repetirse. El guión ha sido el mismo: toreo superficial, toros que lo facilitan y público triunfalista. El caso es que las cosas iban razonablemente bien, porque es cierto que la petición de la oreja en el tercero era mayoritaria, mal que nos pese, pero a última hora se le calentó la sesera a don Gonzalo de Villa y sin más ni más sacó todos sus moqueros, blancos y azul, por la baranda, por una faena de Álvaro Lorenzo, exclusivamente de muleta, que ni siquiera fue redonda, una estocada desprendida, quedando desarmado, y una desmesurada vuelta al ruedo a un toro que casi nadie pidió. Hoy no tocaría hablar de estas cosas, sino de una buena corrida de toros y de una faena aseada, pero el usía es el responsable de que así no sea.

Salida de la estocada que se premió con dos orejas,
 a un toro que se premió con la vuelta al ruedo

Domingo de Resurrección y Don Venteño vestía galas de día grande: traje en tono claro anaranjado, sombrero a juego, corbata y pico de pañuelos verdes. Sentado en la terraza del bar de Remi, parecía un personaje sacado de contexto. Sin levantarse me invitó a tomar asiento.

- A la paz de Dios, amigo Cadahalseño, hágame el regalo de su compañía. Me temía que se hubiera quedado en su pueblo, disfrutando de la tarde.

- Pues ya ve, aquí me tiene al pie del cañón.

Cogí mi tercio de Mahou y un choricito frito de los que Remi había dejado en una cazuelita de barro.

- Yo no tenía cosa mejor que hacer y menos mal que he vencido a la pereza y me he dejado caer por las Ventas del Espíritu Santo, porque si no, cuando hubiese leído la noticia de las tres orejas y la vuelta al ruedo a un toro, pensaría haberme perdido el acontecimiento de los últimos años. ¡Válgame Dios!

- Yo vi la salida a hombros desde arriba y el personal enloquecía con gritos de torero, torero.

Se pasó la mano por la cara y, mirándome fijamente, respondió:

- Mire usted, uno ya está de vuelta de todo y no me sorprende casi nada, ni siquiera esos pantalones rotos que venden a precio de oro. Ese personal que usted dice no tiene medida y se deja llevar por sus emociones. Como la semana pasada a Fortes, hoy le ha dado por jalear todo, y si hubiera estado ciego, sólo oyendo los olés, pensaría que Joselito y Belmonte habían resucitado y encarnado en una única persona que estaba realizando la más antológica faena de la historia. ¿Y qué había allí? yo se lo digo, una faena irregular y efectista con un toro que se toreaba solo.

- ¿En ese personal incluye usted al presidente?

- Por supuesto que lo meto en el mismo saco, pero lo de éste es más grave. El presidente tiene una obligación, que es respetar y hacer respetar el Reglamento, que le obliga para dar dos orejas a atender a las condiciones del toro, en este caso muy colaborador, también a la faena con el capote, que en el sexto ha sido escasa y vulgar, y, fun-da-men-tal-ment-te, la estocada, que ha sido desde fuera, quedando desprendida y con la muleta volando por los aires. Esto, si se quiere, son dos orejas en Talavera o en San Martín de Valdeiglesias, pero no en la primera plaza del mundo. Y del pañuelo azul ya ni le cuento. Ni excepcional bravura ni petición mayoritaria del público. Un solemne despropósito, éso es lo que ha sido.

Dejé que recuperase la voz que poco a poco había ido apagándose, y cambié de tercio.

- Dejemos el tema de los premios y vayamos a la corrida. A mí me ha parecido una buena corrida de toros, bien presentada, en tipo condeso, cumplidora en el caballo, noble y a ratos encastada. El lote para el triunfo se lo ha llevado el más novel, como pasó el domingo pasado con Fortes, los dos mejores toros de nota, tercero y sexto, porque el primero, también bueno, no tenía fuerzas y esto es como en el boxeo, un púgil que no encaje, por mucho que pegue, no es buen boxeador. A propósito, ¿qué le ha parecido David Mora?

- Un torero que luce mucho cuando torea vertical y a pies juntos, como en ese abanto cuarto, que cuando no huía, embestía abriéndose, facilitando así el toreo en redondo. Lo malo es que se empeña en torear de muleta, como en el primero citando casi de culo, muy abierto el compás y haciendo la alcayata en el pase, y eso ya es feo en toreros como El Juli, pues imagínese con la altura que tiene el madrileño de Borox. Lo que es difícil de entender es la petición de oreja, por tres desmayados y una estocada baja aprovechando el viaje.

Pareció perder el hilo desparramando la vista, buscando algo de buen ver, pero continuó.

- De Daniel Luque poco hay que hablar, tan anodino como el lote que le tocó, fácil siempre con el percal, pero muy vulgar con la franela. Imperdonable esa faena con tanto enganchón en el segundo, un toro noble que humillaba, pero sin transmisión. Para colmo le ha metido un alfilerazo. El quinto fue de embestida bruta, peligroso por el izquierdo, con el que tampoco se ha acoplado ni matado bien.

- Sí, muy estancado veo al de Gerena. Pero antes de irnos podemos hablar algo más de Álvaro Lorenzo.

Esto pareció volver a interesarle.

- Pues mire, en el tercero anduvo muy por debajo de 'Miliciano', un toro codicioso que empujó fijo en el peto, al que lamentablemente le colocaron en las rayas para la segunda entrada. Siempre deseando embestir, desde la distancia que lo citase, muy largo por el pitón izquierdo. A un toro así hay que matarlo recibiendo, lástima que el toledano no lo intentase. A personal le gustó y le pidieron inmerecidamente la orejita que cortó.

- Quizás por esas bernadinas comprometidas, porque es joven y porque se le vio muy desenvuelto.

- Puede ser, pero tenga en cuenta que este torero ha hecho más campo en casa de los Lozanos que el 90% del escalafón. En el sexto estuvo mejor, quizás decidido porque Sergio Aguilar mostró con una sedosa brega la gran clase de 'Viscoso'. Muy firme en los pases de guardabarrera, dos buenas tandas, una por cada pitón, y un efectista cierre alternando pases con cada mano. Pero en medio hubo demasiados pasos atrás y ningún pase rematado en la cadera, para la calidad de la embestida y la inercia con la que repetía el de Salvador Domecq,

Dicho lo cual dejó un billete en la mesa y nos retiramos hablando de los pares de Ángel Otero al primero y de las varas en buen sitio de Franciso Javier Sánchez al sexto. Nadie subía toreando por las aceras de la calle de Alcalá, a pesar de las tres orejas.

Cuadro de puntuación de la corrida de toros de "Toros del Torero"


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Me corto la coleta

Puede parecer pretencioso servirme de esta frase, reservada para los que del enfrentamiento con el toro han hecho su oficio, pero permítase...