Las cinco de la tarde es la hora trágica y poética de los toros desde que Federico García Lorca lloró la muerte de su gran amigo Ignacio Sánchez Mejías en Manzanares. Pero las cinco de la tarde no es hora de toros en el siglo XXI. Parece como si la empresa tuviese prisa en echar la llave a la plaza, mejor a las siete que a las ocho, o como si quisiera ahorrarse una hora de factura eléctrica, sin pensar que hay muchos aficionados que tienen que despalazarse de 100 o más kilómetros para pasar una tarde de toros.
La plaza en pie escucha el himno nacional al final del paseíllo
El mundo de los toros está siendo uno de los más activos en el rechazo al conflicto político planteado por las autoridades de Cataluña, como también hoy se ha significado en Las Ventas, en su cierre de temporada taurina, coincidente con el día de la Fiesta Nacional. La tarde comenzó con el himno nacional y finalizó con la música del pasodoble 'Viva España', compuesto curiosamente por autores belgas, con muchas banderas nacionales en unos tendidos que han registrado menos de un cuarto de entrada, en tarde calmada, soleada y muy calurosa.
Tomaba antigüedad una ganadería, la de Salvador Gavira García, procedente de una partición de la de Gavira entre los hijos de Antonio Gavira Martín, que murió por un accidente en su finca en el año 2005. La corrida, con cuatro toros cinqueños, estaba marcada con el hierro de origen. El balance no ha sido positivo, pues la tónica general ha sido su falta de casta en distintos grados, no sin esa nobleza bobalicona que se extiende por las dehesas de bravo.
A Daniel Luque le correspondieron dos toros cinqueños, uno primero aleonado y bien armado, que adoleció de falta de fuerza y tuvo una condición noble, que permitió algún lucimiento del sevillano en una serie de naturales. Lo liquidó de una estocada fulminante. El cuarto tuvo poca acometividad, frenado en sus embestidas, pero al que se podía hacer pasar tirando de él, con el que Luque recurrió al arrimón y a las luquesinas para animar, a pesar de la media estocada, a una escasa petición que fue atendida por el palco. Llamó la atención la claque que tuvo en el tendido 9.
Sebastian Ritter llegaba al final de temporada con una sola corrida y tuvo la suerte de enlotar a un segundo que salió sin entrega en el capote, pero que fua a más, hasta el punto de que por el derecho se toreaba sólo en la muleta de Ritter, que lo acompañó en series de noria o molinillo, y por el izquierdo había que torearlo y ahí no anduvo afortunado el colombiano. Se empecinó en la suerte contraria, con tres pinchazos que desinflaron cualquier deseo de premiar su labor. El quinto fue un toro pastueño, tanto que lo tuvo enganchado en el pitón a la altura del vientre y ni siquiera cabeceó, para suerte del coleta. Tras pinchar lo mató de estocada y se dio el lujo de dar una vuelta al ruedo por su cuenta, antes de pasar a la enfermería para ser atendido de un puntazo.
Javier Jiménez demostró seriedad y sitio y pechó con el peor lote. Hizo el quite más lucido de la tarde, al segundo, en una tarde en que se hicieron muchos quites, pero de poca entidad. El tercero no dio ninguna oportunidad, porque no hizo otra cosa que abrirse desde que salió. Lo mató de una estocada meritoria, porque el toro se habia distraído en el momento del cite. El sexto fue un manso deslucido que puso broche a una tarde gris.
En varas hubo mucho tiento en los picadores, se cuidó mucho y ningun toro cumplió en el peto.
Destacaron con los palos Juan Contreras, en el cuarto, y Abraham Neiro 'El Algabeño' e Isaac Galvín superando la falta de fijeza del doliente sexto.
Y así, a las 7.20 de la tarde de este 12 de octubre terminó la primera temporada de Simón Casas en Las Ventas, que, a grandes rasgos, no ha sido otra cosa que más de lo mismo. Las obras de reforma del edificio esperan y 2018 será otro año.
Disculpe el lector la ausencia de imágenes, pero una torpeza de quien suscribe ha impedido tomarlas.
Tomaba antigüedad una ganadería, la de Salvador Gavira García, procedente de una partición de la de Gavira entre los hijos de Antonio Gavira Martín, que murió por un accidente en su finca en el año 2005. La corrida, con cuatro toros cinqueños, estaba marcada con el hierro de origen. El balance no ha sido positivo, pues la tónica general ha sido su falta de casta en distintos grados, no sin esa nobleza bobalicona que se extiende por las dehesas de bravo.
A Daniel Luque le correspondieron dos toros cinqueños, uno primero aleonado y bien armado, que adoleció de falta de fuerza y tuvo una condición noble, que permitió algún lucimiento del sevillano en una serie de naturales. Lo liquidó de una estocada fulminante. El cuarto tuvo poca acometividad, frenado en sus embestidas, pero al que se podía hacer pasar tirando de él, con el que Luque recurrió al arrimón y a las luquesinas para animar, a pesar de la media estocada, a una escasa petición que fue atendida por el palco. Llamó la atención la claque que tuvo en el tendido 9.
Sebastian Ritter llegaba al final de temporada con una sola corrida y tuvo la suerte de enlotar a un segundo que salió sin entrega en el capote, pero que fua a más, hasta el punto de que por el derecho se toreaba sólo en la muleta de Ritter, que lo acompañó en series de noria o molinillo, y por el izquierdo había que torearlo y ahí no anduvo afortunado el colombiano. Se empecinó en la suerte contraria, con tres pinchazos que desinflaron cualquier deseo de premiar su labor. El quinto fue un toro pastueño, tanto que lo tuvo enganchado en el pitón a la altura del vientre y ni siquiera cabeceó, para suerte del coleta. Tras pinchar lo mató de estocada y se dio el lujo de dar una vuelta al ruedo por su cuenta, antes de pasar a la enfermería para ser atendido de un puntazo.
Javier Jiménez demostró seriedad y sitio y pechó con el peor lote. Hizo el quite más lucido de la tarde, al segundo, en una tarde en que se hicieron muchos quites, pero de poca entidad. El tercero no dio ninguna oportunidad, porque no hizo otra cosa que abrirse desde que salió. Lo mató de una estocada meritoria, porque el toro se habia distraído en el momento del cite. El sexto fue un manso deslucido que puso broche a una tarde gris.
En varas hubo mucho tiento en los picadores, se cuidó mucho y ningun toro cumplió en el peto.
Destacaron con los palos Juan Contreras, en el cuarto, y Abraham Neiro 'El Algabeño' e Isaac Galvín superando la falta de fijeza del doliente sexto.
Y así, a las 7.20 de la tarde de este 12 de octubre terminó la primera temporada de Simón Casas en Las Ventas, que, a grandes rasgos, no ha sido otra cosa que más de lo mismo. Las obras de reforma del edificio esperan y 2018 será otro año.
Disculpe el lector la ausencia de imágenes, pero una torpeza de quien suscribe ha impedido tomarlas.
Cuadro de puntuación de la corrida de toros de Salvador Gavira García
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