miércoles, 10 de noviembre de 2010

José Luis Bote: un maestro forjado en la batalla

El pasado sábado, día 6, y bajo el título "Un maestro forjado en la batalla", José Luis Bote tuvo la gentileza de compartir con los aficionados reunidos en Cadalso su vida como torero, desde sus inicios en el Escuela Taurina de Madrid, apoyado por la familia de El Yiyo, con compañeros como El Fundi, Joselito, Carretero, Luis Miguel Calvo, Sevillita, Sandín, etc. que quedaron retratados para siempre en aquella película de Teo Escamilla titulada "Tu solo".


Su relato de aquellas cogidas que marcaron su carrera a sangre y fuego fue desgarrador y con la emoción difícilmente contenida. Recordó aquel bautismo de sangre como novillero en San Martín de Valdeiglesias, con la femoral partida y un largo proceso de recuperación. Después, su segunda cogida por un Isaías y Tulio Vázquez en Benidorm, que a punto estuvo de costarle la vida; esta vez en el pecho y contra el peto del caballo. Y la tercera, la del 17 de mayo de 1992 en la Feria de San Isidro, cuando un toro de Alonso Moreno de la Cova le acertó en las vértebras y a poco le parte la médula espinal. Mientras seguía atentamente sus palabras, pensaba lo bien que les hubiera venido escucharlas a aquellos que tan gratuita e injustamente acusan a los matadores de "torturadores": ¡vaya clase de tortura cuando el que la aplica sufre tamañas lesiones y desgracias!

Recordó con agradecimiento a todos aquellos que consiguieron recuperarle, en especial al doctor Val Carreres, a un neurocirujano, cuyo nombre no recuerdo, y a Paloma, su fisioterapeuta, que sudaba aún más que él en las sesiones de rehabilitación.

La casta torera se demuestra no solo en la plaza, sino en la vida. Contó que los médicos le habían desahuciado como matador de toros tras la cogida de Madrid y que le habían preparado los papeles para conseguir una pensión de invalidez de 250.000 pesetas (de aquella época) y un festival a final de temporada en Las Ventas, que rechazó, quizas de forma abrupta, cuando se rebeló contra la idea de dejar de ser torero. 

Con todo, quedaron secuelas de la cogida de Madrid, con problemas de movilidad, que le hicieron reflexionar sobre la forma de torear, especialmente sobre la necesidad de dar distancias al toro para evitar que se le quedara debajo, porque la lesión le impedía perder los pasos necesarios en ese trance.

La suerte le da la cara en una corrida en Boadilla del Monte en 1994, donde Miguel Núñez le hace ver que asiste el empresario mejicano, doctor Herrerías, quien en respuesta al brindis de su segundo toro, le promete confirmar en Méjico si cortaba las dos orejas. Se cumplieron tanto la condición como la promesa y el  1/1/95 debuta en la Monumental mejicana, pero sin conseguir ningún relieve. Bote se quedó en Méjico porque al fin y al cabo tampoco tenía nada en España. Unos meses después le sale corrida en Aguascalientes con Eloy Cavazos (al que tenían apartado sus dos toros), y corta cuatro orejas y dos rabos (resultado nunca conseguido ni antes ni después en esa plaza). Ese resonante triunfo le abre las puertas de las ferias mejicanas y españolas.

Recalcó que volvió a torear en San Martín y Benidorm. También en Madrid, aunque la empresa anduvo cicatera (el adjetivo es mío), al hacerle reaparacer con Murteira Grave, una de las ganaderías más duras de la época. Y aún más insensible fue la empresa (de los hermanos Lozanos) cuando le ponen en otra corrida dos sobreros de Alonso Moreno; ni su mozo de espadas se lo quería decir.

Curtido en el mal llamado Valle del Terror, recuerda que, en Sotillo de la Adrada, un peón puso un par desde el burladero, y la gente se tiró a pegarlos, y hubo refriega en el mismo ruedo entre espectadores y profesionales, mientras él andaba lidiando al novillo; al final, su apoderado tuvo que salir disfrazado de médico para evitar a los que fuera de la plaza les aguardaban. En Cadalso toreó en 1986 una novillada de Sotillo Gutiérrez muy desarrollada por delante.

No tuvo en ningún momento empacho en reconocer las tardes en que él no estuvo afortunado y en las dudas mentales que tenía en 1992, cuando la cogida de Madrid.

Al final, la concejala de festejos, Yolanda Martín, le hizo entrega de un detalle conmemorativo de su paso por los Sábados Taurinos.

He querido recoger de la manera más fidedigna posible mis recuerdos de la charla del sábado pasado, que fue presentada y moderada por Roberto Cordero, en un relato que espero no tenga muchos errores u omisiones, probables ambos porque no tomé nota alguna.

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Me corto la coleta

Puede parecer pretencioso servirme de esta frase, reservada para los que del enfrentamiento con el toro han hecho su oficio, pero permítase...