martes, 22 de marzo de 2011

La "Cultura" de la subvención

Ya puse negro sobre blanco que NO era partidario del traspaso al Ministerio de Cultura de las magras competencias taurinas estatales, fundamentalmente porque el objetivo que persiguen los taurinos con ello es pegar bocado al sustancioso pastel de las subvenciones, cuyo resultado no será otro que la pérdida irreparable de espectadores, si hacemos un símil con la situación del cine español, que ha vuelto a perder en 2010 varios millones de videntes. Les importa un bledo el Ministerio de Cultura; lo que les pone verdaderamente es la "Cultura" de la subvención.

Y me parece oportuno sacar a colación dos ejemplos puntuales, de los que casualmente he tenido hoy noticia.


El primero, es de una subvención concedida hace ya dos años al G-7 de los cocineros vascos (Juan Mari Arzak, Martín Berasategui, Pedro Subijana, Karlos Argiñano, Andoni Luís Adúriz, Hilario Arbelaitz y Eneko Atxa), que bajo la "marca" Basque Culinary Center han pochado 7 millones de euros, esta vez de los presupuestos del Ministerio de Ciencia e Innovación, que ya se ve que en todos los pucheros ministeriales cuecen habas.


El segundo es una subvención que se ha publicado hoy mismo, de 3 millones de euros para pagarle los intereses de sus préstamos a la industria del cine español, ésta sí del anhelado Ministerio de Cultura.

Pues nada, tomen nota (si es que lo necesitan) el G-7 taurómaco, el invento que llaman la "Mesa del Toro" y demás parafernalia "antitaurina" de cómo ir sembrando el albero para que dé sus frutos (económicos, claro está).

jueves, 10 de marzo de 2011

Enrique Ponce en el "Valle del Terror"


En septiembre de 2009 publiqué un comentario, titulado En defensa de los toros de Cenicientos, donde denunciaba la manipulación instrumentada por muchos "taurinos" contra el denominado "Valle del Terror".

A mí no me gusta esa denominación, que prefiero sustituir por la de "Valle del Toro", pero aquélla ha calado y no queda sino aceptarlo.

El "Valle del Terror" es una zona geográfica situada alrededor del punto (de las Tres Cruces) donde lindan las provincias de Ávila, Madrid y Toledo, enclavado en las proximidades del valle del Tiétar, lo que pudo dar pie al apelativo geográfico. En el valle del Tiétar están pueblos como Higuera de las Dueñas, Sotillo de la Adrada, La Adrada, Piedralaves o Casavieja. Y en la zona próxima, ya fuera del valle del Tiétar, los abulenses de El Tiemblo y Cebreros, los madrileños de Cadalso de los Vidrios, Cenicientos y Villa del Prado, y los toledanos de Almorox y Escalona. En la actualidad, Cenicientos es la plaza del "Valle del Terror" más conocida y reconocida.


Lo característico de la zona es la preocupación de buena parte de sus habitantes por la integridad y el trapío del toro, afán que ha variado en intensidad y eficacia a lo largo del tiempo. A veces, con exceso, es verdad; pero si hay que pecar en algo, que sea por más que por menos, aunque sólo sea para servir de contrapunto a los denigrantes espectáculos habituales que tanto abundan en muchos lares. También es cierto que una cosa es intentar hacer las cosas bien, y otra muy distinta, que los "taurinos", expertos en la materia, no consigan muchas veces meterlas dobladas.

Ya puse ejemplos de "taurinos" del más variado pelaje que han arremetido contra el "Valle del Terror" : Jaime y Salvador Boix, Fernández Salido, el hijo de Zabala, Juan Blanco Palomo, Alberto Soler o Gómez Escorial. A ellos, añadí a Felipe Garrigues, que en su libro "Sonajero" (Espasa, 1998) escribió:

Muchos piensan que la formación de un torero tiene que se dura, para forjar carácter... Dura sí, pero no un calvario. ¿Qué hubiera sido de Aparicio, de Chamaco, de Litri, Finito de Córdoba o Jesulín, si hubieran tenido que forjarse en la comarca -el nombre lo dice todo- llamada Valle del Terror? Rivera Ordóñez, que está cuajando en torero pundonoroso a pesar de sus cuidados comienzos, jamás se las tuvo que ver con semejantes bisontes. Ni muchos otros: Ponce, Joselito, etc..."
Ya advertí lo conveniente que resulta documentarse cuando se escribe un libro, porque Enrique Ponce había toreado en Cadalso, junto a César Rincón y Pedro Lara una corrida de toros el 3 de junio de 1990. Y no ha sido el único de los diestros mentados por Garrigues que ha toreado en el Valle.


Con oportunidad y acierto, Tony Montón pescó una noticia de la edición digital del ABC de Córdoba del pasado 3 de marzo, que daba cuenta de una conferencia de Andrés Amorós y Enrique Ponce, en la que el diestro resaltó la importancia casi decisiva que tuvo su actuación en Cadalso de los Vidrios, porque la citada corrida supuso un punto de inflexión de su carrera, de incierto futuro por aquel entonces:

También [habló] de los momentos de inflexión de su carrera: la tercera corrida como matador en Cadalso de los Vidrios (Madrid), donde un toro le dejó herido y se planteó si valía para aquello, pero acabó por salir otra vez y cuajarle una buena faena al segundo; o los seis toros en Valencia cuando sus dos compañeros se cayeron del cartel.
Sería obligada una rectificación por parte de alguien, pero estén seguros de que antes las ranas criarán pelo, volarán los cerdos, dejará de colgarse el Windows Vista, e, incluso, en Olivenza habrá una corrida de toros (de lidia).


Cartel facilitado por Miguel Moreno

ADDENDA. No es la primera vez que Enrique hace referencia a esa corrida de Cadalso. En su página web puede leerse un artículo de Carlos Bueno, publicado en Avance Taurino de Valencia el 16 de marzo de 2005 con motivo de los 15 años de su alternativa, donde se dice: 
Pero nunca le han regalado nada, ni nada fue fácil en su carrera. Salió lanzado después de triunfar en solitario frente a una corrida que nadie quería, hasta el granizo pretendió aguar su despegue. Era la quinta corrida de su vida, y la inmediatamente anterior había sido mes y medio antes en Cadalso de los Vidrios, donde fue cogido. Allí, en la enfermería, Ponce llegó a preguntarse si valía la pena seguir. ¡Y vaya si valió la pena!

jueves, 3 de marzo de 2011

¡La encontré!

En mi anterior entrada, A los ¿toros? de Carabanchel, aludía al total olvido de la suerte de varas en más de veinte crónicas o reseñas, salvo una mención sucinta en dos blogs, de los festejos del fin de semana en la "Chata de Hipercor". Y apostaba a que en las miles de fotos publicadas de las dos tardes no se podía ver un caballo de picar.

Ayer, por fin, se publicó en División de Opiniones la foto de un varilarguero ejerciendo su oficio, bien es cierto que con un pie muy expresivo: Simplemente simulacro.



Y todo esto con gran alborozo de taurinos, críticos, espectadores e, incluso, algunos aficionados, que, según describen el "suceso", tal parece que  llegaron al orgasmo con estas corriditas. No voy a dar nombres de los dichosos, pero quien tenga curiosidad puede comprobarlo dándose un simple paseo por la blogosfera taurina.

martes, 1 de marzo de 2011

A los ¿toros? de Carabanchel

He tenido la curiosidad -y la santa paciencia, también- de leer el impresionante despliegue mediático sobre los festejos del fin de semana en una plaza de segunda. Y lo que más me ha espoleado a ello es la extraordinaria cobertura que la blogosfera ha otorgado al evento, porque de los profesionales de la información taurina era de temer.

Así, que recuerde, he leído: El País, ABC, El Mundo, Marca, Mundotoro, Opinión y Toros, Burladero, Cope Toros, Clarín, De Toros en Libertad, más una docena de blogs que hablan de la cosa: José Ramón Márquez, Raúl, Paco Montesinos, Clemente Naranjo, JSMV, Andrés Verdeguer, Menacho, Carmen Esteban, Noelia Jiménez, Sentimientos y Locuras, El Trincherazo, y no sé si alguno más. Unos, para ensalzar "el toreo"; otros, para denunciar estos "festivales".

Pues bien, salvo error u omisión, me entero sólo por dos de ellos que las corridas ¿de toros? fueron picadas. En concreto, Paco Montesinos escribe que los cuvillos mansearon en varas, y Carmen Esteban señala que al sexto de los cuvillos le dieron una vara. El resto, profesionales y aficionados, omite cualquier mención a equinos o castoreños.

Busquen entre las miles de fotografías de los festejos y puedo apostar que no encontrarán ni una, repito, ni una, donde aparezca un caballo de picar.

Ciertamente, peor no puede empezar esta temporada 2011. La suerte de varas ha desaparecido definitivamente. Sí, esa suerte que era una de las varas de medir la bravura del toro, no la única, pero sí la principal. Estamos ya en la apoteosis del toreo del siglo XXI, de la tauromaquia sin Toro, del toreo de salón con un torito colaborador, lo que antes se adjetivaba "pastueño", tan pleno de "toreabilidad" como ayuno de fiereza, de casta; en resumen, el frenesí de la torerimaquia.

Y muchos se extrañan de que la plaza no se llenase con esos plenos de figuras. Pues ya lo ven, ni por esas. Así que los "taurinos" empiezan a ver que su única salvación está en las ubres de Cultura, y a ese salvavidas de la subvención se agarran desesperadamente, con el auxilio de algunos aficionados de buena fe.

Ricardo de la Vega, si pudiera actualizar "La verbena de la Paloma", tendría que variar la letra de la habanera de Susana y Julián, porque en Carabanchel ya no hay toros (de lidia, digo).


La foto es de Rafa Carlevaris, y es la que mejor explica estos festejos: solo toreros; no hay toros, ni caballos, ni... mantón de Manila.

Me corto la coleta

Puede parecer pretencioso servirme de esta frase, reservada para los que del enfrentamiento con el toro han hecho su oficio, pero permítase...